ANÁLISIS | The Last Campfire es como un cuento interactivo

The Last Campfire es uno de esos juegos que al terminarlos no sentís que terminas un juego sino que terminaste de vivir una historia. Es algo que juegos como “Celeste” me hicieron sentir y aunque The Last Campfire no venga acompañado del gameplay plataformero casi perfecto de “Celeste”, no se queda atrás en la pequeña pero hermosa historia que tiene para contar. Se trata de una aventura que no tiene nada que ver con lo que uno esperaría de Hello Games, nombre atado al polémico y exitoso No Man’s Sky: esto es un viaje en una dirección por completo distinta.Controlaremos a Ember, una figura encapuchada que perdió el camino a su destino y nuestro único objetivo durante todo el juego es seguir adelante mientras retomamos la senda. En nuestro viaje encontraremos algunos campamentos que funcionan como el centro de cada “nivel” del juego. En ellos, iremos conociendo personajes que necesitan nuestra ayuda pero también son sitios importantes porque es donde volverán las “almas en pena”.

Este es el nombre de otros personajes que, al igual que el nuestro, tenían que completar un viaje pero nunca lo lograron. Perdieron toda la esperanza y así se convirtieron en piedra sin poder moverse. Nuestro objetivo es ayudar a cuantos más podamos para que se nos abra el camino en el que continuaremos nuestra aventura. Estas almas personifican también el núcleo jugable de The Last Campfire, que consiste en una serie de puzzles. Estos varían en su complejidad: la mayoría son fáciles y sencillos; otros ni siquiera parecen puzzles y pocos representan un real desafío si no nos tomamos el tiempo para pensar bien su resolución. Lo más interesante de todos estos puzzles, sin embargo, es que cada uno de ellos tiene una temática que está atada a la personalidad o historia de esa alma en pena.

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The Last Campfire se ve de maravillas más allá de su simpleza.

The Last Campfire se ve de maravillas más allá de su simpleza.

Por ejemplo uno de ellos se centra en un alma que siente que tiene que cambiar su personalidad para encajar en el resto de su grupo social, y el puzzle funciona alrededor de lograr que varias estatuas miren hacia una misma dirección. Otro puzzle tiene como protagonista a una chica que sentía que cada acción que tomaba era malinterpretada por todos, por lo que siempre terminaba en soledad. En el puzzle, tenemos que tratar que un cubo que escupe viento en varias direcciones no apague distintas fogatas mientras trata de llegar a su objetivo. La mayoría son de este estilo, y es la razón principal por la que incluso el puzzle más simple se sienta tan gratificante de resolver.

Además de los puzzles, iremos explorando cada uno de los grandes biomas que nos presenta el juego a modo de niveles, mientras conseguimos objetos que nos habilitan nuevos caminos, muy al estilo de una aventura gráfica. Por ejemplo, uno de los pasajes de The Last Campfire nos requiere encontrar una red para alcanzar una llave bajo el agua y luego abrir una puerta. Además de estos elementos, también encontraremos coleccionables que funcionan como poemas o cartas que no sabemos bien de quién son ni para quién, pero que logran dar incentivos para explorar un poco más. Igualmente, The Last Campfire hace un buen trabajo de que no nos sintamos abrumados con la cantidad de opciones o lugares a los que ir: esto se debe en gran parte al diseño del mapa en cada nivel. Ninguno de ellos es particularmente chico, pero la cantidad de lugares accesibles al comienzo de cada bioma es pequeña y se va expandiendo a medida que abrimos puertas o completamos puzzles, dándonos un sentimiento de expansión más que de exploración en lo desconocido. Todo se conjuga para darnos la sensación de que en verdad nos están llevando de la mano; y entre esto y los puzzles sencillos, no es difícil leer entre líneas la clara intención de Hello Games de alejarse de lo complejo para abrazar lo sencillo.

Y es que The Last Campfire brilla en eso: su sencillez. Aunque presenta elementos de juegos de ingenio y aventura, es a grandes rasgos un pequeño cuento narrado mediante los recursos de un medio como el de los videojuegos. De allí que pretende ser más bien una experiencia, porque en lugar de darnos puzzles rebuscados o complicados prioriza el fluir del relato por sobre la posibilidad de trabarnos en un nivel por horas, o tener que dedicar recursos a cómo hacer interactuar los objetos en distintos lugares. Su foco está en lo narrativo, la dirección del sonido, las animaciones de sus pocos personajes y sobre todo, en el diseño general. Todo funciona en conjunto para que al final del juego, cuando su gran mensaje nos llegue, tenga el impacto suficiente para emocionarnos, cosa que consigue con holgura. Gran parte de esta magia funciona porque absolutamente todo el juego, como todos los diálogos de todos los personajes y las historias de las “almas en pena” que escuchamos en los puzzles están narrados, lo cual fomenta más la sensación de que estamos ante un cuento y no tanto un juego propiamente dicho. Esto realza el trabajo narrativo y suma enteros en la sensación de inmersión.

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Artísticamente, The Last Campfire mantiene su filosofía simplista, pero siempre con efectividad, cosa que se evidencia en los modelos, texturas y escenarios, como también en la música. La banda sonora está compuesta de pocas canciones, pero están bien esparcidas y la dirección es lo suficientemente sólida para alternar la baja intensidad al darle énfasis a la narradora, como también cuándo pasar a un foco más agresivo en los momentos más intensos. Esto, en conjunto a los increíbles efectos de sonido y animaciones de los personajes, termina dándole mucha vida a esta historia. En términos de rendimiento, sólo encontré algunos errores de colisiones que me impidieron moverme pero que se solucionaron tras unos segundos, teniendo que reiniciar el juego en una ocasión. Nada muy grave, pero estos errores están.

Creo que la duración de un juego no es algo negativo si funciona en lo que se propone lograr, pero no voy a mentir que al finalizar The Last Campfire quedé un tanto sorprendido y con ganas de un poco más, sobre todo porque realmente me encariñe con Ember. Es corto, y no tiene una gran complejidad en el gameplay, pero solo por la pequeña historia en mi opinión vale la pena jugarlo. El único motivo por el que no lo recomendaría es si definitivamente necesitas un juego demandante y con una jugabilidad profunda: algo que no vas a encontrar. Así y todo, la nueva creación de Hello Games es un gran juego que logra su propósito.

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THE LAST CAMPFIRE

(27/08/2020 PC, PS4, XBOX ONE, SWITCH)
7.5

Jugué The Last Campfire durante 6 horas y media y terminé toda la historia principal, haciendo gran parte de lo secundario. Lo recomiendo a cualquiera que disfrute de una buena historia sin darle tanta importancia a una falta de gameplay o a la corta duración.