¡El juego de más de treinta años que todos conocemos está de vuelta, otra vez! Y resulta ser que es muy bueno. Pero bueno de verdad. Tipo frases taquilleras al estilo “No es un Tetris más” ó “Nunca jugaste un Tetris como este”. Tomenlo de quien viene, ¡yo odio Tetris! O por lo menos eso pensé hasta mi tercer década de vida. “Tetris no es para mí”, me defendía. Pero en el fondo lo odiaba. La joya millonaria de Alexey Pajitnov que arrasaba con el mundo no funcionaba en este mozalbete impertinente con casquito a la Heidi. Pero hoy admito con vergüenza que así fue…
Todavía se mantiene fresco el recuerdo de mi primer Game Boy, el original, acompañado de su copia de Tetris. Todos lo amaban. Mis hermanos, mi vieja… ¡mi vieja!, que cuando apreta CTRL + X se pregunta a dónde fue lo que cortó. Se armaban grandes desafíos, y el líder de la tabla era un puesto rotativo, el Campeón siempre tambaleante. Pero conmigo no había caso. El sinfín de piezas de diferentes gradientes de verde ocre caían en configuraciones imposibles para mi cerebro, y en un par de líneas me encontraba con la soga al cuello. No tenía ese don compartido por la familia, el gen me había esquivado. Pero eventualmente todo cambió, por fortuna o habilidad, de la mano de Tetris Effect.
Esta joya bien podría haber pasado de largo en mi vida, como tantos otros. Pero me agarró en un momento seco de gaming, donde me alejé de mis RPG, indies y juegos de aventura, y fui a la tienda de PlayStation en busca de un refugio para distender mi dolorido córtex cerebral luego de extensas jornadas laborales. Fue su aspecto visual lo que me llamó la atención y el nombre de Tetsuya Mizuguchi le daba el sello de calidad. La leyenda detrás de Rez había sabido cautivarme en el pasado, y si el reciente remake de su clásico era un indicio, el poder gráfico de este nuevo Tetris sólo, valía el precio de admisión.
Cuando se habla de inmersión en el medio siempre se menciona su nombre, y nunca en ramas convencionales. Y viendo el resultado, se puede decir que la apuesta de darle la licencia de Tetris a Mizuguchi y Enhance, Inc. rindió con creces. Aún si Tetris no es lo tuyo, vale la pena ver jugar Tetris Effect. Es una fresca exploración de un mundo nuevo, un lado de Tetris que nunca vimos, que reacciona a cada uno de nuestros movimientos; que nos reconforta con su estilo de juego clásico y nos maravilla con sus atemporales efectos visuales.
Journey es el modo de juego principal, un Modo Historia, si a Tetris se le permite tener tal cosa. Y es una oda en honor a este gigante de los puzzles. Consiste en 27 niveles de Tetris con tres dificultades para elegir, y como el nombre indica, representa un viaje a diversos lugares, sensaciones y emociones, todas recreadas con un alto nivel de excelencia gráfico, con complejas animaciones y un estilo increíble. A lo largo de estos niveles No solo exploraremos Tetris en su forma más común, sino también una enorme variedad de escenarios, cada uno de estos con estilos desorbitantes, soberbio uso de efectos de partículas e iluminación, y un trabajo artístico que parte de excelentes conceptos.
El modo abarca conceptos tan grandes, v isuales y auditivos, que casi podría considerarse un álbum conceptual. Cada escenario tiene una progresión que cambia acorde a lo que hagamos, ya sea que progresemos o apretemos más el nudo a la garganta, y los resultados son siempre estrambóticos, hasta literalmente gloriosos en algunos casos. Sobre todo cuando consideramos la música, que no se queda atrás. Es variada y de una excelsa producción, pero también tiene el componente de reaccionar a nuestros movimientos, no sólo en cuanto a progreso del nivel sino también en pequeños movimientos, creando una experiencia audiovisual muy singular, guiada por cada una de nuestras acciones. Shh! Spoiler: Más sobre esto, luego.
Journey cimentó mi cambió de bando definitivo: ¡Me gustaba Tetris!. Más allá de la experiencia audiovisual, este modo mezcla un poco las cosas y se aleja de la clásica progresión de Tetris. En vez de ser lineal, la velocidad de las piezas cambia de a intervalos, acompañados con las animaciones y la música, entrelazados de forma casi perfecta. Cada nivel tiene picos y valles llenos de tensión e imágenes y sonidos apacibles, que hacen de cada nivel una experiencia especial.
Dato aparte para los lelitos como yo: Este modo incluye la habilidad Zone, que una vez llena permite detener la caída de piezas y ubicar un puñado en lugares claves para hacer combos de líneas. Aunque un poco fuera de reglamento, en este modo tan particular e impredecible (a veces al punto de la frustración) es más que bienvenido. Aún así, no me da miedo admitirlo, mi primera experiencia con el juego fue el Modo Entrenamiento donde es imposible perder, y llevé a Journey con orgullo las armas que aprendí en ese simplón pero agradecido modo de juego.
