Mi primer encuentro con Surgeon Simulator 2 no fue el mejor. El juego no hacía otra cosa que irritarme desde todos los ángulos posibles; pero todavía podía sentir que en algún lugar de su código estaba esa chispa de genialidad que había convertido a su primera instancia en un clásico indie, y estaba decidido a buscarla. Puedo decir que encontré lo que buscaba y que, con el transcurso de las horas, le fui tomando mucho más cariño al juego; pero al final del día hay que hacer un balance de todo lo que experimenté en mi viaje y decidir si valió la pena el esfuerzo. Adelante, pues.
El primer Surgeon Simulator tenía una idea bien enfocada: realizar operaciones quirúrgicas mediante un esquema de control terriblemente obtuso y un sistema de física hipersensible. Nuestro protagonista no podía moverse de su lugar, limitando la vista al pobre diablo en la mesa de operaciones y las herramientas y otros objetos literalmente al alcance de la mano. Definitivamente una idea cuyo concepto podía expandirse más allá de las limitaciones del original, y ciertamente Bossa Studios llevó el concepto tan lejos como pudo. Ahora nuestro protagonista puede moverse a piacere por niveles complejos y laberínticos, y encarar los desafíos de cada operación con la ayuda (o incordio) de hasta tres jugadores adicionales… y lo único que hubo que sacrificar es la complejidad de las cirugías, que habían sido las estrellas del primer juego.
Como los nuevos cirujanos de un hospital sospechosamente carente de gente, nuestros pasos son guiados mediante el sistema de parlantes por la directora del hospital, quien nos dará las instrucciones para llevar a cabo delicadas intervenciones quirúrgicas… que de “delicado” no tienen absolutamente nada, pero ya llegaremos a eso. Estos niveles de tutorial son una buena introducción a muchas de las novedades de esta secuela, pero también son una parpadeante señal de alarma ante algunos de los cambios más cuestionables en el diseño del juego. Partamos de la base que Surgeon Simulator 2 no es un juego para tomarse en serio pero ni de casualidad, y eso está perfecto: todo su universo es delirante, las operaciones son ridículas, y ese intento de historia de fondo no podría ser más innecesario.
A lo largo de apenas 11 niveles—sin contar dos niveles de tutorial—iremos develando una trama que hasta se siente un poquito inspirada en el primer Portal, y pronto veremos que se pone mucho más énfasis en la exploración de mapas y niveles que en las cirugías en sí mismas. Es decir, las cirugías siguen siendo el núcleo de cada nivel, pero ahora el desafío no es exactamente realizarlas, sino encontrar todos los elementos necesarios para llevarlas a cabo. Y el primer elemento a encontrar es a nuestra pobre víctima: Bob.
“Bob” es el nombre que se le da a todos los sujetos que operaremos; todos ellos idénticos, por cierto, y la historia de fondo está destinada a explicar por qué. Bob consta de múltiples piezas—órganos y extremidades—que pueden y deben ser removidas para luego reemplazarlas por piezas sanas. A veces habrá que romper la caja torácica para acceder a algunos órganos, y otras veces incluso habrá que quitar algunos órganos del medio para poder acceder a las capas inferiores. Es posible arrancar las piezas con nuestra propia mano, pero eso causa que Bob sangre a conciencia. El correcto uso de herramientas específicas (serrucho, bisturí) genera mucho menor sangrado. En todo caso contaremos con dos jeringas que podremos aplicar al paciente: una amarilla para detener el sangrado y otra roja, que lisa y llanamente es sangre adicional. Si Bob se queda sin sangre es Game Over.
Cada Bob que hallamos tiene una serie de objetivos a cumplir. Dicho de otra forma, una lista de piezas a cambiar. Podremos ver los detalles mediante las pantallas de los scanners médicos, donde también se mostrará el nivel de sangre y la copiosidad del sangrado. Pronto descubriremos que las cirugías en sí mismas no sólo son muy sencillas, también se vuelven terriblemente rutinarias; en especial una vez que nos damos cuenta de algunas pequeñas reglas ocultas que hacen de estas intervenciones una trivialidad. El verdadero desafío, nivel tras nivel, es navegar los pasillos de arquitectura retorcida del área y encontrar las piezas necesarias para realizar la operación en primer lugar.
