Team 17 Digital ha ido evolucionando con su serie The Escapists, y el salto de calidad entre el primer y segundo título de la saga es ciertamente notable. Ahora el estudio desarrollador vuelve a las andadas dentro del mismo universo, pero con otra temática, otras mecánicas, y todo el encanto de intentar sobrevivir en una isla cuasi-desierta, descubriendo sus secretos y explorando su geografía. Esto es The Survivalists y tiene varios elementos que lo hacen digno de nuestra atención.
No es un concepto desconocido. De hecho, en los últimos años la industria de los videojuegos se ha hundido en un verdadero océano de juegos de supervivencia; la mayoría de ellos sin aportar gran cosa al género. La idea inicial en The Survivalists pasa por los elementos básicos que uno podría esperar: nuestro náufrago llega a las playas de su nuevo hogar a la fuerza y a partir de aquí la cuestión es recolectar materiales, fabricar objetos y usar dichos objetos para obtener nuevos y mejores materiales. No es nada que no hayamos visto antes, de modo que aquellos que ya hemos experimentado nuestra buena cuota de aventuras de supervivencia sabemos bien qué vamos a encontrar.
Las diferencias en The Survivalists empiezan a hacerse notar a medida que exploramos el catálogo de cosas a construir. Hay varios listados de objetos y estructuras para fabricar, y en un principio estarán mayormente vacías. El juego nos pide fabricar al menos un ítem de la lista para revelar los ítems conectados en casillas adyacentes. En primera instancia no es un problema mayor, ya que nuestro náufrago puede fabricar “a mano” un puñado de objetos sencillos, entre ellos un bastón para defenderse y una utilísima herramienta de uso múltiple. La herramienta en cuestión será utilizada para fabricar objetos en las mesas de trabajo, erguir edificaciones y hasta cocinar platillos.
Pronto haremos uso de nuestras primeras herramientas para despejar el área y obtener recursos en masa: rocas que pueden ser reducidas a montañas de piedritas, árboles de los que sacaremos leña y hojas, y matas de césped que cortaremos para ganar el material. Un pequeño cofre para guardar nuestros ítems, una mesa de trabajo para seguir expandiendo nuestro catálogo, una fogata para cocinar alimentos y, sobre todo, una cama en la cual descansar, y ya podemos decir que tenemos una base de operaciones. Nuestra cama es uno de los edificios más importantes, permitiéndonos salvar la partida y, claro, descansar para reponer fuerzas y para dejar pasar un poco el tiempo.
A medida que avanzamos en los diversos catálogos de ítems y estructuras descubriremos que construir las mismas se va volviendo mucho más lento y tedioso, no sólo por la variedad y cantidad de materia prima necesaria, sino además por el tiempo que nos lleva completar el trabajo. Aquí pasamos a destacar uno de los elementos más originales de The Survivalists, que es la presencia de simpáticos monitos que no dudarán en darnos una mano, siempre y cuando hayamos ganado primero su lealtad. Esto se puede lograr simplemente liberándolos de las jaulas en las que los hallamos atrapados, o también dándole a los monos libres el objeto que están pidiendo.
Nuestro pequeño ejército de primates vagará por la zona si no se les ordena hacer nada, aunque nos seguirán si así se los indicamos. Lo más importante, sin embargo, es la forma en la que el juego hace honor a la famosa frase “mono ve, mono hace”: dicho de otra forma, si le indicamos a nuestros monos que “vean” lo que hacemos, estos simpáticos animalitos repetirán nuestras acciones. Podemos tener monos que recojan ítems y los almacenen en cofres, o bien que se dediquen a llevar los ítems necesarios a la estación de trabajo indicada. Y ya que estamos, podemos entrenar monos para que trabajen por nosotros, fabricando ítems e irguiendo estructuras. Con la suficiente cantidad de monos podemos tener un fluido sistema de trabajo, debiendo nosotros indicar qué construir y dejando que la inteligencia artificial del juego se encargue del resto.
