ANÁLISIS | Super Smash Bros Ultimate

El mundo está hecho de contradicciones y el gaming no es ajeno a esto. Sin embargo, hacer un juego que sea de autor y pochoclero al mismo tiempo, suena tan imposible como una experiencia que sea profunda para los jugadores profesionales y casual para cualquiera con pulgares opuestos a la vez. Aún así, la estresada psiquis de Masahiro Sakurai logra lo imposible ante la Master Hand de Shuntaro Furukawa y un planeta entero ansioso de juzgar el nuevo Super Smash Bros Ultimate.  

Para comenzar a descomponer este juego, dejemos de lado desde un principio todo lo que puede referirse a cuestiones técnicas. Mientras que negar cuan detrás de sus hermanas mayores queda la Nintendo Switch en esta generación sería pecar de obtusos, seguir poniendo en duda los estándares de calidad de su hardware es igual de ilógico. Ultimate rara vez ofrece una experiencia por debajo de los sesenta cuadros por segundo, sin importar cuán cargada de personajes esté la pantalla o si esta se encuentra en nuestras manos o en su dock. Al jugador que solo le interesa empujar a sus contrincantes fuera del escenario, poco puede sumarle este detalle. Sin embargo para el atleta electrónico en potencia, al pornógrafo del benchmark y a los escoltas de la Master Race, esto significa la diferencia entre adoptar o no. Ahora bien ¿por qué comenzar un análisis con las especificaciones técnicas? Por que cuando ya no hay excusa de cómo puede funcionar un juego, todo lo que queda es el contenido.

Por poco imaginativo que suene, Ultimate es el mejor nombre que esta experiencia podría llevar. Cuestionar si será el último Smash o no puede ser carne para otra nota, pero si así lo fuera es innegable que la despedida tira la casa por la ventana. Y mientras que uno imaginaría que el descontrol es la mejor cualidad que una fiesta podría tener, este Smash responde a una serie de fórmulas muy bien aplicadas que aseguran la diversión en cada ítem del menú. Ultimate ofrece una experiencia completamente gamificada, haciendo que cada decisión que tomemos tenga una parte con la que interactuar, la cual que ofrecerá una recompensa inmediata.

Nunca hubo mejor manera de decidir cual es la mejor franquicia

Sin importar qué dificultad elijamos para jugar, el modo Arcade no nos llevará más de quince minutos de terminar y completarlo nos bañará en recompensas que van desde ítems para aplicar al modo historia hasta la posibilidad de combatir a un nuevo contrincante, que se unirá a las filas de los más de 70 personajes disponibles hasta el momento. ¿Perdimos esta batalla? No importa, con sólo terminar el modo Arcade una vez más se nos ofrecerá una revancha. ¿No le estamos encontrando la mano a un peleador? Podemos pasar en cuestión de segundos al modo Smash, elegir uno de los más de 100 escenarios y practicar con nuestro propio set de reglas ya sea solos o con amigos. Hasta los créditos ofrecen una experiencia a disfrutar transformando la lista de nombres ilegibles en un shooter que nos recompensa con aún más ítems para que nunca perdamos las ganas de jugar.

Todo esto podría llegar a parecer excesivo, sino fuera porque está calculado para administrarnos la diversión de manera progresiva. Mientras que al principio sólo contaremos con ocho personajes, el hecho de destrabarlos de a uno nos amplía el valor de la recompensa y nos seduce con la idea de probarlos a todos, cosa que dudosamente sucedería si estuviesen habilitados de entrada. Ultimate se adapta perfectamente a las largas sesiones de juego, como también a la filosofía Switch de experiencias fraccionadas donde podemos despertar la consola, jugar una partida rápida, obtener recompensas, dormirla y seguir con nuestro día.

El álbum de figuritas que se llena a las piñas

Si el tiempo no nos alcanza para involucrarnos en una pelea con la seriedad que nos gustaría, podemos aprovechar la incontable cantidad de recompensas que fuimos acumulando casi de manera inconsciente para una rápida pasada por la tienda, donde se pueden comprar nuevas canciones, skins para los Mii, potenciadores para el modo historia y más, estando esta propia experiencia también gamificada, ofreciéndonos mejores recompensas a medida que más créditos virtuales invirtamos. El objetivo de Ultimate, como sucede en los juegos mobile, es que nunca dejemos una partida sin una recompensa pero a diferencia de las experiencias de celulares, acá jamás encontraremos barreras virtuales que frenen nuestro progreso.

Inteligentemente, esta cosecha de beneficios es una excelente estrategia para que hasta los jugadores con menos experiencia terminen sumergiéndose en las mecánicas del juego. Los “una partida más”, “un personaje más”, “un torneo más” se traducen en un mejor entendimiento de las mecánicas de este Party Game profesionalizado, que danza entre el velo de lo casual y lo exigente con una gracia difícil de encontrar en otros juegos. Otra mecánica que refleja esto es en su dificultad dinámica que, pelea tras pelea, sube o baja dependiendo nuestra performance en el último encuentro. Pero la recompensa no está solo en las mecánicas, porque la experiencia de esta franquicia pasa también por cómo sabe celebrar su propia esencia.

