ANÁLISIS | The Flash S05E19: Snow Pack (Spoilers)

El final de “Godspeed” nos dejó un gustito bastante amargo en la boca porque, de alguna manera, el dolor de Barry tras la traición de Nora se hizo sentir más allá de la pantalla. Y la cosa no se quedó ahí. La decisión apresurada e impulsiva (justificada o no) de enviar de vuelta a su hija al futuro, va a tener consecuencias inmediatas y distantes por lo que podemos ver a lo largo de “Snow Pack”, un capítulo que se concentra en la familia, y no sólo la de los Allen. Si la confrontación entre padre e hija fue uno de los puntos más altos del episodio anterior, la de Iris con su marido no se queda atrás, dándole al personaje de Candice Patton la posibilidad de expresar todo eso que lleva guardándose por varios años, en relación a las resoluciones que viene tomando el superhéroe “por el bien mayor”. Una discusión que no acaba en buenos términos porque, admitámoslo, Barry no sabe lo que es soltar.

Todos estamos de acuerdo en que Eobard Thawne es un ser horrendo y manipulador que marcó para siempre la vida del velocista al asesinar a su mamá, pero también es el responsable de la “creación” de Flash, aunque con sus propios y retorcidos propósitos. Dicen que yerba mala nunca muere, pero el Reverse-Flash de 2049 parece una persona diferente en busca de redención y de encontrar una manera de subsanar los errores de su pasado. De ahí su conexión con Nora, una relación casi paternal que encuentra muchas semejanzas en la de Eobard con su papá, al menos en una primera instancia donde había tanta admiración como odio, y desde acá no conocíamos los maquiavélicos planes del villano.

Queremos creer que las intenciones de Thawne son buenas, al menos cuando se trata de guiar a la joven Nora, necesitada de esta figura paterna en el futuro (al fin y al cabo hizo todo este quilombo para conocer a papá y salvarlo de Cicada). Pero nada de esto parece importar para Barry, porque las acciones de su más grande antagonista mancillaron su confianza al punto de no querer perdonar las acciones de la nena. Lo que nos lleva de vuelta a su pelea matrimonial, y lo que desencadena.

Una fría reunión familiar

Por un lado, Iris no se piensa quedar de brazos cruzados y decide reprogramar la vieja y querida Time Sphere para viajar a 2049 y arreglar las cosas con su hija, pero la pelea con Barry también afectó a la velocista, que vuelve a recurrir a Eobard en busca de respuestas. No hay chances de que Nora vuelva a 2019 sin ser detectada por Allen quien tiene la Speed Force bien vigilada. De ahí que Thawne se precipite a enseñarle a usar la Negative Speed Force, su propia fuente de energía para viajar a través del tiempo, impulsada por sentimientos menos felices. Y sí, ese mismo odio se convirtió en la fuente de poder de Reverse-Flash, y el enojo West-Allen no se va a quedar atrás.

Después de una primera prueba fallida, donde Thawne se da cuenta de su error inmediato, Iris llega al futuro junto a Ralph para intentar consolarla y enfrenar a Eobard, pero el tiro le sale por la culata y todo lo que logra es que las emociones más violentas ganen esta pulseada y Nora se adentre en la Negative Speed Force sin miramientos. Sabemos que esto no va a terminar nada bien, sobre todo cuando el final de este episodio nos devuelve una imagen bastante perturbadora de la chica que, en seguida, nos recuerda a aquel primer arribo de Reverse-Flash dispuesto a acabar con su enemigo.   

Los quilombos de los Allen no son los únicos que pueden afectar el presente de Central City. Con el Team Flash un poco diezmado de momento –Cisco cambió de Tierra para tratar de encontrar el paradero de Cicada II y Sherloque ya no está tan bien visto dentro del equipo-, a Barry y Caitlin les toca lidiar con los problemas inmediatos, entre ellos la desaparición de la pequeña Gracie del hospital (secuestrada por su versión futurista), y un robo en Tannhauser Industries, donde Icicle (Kyle Secor) -el malévolo papá de Snow– se hizo con un cryo-atomizer, un aparatito que puede enviar a la ciudad a una nueva Era de Hielo. Pero el señor tiene otros planes y, además decide secuestrar a su hija y a su ex esposa, la doctora  Carla Tannhauser (Susan Walters), para convertirlas a su imagen y semejanza. La idea del alter ego malvado del señor Thomas Snow es eliminar para siempre el lado más humano de su familia, transformándolos a todos en malévolos seres de sangre helada.

Nos problemas nunca se acaban 

Como Killer Frost se encariñó con su otra mitad, sale a darle pelea, pero después de una confrontación de la que Frozono estaría muy orgulloso, es papá Tom el que decide salvar a su hija ganando el control sobre las intenciones asesinas de Icicle. Mientras tanto, Barry hace lo propio con Carla (que al final no escapa de la transformación metahumana), pero Cicada decide intervenir, robarse el cryo-atomizer para sus propios planes (de los cuales no tenemos la menor idea), y matar a Thomas en la volteada quien termina sacrificándolo todo por su familia.

Es ahí donde Allen se da cuenta de sus propios errores y resuelve bajar la guardia para reacomodar las cosas con Iris y ayudar a su hija. Un poco tarde, ¿no? Pero la intención es lo que cuenta, y ya veremos cuando se venga ese enfrentamiento entre velocistas.

“Snow Pack”es un capítulo necesario para acomodar todas esas cosas que quedaron picando en el anterior. Tal vez intenta meter demasiado al mismo tiempo y exagera un poquito con el drama, pero ente los superpoderes y la acción, está bueno que también nos muestren el lado más sensible y vulnerable de estos héroes, que no son perfectos y también suelen tomar decisiones erróneas. Por ahí viene la importancia y lo mejor de esta entrega que se va acercando al final y, que desde el comienzo, hizo especial hincapié en las relaciones familiares de todos los involucrados, sean del bando de los buenos o de los malos.