Análisis | The Sojourn y sus puzzles de la luz y la oscuridad

Videojuegos de puzzles en primera persona hay muchísimos. Walking simulators ni les digo. Pero The Sojourn no se queda solo en el paseo. Se trata de un juego de puzles que llega de la mano del desconocido estudio Shifting Tides y nos transporta a un mundo de relajación y contemplación como pocos videojuegos del estilo. Es una experiencia interesante, pero la suma de sus partes no termina de convencer. Veamos por qué.

Visualmente es una locura. Los screenshots no le hacen justicia a lo bien que se ve al jugarlo

El juego no tiene preámbulos, de entrada nos zambulle en su mundo, invitando a la reflexión y consiguiendo una introducción potente. Los primeros compases de The Sojourn nos atrapan. Caemos de lleno en un universo de colores pastel y diseño austero con desafíos que plantean un juego de luz y oscuridad que inicialmente se siente fresco.

Los puzles se basan en la tele transportación, reconstruir estructuras y otras reglas propias. Alternamos entre un mundo de luces y otro de sombras, interactuamos con estatuas que abren portales. La aventura llega dividida por niveles y el objetivo es siempre abrirnos un camino a la salida, casi a través de un laberinto.

El ambiente nos absorbe. El primer contacto nos impacta de manera tal que no nos molesta que el juego no tenga una tecla para correr. Avanzamos lenta y meditativamente por vestíbulos y pasillos majestuosos que parecen las runas de una civilización ancestral digna de admiración.

Salas de puzles y más salas

Es difícil explicar la inmersión que consigue The Sojourn en sus mejores momentos, así como también me cuesta contarles la decepción que sentimos cuando invertimos unas 4 o 5 horas en la aventura. Entonces, empezamos a darnos cuenta que la historia es simplísima, al punto de que llegamos a reírnos de lo pretenciosa que es. También es cuando notamos que el diseño de puzles se repite.

El mayor problema de The Sojourn es que al final la experiencia se reduce a ser un videojuego de puzles por salas. Se siente vacío porque la justificación narrativa del juego no nos llena. Resolvemos los desafíos de una sala y pasamos a la otra, sin una recompensa tangible más que un poco de sarasa filosófica, frases que acompañan el inicio de cada capítulo y que son la única “historia” que llega a tener el título.

La historia nos la cuentan una estatuas. Y todo ‘male sal’ y genérico

Al final, es un problema de honestidad. Si The Sojourn fuese un juego de puzles puro, quizás la narrativa no nos decepcionaría. Pero su pecado es ‘aspirar a más”, querer ser una especia de Myst independiente y quedarse a medio camino. Un paseo interminable de puzles irregulares, a veces magníficos y otras veces aburridos, que hubiese terminado siendo una experiencia más sólida si durase la mitad. O si hubiese aprovechado su duración de 10 horas para darle libertad al jugador y no llevarlo siempre de la mano por un pasillo que conecta salas.

Los fanáticos de los puzles seguro van a encontrar disfrute en el juego, de toda formas. Al final y al cabo, si obviamos la repetitividad, The Sojourn ofrece un desafío justo, un diseño de puzles que nos lleva a pensar fuera de la caja y un apartado visual que nos absorbe y nos invita a abstraernos por hasta 20 minutos en un mismo puzle. Siempre sin frustrarnos, claro, porque si hay algo que hace bien el juego, eso es dejarnos avanzar a nuestro ritmo e incitar la relajación.

La experiencia se hubiese beneficiado de una historia más presente. Hay una tendencia a que este tipo de juegos tengan una narrativa crítica, como es el caso de The Witness o The Talos Principle, dos claras inspiraciones para Shifting Tide. Pero The Sojourn simplemente carece de magia. Nunca entendemos la gracia de lo que nos quiere contar y eso le quita sustancia y trasfondo al asunto. ¿Qué sentido tiene la estadía del protagonista en ese mundo que todo el tiempo parece que tiene mucho más de sí para dar?

Los mejores puzles son dignos de los dungeons más memorables de Zelda

El juego de Shifting Tides es majestuoso por momentos y por otros es sumamente genérico y aburrido. Intenté hacer las paces con él, pero a medida que pasaban las horas, me iba desenganchando, al punto que me desenamoré. Supongo que la experiencia con este tipo de juegos es muy personal, al fin y al cabo lo que constituye un puzle desafiante y lo que no depende de cada jugador. Pero si pensamos que The Sojourn está apuntado a amantes de los puzles, es justo ahí donde hace aguas porque hay demasiados juegos iguales que, en general, ofrecen una experiencia más concreta.

THE SOJOURN

19/9/2019 (PC, PS4, XBOX ONE)
5.5

Jugué unas 10 horas a The Sojourn en PC y la experiencia fue agridulce. No les voy a mentir, la pasé muy bien con algunos puzles, pero a medida que jugaba no se me dejaba de desinflar. Los momentos repetitivos y la historia vacía empañaron todo lo demás.