Aquí es donde Surgeon Simulator 2 parece tomar sus elementos de Portal: el juego es—más que nunca—un puzzle de escenario. De repente debemos lidiar con puertas cerradas, enormes botones, palancas, scanners de tarjetas de identificación, ductos de ventilación, sistemas lógicos, paneles de electricidad y muchas otras ocurrencias; todo para intentar dar con las piezas necesarias para el Bob de turno. No me parece una idea terminalmente mala, pero si esperaban una experiencia de juego mucho más cercana al del original, ya se pueden ir olvidando. De hecho, debido a que ahora el juego es una aventura de lógica y navegación en primera persona, el sistema de control debió simplificarse muchísimo a la hora de operar. Seguiremos controlando nuestra mano, que permanece eternamente extendida al frente, pero ya no controlamos cada dedo de forma independiente, sino que un simple click del mouse cierra nuestro puño, agarrando cualquier objeto que estuviera a su alcance.
Sigue siendo desafiante operar cuando se está bajo presión, pero temo que no alcanza el mismo nivel que el juego original. Ahora el enfoque es otro; más ridículo y ameno para disfrutar con amigos… porque Surgeon Simulator 2 hace especial énfasis en el juego multijugador. Si bien es perfectamente posible terminar la campaña en solitario, muchos de los caprichos en el diseño de sus mapas dan a entender que la experiencia va a ser más amena con la asistencia de otros jugadores. Está clarísimo que éste es un juego para encarar con amigos y pasar un rato genial riéndonos de la física del juego; casi como si de un Overcooked en 3D se tratara. Me atrevo a añadir que parece especialmente diseñado para transmitir en vivo. Todo eso está muy bien, pero para el jugador solitario la situación desmerece un poco.
Más que desmerecer, irrita. Y a veces irrita bastante. Surgeon Simulator 2 tiene varios puntos negativos más allá de todo lo que sí hace bien, y algunos de ellos son severos. En menor medida diré que todo el intento de narrativa es sencillamente molesto, inconsecuente. En mayor medida, el problema principal es la pobrísima optimización para cargar el juego y para salir del mismo. No sólo pocas veces he visto un juego que tarde tanto tiempo en realizar la primera carga de recursos—al punto que pensé que el juego se había colgado—, tampoco había experimentado antes un título que demorase incluso más en salir al escritorio. Para peor, en un par de instancias ese temor a que el juego se haya colgado al inicio se volvió una realidad. Estoy convencido que estos inconvenientes técnicos se solucionarán con eventuales parches, pero por ahora quedan como un incordio imposible de ignorar.
Habiendo dicho esto, si sólo hay poco más de diez niveles en toda la campaña principal, ¿dónde está la gracia? Y la respuesta es: en el contenido generado por los demás jugadores. El juego viene con un poderoso editor de mapas que, una vez más, parece tomar notas de Portal, o más exactamente del editor de Portal 2, permitiendo un diseño dinámico de niveles mediante comandos sencillos. Uno de los elementos más interesantes de este editor es el sistema de lógica que permite conectar diversas piezas para realizar acciones específicas; por ejemplo, un botón que activa una puerta. Buena parte de mi tiempo en el juego fue invertida en probar algunas de las creaciones de otros jugadores, y los resultados han sido muy interesantes: mientras que algunos seguían firmemente la filosofía del juego principal, otros encontraron conceptos divertidísimos para experimentar: por ejemplo, atender un “restaurant para caníbales” en el que debíamos cumplir con una serie de pedidos de órganos en las mesas correctas.
Vuelvo a ver a Surgeon Simulator 2 hoy, tras haber pasado casi 10 horas en su compañía, y mi opinión ha cambiado bastante respecto de lo expresado al inicio de la nota. Ahora puedo ver lo que Bossa Studio intentaba lograr con este nuevo juego y debo decir que han alcanzado cierto éxito. Sin embargo, siguen habiendo varias cosas que me hacen dudar de la vida a largo plazo del juego, y sólo espero estar equivocado. Por lo pronto, Surgeon Simulator 2 resulta ser una experiencia difícil de digerir en un principio, pero que nos va cautivando más cuanto más lo conocemos; particularmente si es con amigos. Es una lástima que se resista tanto a darse a conocer.
Jugué Surgeon Simulator 2 durante aproximadamente 10 horas; casi la mitad de ellas explorando el editor de mapas y disfrutando de algunas creaciones de otros jugadores en multijugador. Fue una primera impresión difícil que casi me hace abandonarlo, pero con un poco de perseverancia el concepto del juego me terminó agradando más. Sólo espero que Bossa Studios solucione los temitas de optimización.