Contando únicamente Journey, Tetris Effect significa un gran avance para Tetris, ¡la primera innovación en años! Si se quiere, Tetris es la epítome de los videojuegos con la maldición comercial de no poder ofrecer otra cosa más que Tetris. Así en el pasado se nos hizo difícil para los disidentes. Recién a los veinte años de edad dejé de estresarme por el juego. La competencia local con mamá ya no era tan férrea, y la sombra del Tetrominó hacía tiempo no se cernía sobre mi alma. Así, me permití jugar algún que otro Tetris, hasta revisité con misma torpeza infantil la versión de Game Boy.
Esta experiencia me enseñó que en realidad no había millones de piezas sino siete. ¡Mejor aún, sólo cinco formas! Y se podían ubicar de maneras que no se me habían ocurrido jamás. Así aprendí a encomendarme al palito salvador, meter el cuadrado amarillo en cualquier parte y preocuparme únicamente por que la línea en la que se está jugando quede cubierta por un pedazo de la pieza. ¡Así se juega Tetris!
¡Y sí que aprendí! Tetris Effect tiene un montón de modos basados en los escenarios de Journey, algunos convencionales como completar una cantidad específica de líneas y otros no tanto, como resolver un tablero con solo cuatro piezas o lidiar con modificadores como piezas gigantes o un tablero al revés, entre otros tantos. Esta entrega estalla de contenido, con diversas y divertidas formas de jugar Tetris, y con el valor agregado que el aspecto visual jamás se sienta reutilizado. Y si hay algo que me transmitió, que creo que es esencial en cualquier buen Tetris, es la sensación de perderse dentro del juego; aprender los patrones y dejar que la mente solita lidie con resolver el problema. Gran juego de medianoche.
Los 27 escenarios del juego son muy característicos, y nos permiten visitar diferentes partes del mundo, e inclusive el mundo acuático. Y como bien dijimos antes, no se trata solo de lugares, sino también sensaciones. Hay un nivel de Journey en particular, donde suena una base de jazz de fondo y con cada uno de nuestros movimientos formamos una canción improvisada. Este modo en particular, que tal vez no tenga tanto que ver con Tetris, encapsula a la perfección esta nueva entrega. La inventiva que incluye para hacer del juego más clásico del mundo algo nuevo y fresco. Ese nivel en particular es uno de los más frustrantes, pero a la vez uno de los más increíbles, y el más digno de mostrar a amigos y extraños.
Hoy ya estoy pasado en pirulos, los treinta de base con los que arranqué quedan cada día más lejos, y siento haber jugado casi todas las medianoches de un mes, lo que muchos juegan en una vida de Tetris. Ya me siento confiado de mis volteretas, hasta canchero diría. Hace tiempo aprendí que la L además de vertical, puede entrar horizontalmente, y estoy comenzando a adentrarme en conceptos modernos de Tetris, como el mítico T-Spin y la capacidad de retener piezas.
Dicho todo esto, no tengo PS VR. Pero me aseguré de poder tener uno por lo menos por una semana, porque sabía que iba a ser algo único. Me dediqué a jugar algunas pasadas más del modo Journey y el resto de los modos. Debo decir que mis sospechas no eran equivocadas, es una experiencia sin igual. Principalmente por el simple hecho de que todo lo que proyecta el juego, desde lo visual hasta lo auditivo, parece estar justo ahí frente. Todo lo que no es Tetris en este juego se ve amplificado por un millón. Lo positivo es que cuando tuve que devolverlo, todavía tenía un excelente Tetris en mis manos.
Lo bueno de Tetris Effect. Mejor dicho, lo mejor de Tetris Effect, es que después de todo lo que le suma el diseño Tetsuya Mizuguchi y el VR, al final del día es un Tetris más. Es un excelente Tetris. El VR le suma al increíble arte, pero cuando ya lo experimentaste una vez, es reconfortante saber que podés poner Tetris Effect y jugar un excelente Tetris, que además se ve y oye como ningún otro hasta hora.
DESCARGO: Este juego, aunque eternamente privado de las denominadas “innovaciones”, incluye ideas frescas y novedosas, aún así no hace milagros. Si el Tetris básico nunca fue para vos es muy difícil que cambie tu percepción del juego, ya que comparte las reglas viejas y conocidas. Pero si Tetris es lo que te interesa, por cualquier razón fuere, no hay mejor experiencia que la que ofrece Tetris Effect, con o sin VR.
Nos guste o no, todos hemos jugado algún Tetris. Incontables personas, han jugado muchísimos Tetris diferentes, pero de verdad, ninguno de esos es como este. Y en su mayor puesta en escena, con VR y todos los chirimbolos, podría decirse que es hasta una experiencia trascendental.