Amy (Giorgia Whigham) no se lució mucho en el primer capítulo, pero eso cambia ahora cuando vemos cómo termina llevándose con Frank (Jon Bernthal). ‘Fight or Flight’ es un capitulo con bastante humor gracias a la relación entre estos dos. Se odian, pero con gracia. Amy termina siendo el personaje que baja un poco a tierra las locuras de nuestro Castigador, como cuando comienza a hacer un boquete para escapar del motel y ella le pregunta “¿Qué locura te picó ahora?”. A Frank lo queremos así, impulsivo y violento, pero esta dinámica de que la serie se burle un poco de él está muy buena.
El humor pasa por el lado de que ahora a Frank nos lo pintan como un tipo que quiere salir de la vida del justiciero violento. Quiere, pero no puede. Siempre pasa algo que lo devuelve a la acción y a las piñas gratuitas. Amy es el personaje que nos recuerda un poco eso. Y bueno, la comedia no queda ahí, porque si Netflix no buscaba que nos riamos con la escena en la que ella le saca la bala del traste, no sé qué buscaban realmente.
Este episodio tiene un ritmo más lento. Hay menos acción y ya empieza a sentirse el síndrome de “a las series de Marvel / Netflix siempre le sobran minutos”. Pero Frank tiene carisma y no hay nada todavía que nos quite las ganas de seguir viendo.
Por otro lado, tenemos la sub-trama de Billy Russo (Ben Barnes) que todavía se siente muy desconectada de todo lo que está viviendo Frank. Russo es un personaje central en los comics de The Punisher y sabiendo que está recuperándose implicaría verlo desfigurado como Jigsaw finalmente, pero… parece que la serie va a tomarse su tiempo en conectar a ambos personajes. Al final del capítulo, Frank y Amy terminan en prisión, por lo que él termina llamando a Madani (Amber Rose Revah) a ver si quiere ayudarlo. Parece que la conexión va a venir por ahí, a pesar de que ella se rehúsa a darle una mano, lo que deja a The Punisher solo, a punto de combatir con las fuerzas religiosas de Pilgrim, el villano de turno del que todavía no sabemos NADA (¡y ya van dos capítulos!)