Es cierto, sin embargo, que a veces la inteligencia del juego comete saltos de lógica. En todo mi tiempo de juego no supe cómo hacer—o si acaso era posible—para que los monos almacenen ítems específicos en contendores específicos. En general los pequeños desgraciados agarran todo ítem a la vista y los encajan en el primer cofre que encuentran libre, si es que el que indicamos como principal está lleno. También a veces los monos dejan de trabajar y no siempre es evidente por qué, debido a que los pequeños iconos que utilizan para indicar qué deberían estar haciendo no son demasiado claros en estas instancias. A veces ocurre que el ítem que necesitan para completar un trabajo no está entre los cofres, o bien han gastado la herramienta que tenían en las manos y no saben buscar ellos mismos en los cofres para encontrar otra. Son pequeños desbarajustes que, cuando uno intenta formar un sistema de trabajo fluido, se sienten mucho.
Las islas ocultan peligros. Si bien nosotros podemos defendernos mediante una buena colección de armas que iremos descubriendo en nuestro viaje por el catálogo de objetos, lo cierto es que la verdadera fuerza está en los números. Podemos dar armas a nuestros monos y mostrarles cómo atacar, y a partir de ahí tendremos una patota de primates armados siguiéndonos a todos lados, listos para defendernos. Esto es ideal a la hora de entrar a las Bóvedas que hallaremos por la zona: pequeñas catacumbas que ocultan algunos ítems de gran interés—e incluso nuevos monitos—protegidos por enemigos. Más interesantes y peligrosos son los Templos que también se ocultan en algún lugar en la espesura de las junglas. Estas instancias son largas y complejas, y hasta cuentan con varias habitaciones cerradas mediante puzles en los que tendremos que utilizar todo nuestro ingenio… y también la habilidad de nuestros monos para imitar nuestras acciones.
Quizá el principal inconveniente de The Survivalists es una tendencia a caer en un peligroso bucle de repetición. No tardaremos en encontrar un enorme proyecto que apunta a ser el objetivo final para nuestro escape, pero para culminar esta obra habrá que superar múltiples etapas de construcción, cada una requiriendo de ítems más y más complejos. Gracias a una balsa accederemos a nuevas islas con nuevas materias primas, Bóvedas, Templos y distintos biomas a explorar; pero el núcleo del juego se mantendrá constante durante casi toda la partida: edificar una base de operaciones y organizar a nuestros monos para realizar trabajos para nosotros.
El apartado estético de The Survivalists goza de colores brillantes y diseños agradables, lo que hace de la exploración una experiencia bastante amena; pero el sistema de juego en general también la hace una experiencia muy lenta. The Survivalists es un juego que lleva tiempo. Mucho tiempo. Llega a ser sorprendentemente relajante una vez que entramos en su flujo. Esto en solitario, claro, pues el juego también cuenta con modos multijugador en el que podremos encarar el desafío con amigos y desconocidos online. En esta modalidad viajaremos a la nueva isla con nuestros cinco monos favoritos, y tendremos acceso a un cofre especial que puede almacenar objetos entre sesiones.
Siento que The Survivalists consigue cumplir con lo que promete, aunque no creo que eso lo destaque demasiado entre otros títulos del género. La saga de The Escapists ofrecía un concepto original en nuestros intentos de escapar de prisiones fuertemente vigiladas, pero en esta nueva aventura falta esa veta de originalidad. No es que The Survivalists no sea un buen juego capaz de acaparar horas y horas de nuestra vida; es sólo que—salvo por algunos detalles—no es un juego que se arriesgue a ir más allá de la zona de confort. Qué difícil es sobrevivir en un género cada vez más saturado en la industria.
Sobreviví mi estadía en las islas de The Survivalists durante casi 16 horas. Suelo ser un jugador de avance lento que disfruta de los juegos de supervivencia a su propio paso, y por ese lado The Survivalists cumplió todas mis expectativas; aunque más allá de la mecánica de los monos, no me ha sorprendido con prácticamente nada más. Sigue siendo una excelente opción para los amantes del género, y quizá una buena puerta de entrada para los que nunca tuvieron la experiencia.