Después de un arranque de media temporada un tanto tibio, “The Flash” se pone más dramática a expensas de las relaciones familiares. Orlin Dwyer/Cicada (Chris Klein) había estado guardadito desde el ataque del velocista al hospital en el episodio número 100, pero después del descanso y mantener el bajo perfil por un par de semanas, decide retomar su cruzada revanchista en contra de los metahumanos, siempre con la ayuda y el apoyo de la doctora Ambres (Lossen Chambers).
Esta vez, el villano va en busca de un grupo de criminales con poderes siguiendo sus paraderos a partir de una lista de la policía de Central City. Esto implica que alguien de adentro está involucrado, tarea que Cecille Horton va a tomar en sus manos hasta hallar al culpable. Mientras tanto, Cicada sigue asesinando metas, y en uno de los encontronazos con el Team Flash, Nora queda gravemente herida y sin la posibilidad de sanar tan rápido como debiera.
Con su hija inválida por el momento, Barry Allen ya no puede controlar su miedo y sus emociones. La ira se apodera de él de un modo que nunca había experimentado, y ahora está totalmente dispuesto a aplicar el ojo por ojo cuando se trata de las acciones de Dwyer.
Por ahora, y mientras buscan la manera de detenerlo, Flash y Horton urden un plan para poner a salvo al resto de los metahumanos de la lista. La idea es encontrarles protección por medio de los federales y trasladarlos a un lugar más seguro con nuevas identidades, para lo que Cecille va a mover sus influencias. El problema es convencerlos del peligro y de aceptar esta ayuda, pero es ahí donde entra el encanto de Killer Frost y sus contactos con el bajo mundo como Norvock (Mark Sweatman), quien pudo escapar de la ira de Cicada.
“Seeing Red” invierte los roles por un ratito y nos muestra que los malos no son tan malos y que los buenos a veces se equivocan. Por un lado, tenemos a Barry queriendo salvar a estos criminales de carrera que ya cumplieron su condena, pero también empecinado en acabar con Orlin después del ataque a su pequeñita. En la otra vereda, están los metas como Norvock que, llegado el momento, dejan escapar su lado más honroso para ayudar a los demás. O personajes como el oficial Jones (Klarc Wilson), quien juró proteger a los habitantes de la ciudad, pero también se suma al raid vengativo de Cicada.
Llegado el momento, Barry puede decidir si mata a este temido enemigo, pero es Nora quien logra persuadirlo de lo contrario, dejando que escape una vez más. Al darse cuenta que el amor de su hija es altamente eficaz, Flash resuelve que este es el enfoque que deben aplicar con el villano, apelando a su cariño y compasión, tratando de curar a su pequeña Grace. El problema es que también le dio nuevos argumentos al revelar que XS es familia directa, un detalle no menor que no va a dejar pasar y, seguramente, intentará usar en su contra.
Cuesta creer que el Team Flash haya tardado tanto en llegar a esta conclusión tan obvia, pero no olvidemos que esta es una serie de veintitantos episodios que hay que llenar. Igual, “Seeing Red” es un capítulo con grandes momentos ligados a las relaciones, como el de Caitlin Snow y su alter ego, preocupada porque la científica quiera usar la cura para metahumanos de Cisco en su contra. Algo que sabemos nunca va a pasar, ya que no hay dúo más dinámico y sobreprotector que estas dos heroínas.
Mientras todos ponen manos a la obra para atrapar a Cicada y evitar que siga haciendo estragos, Sherloque Wells mete las narices donde no lo llaman, convencido de que Nora esconde algo importante. Claro que tiene razón, pero no le queremos dar la derecha a este franchute que cada vez está más cerca de descubrir la cercana relación que West Allen tiene con Eobard Thawne/Reverse-Flash, uno de los peores archienemigos de su papá, y el responsable de la muerte de la abuela Nora.
En este punto, esta trama resulta mucho más interesante que la del villano de turno, pero todavía no estamos seguros que pretenden Greg Berlanti y compañía cuando se trata del futuro del Corredor Escarlata y sus aventuras televisivas.
PUNTAJE: 7.0