ANÁLISIS| Supergirl S04E11: Blood Memory (Spoilers)

“Blood Memory” es todo sororidad entre Nia Nal y Kara, quien decide acompañar a su camarada hasta su pueblo natal, Parthas -un lugar donde reina la tolerancia y armonía entre humanos y extraterrestres-, para que la chica se reúna con su familia durante el festival anual de la cosecha. Un motivo de celebración que viene mal predispuesto desde el comienzo, ya que Nia jamás les contó a los suyos sobre sus nuevos poderes adquiridos.

Los miedos de Nal vienen del hecho de que estas habilidades se transmiten de generación en generación a través de madres e hijas, y es su hermana Maeve (Hannah James) quien se preparó toda la vida para recibirlos con los brazos abiertos. Pero la verdadera cuestión es que Nia no nació con cuerpo de mujer, un detalle menor a la hora de convertirse en Dreamer.

“Supergirl”, y el Arrowverse en general, siempre hicieron gala de su diversidad e inclusión, pero de la mano de Dreamer dan un paso más allá, al darle un lugarcito a la primera superheroína trans de la TV, interpretada por una actriz trans: Nicole Maines. Su identidad de género es un tópico que ya formó parte de varios episodios de esta cuarta temporada, abriendo más el panorama de la empatía, siendo este uno de los temas principales de esta entrega.

La relación entre jefa y subalterna se va a estrechar un poco más tras la pasada por Parthas, sobre todo cuando descubran que tienen mucho en común de lo que pensaban: no sólo por ser extraterrestres que tratan de encontrar su lugar en la sociedad (Kara decide revelarle su identidad) y sus responsabilidades como heroínas, sino en sus relaciones fraternales, que no siempre son un jardín de rosas.

 

Nia es todo lo que está bien

 

Después de la casa de brujas que emprendió la coronel Haley para descubrir la verdadera identidad de Supergirl, Alex resolvió que lo mejor para salvaguardar el secreto de su hermana era deshacerse de esa parte de sus recuerdos. Las Danvers siguen siendo tan unidas y amorosas como siempre, pero la directora de la DEO ya no guarda la misma simpatía por la versión extraterrestre. Algo que se empieza a notar con la reaparición de los Sons of Liberty, aquellos partidarios de Ben Lockwood/Agent Liberty que decidieron tomar el testigo de su líder y seguir esparciendo el caos y la violencia siempre que aparece una oportunidad. Esta vez, el festival de la cosecha en Parthas donde los habitantes se adhieren al “pacifismo”.  

Pero también hay un atenuante que llega desde el frío, o mejor dicho de Kaznia, donde la doble de Supergirl está experimentando algunos problemitas de “salud”. Su tratamiento, accidentalmente, esparce algunos rayos gamma donde no debería, las drogas recreacionales que un par de jovencitos deciden comercializar entre varios miembros de una fraternidad de National City.

Las pastillitas contaminadas tienen el extraño efecto de Jekyll y el Mr. Hyde entre aquellos que las consumen, adquiriendo una fuerza sobrehumana, pero también una furia desbordada que deben aplacar a los golpes. La droga y sus efectos se vuelven un fenómeno viral que llega hasta los Sons of Liberty, dispuestos a todo para jugarles de igual a igual a sus enemigos alienígenas.

 

Todo mal con Supergirl

 

El miedo, la paranoia y los resentimientos siguen creciendo de ambos lados, y estos sentimientos también se esparcen en el círculo más íntimo de Supergirl. Sin poder resolver el problema inmediato con su hermana, Kara decide sincerarse con Nia, contarle su más grande secreto, y conseguir una nueva aliada en la lucha justiciera. Una unión que va a ayudar a Nal a abrazar su reticente lado superheroico y su destino tras la muerte de su mamá (Kate Burton), sabiendo que debe tomar el manto de Dreamer.   

“Blood Memory” es un episodio bastante flojito, aunque mantiene sus temas principales -la discriminación, la empatía- bien a flote. Mientras las Danvers deben encontrar el rumbo que perdieron junto con los recuerdos de Alex, James decide darle un respiro a las sospechas que tiene contra Lena y sus proyectos secretos, que también buscan otorgarles poderes a los humanos como para equilibrar la balanza. Una trama medio agarrada de los pelos, pero suponemos que se están aguantando hasta la llegada tempestuosa del Lex Luthor interpretado por Jon Cryer.

Lo mejor de “Supergirl” sigue siendo el corazón y las relaciones entre sus personajes, pero acá se nota que están estirando demasiado ciertos acontecimientos (lo peor de tener temporadas de 22 o 23 episodios), algo que le hace mal al ritmo y la coherencia de la serie.