Unidos por la misma lucha y un gran apartado gráfico unificado

Si lo pensamos detenidamente, Smash no tendría que funcionar. Cómo Fox Mcloud puede enfrentarse coherentemente a Cloud Strife es algo que solo puede pasar en el terreno de los videojuegos y aún así sería difícil. La lógica de Smash es no tomarse así mismo en serio y disfrutar de lo que en esencia es: un juego con el espíritu moldeable de un juguete. Tal y como su canon lo índica, acá no hay un gran torneo de artes marciales interestelar, sino que simplemente son juguetes que cobran vida gracias a la imaginación de quien juega con ellos. En espíritu, este crossover no pasa por las taquillas sino por los corazones, convirtiéndose en terreno fértil para jugar con la imaginación a la hora de enfrentar a estos personajes, sin perder de vista las cualidades de cada uno. Es por esto que cada modo Arcade arma una historia particular para cada personaje.

Si jugamos con el Entrenador Pokémon, todos nuestros adversarios serán monstruos de bolsillo, mientras que si encarnamos a Bayonetta, el obligatorio enfrentamiento contra una horda de enemigos resultará en una batalla contra varios Pit (de Kid Icarus) ya que en su juego, los ángeles son los enemigos naturales de esta bruja. Este profundo entendimiento de todos los elementos que componen a Smash y de los usuarios que lo jugarán, logra que algo completamente formal y homologado comos ser un juego con el sello de aprobación de Nintendo, nunca deje de tener un gustito a Fan Fiction de lo más profundo de la Internet.

La manera idea de desquitarte contra ese personaje que odias. 

La mayor expresión de esto es el modo historia bautizado en español como “El Mundo de las Estrellas Perdidas”. Lejos de seguir una trama muy complicada, acá veremos como una luz misteriosa se hace con la gran mayoría de los protagonistas del juego, replicándolos en combatientes oscuros. En los zapatos rojos de Kirby, único sobreviviente de esta debacle, iremos recorriendo un mapa cubierto de niebla, enfrentando distintos adversarios inspirados en personajes de todas las sagas que componen este juego. Expandiendo sobre la idea de explotar la imaginación y el cariño por dichas franquicias, cada contrincante que nos crucemos sobre este mapa será un émulo de alguna personalidad virtual que no se encuentre seleccionable, pero representado con su paleta de colores o modificando las dimensiones del peleador en cuestión, como cuando nosotros imponíamos la personalidad de un juguete que no teníamos sobre otro que ya era de nuestra propiedad.

Cada vez que venzamos a uno de estos enemigos, seremos recompensados con espíritus, los cuales podemos acoplar a nuestro peleador para que lo complementen en cuestiones de poder, resistencia o toda una serie de cualidades que servirán para resistir adversidades de los escenarios o sus defensores. Para quienes disfruten de la experiencia rolera, administrar, mejorar y catalogar por clase y tipo a nuestro peleador y sus espíritus puede resultar muy entretenido. Al mismo tiempo, quienes se estresen de tan solo leer esto, pueden con un botón seleccionar la mejor combinación posible y simplemente disfrutar de los combates y los obstáculos que, con lógica de juego de mesa, van apareciendo sobre este tablero digital.

La lógica de juegos de mesa se suma al mundo de figuras de acción de Smash

Finalmente, tras toda esta cascada de contenidos a los que se le suma un modo horda, la posibilidad de entrenar Amiibos y el reproductor de música que incluye cientos de tracks de las diversas bandas sonoras, se encuentra el modo online. Desde ya, su propio nombre explica qué es, pero lo que no se termina de explicar es como Nintendo sigue fallando en estos modos de juego. Para ser honesto, no tuve la mala suerte de encontrarme con experiencias que se tornen injugables pero el lag es una presciencia ominosa que instala el miedo a perder la conexión en todo momento. A su vez, los reclamos de desconexiones llegan desde todas partes del globo y siendo uno de los primeros juegos – sino el más importante – en caer dentro de el nuevo esquema pago de juego en línea, este tipo de problemas no deberían ni existir. La posibilidad de jugar con amigos y desconocidos es una de las mejores cualidades que Smash debería ofrecer. Pudiendo elegir todo tipo de reglas y condiciones, la experiencia podría ser completamente customizada como el resto de los modos pero si a la hora de pagar por jugar todo el mundo cuenta con distintos obstáculos, se siente como si uno de los mayores factores del título no hubiera terminado de recibir la atención que merecía.

Fuera de esto, los problemas de Smash no son muchos pero molestan por ensuciar lo que podría haber sido un producto perfecto. Pese a seguir un diseño de botones gigantes y coloridos para que cualquiera los pueda identificar, recorrer las distintas opciones de juego siempre termina volviéndose una tarea incómoda que entrega tras entrega nunca mejora. Sumado a eso, en pos de darnos la cualidad de contar con varios personajes en pantalla, algunas desprolijidades como situaciones de clipping suelen ocurrir con regularidad y cuando no es así, de todos modos nos perdemos la oportunidad de capturar la belleza de este título y compartirla en las redes por la incapacidad de la consola de capturar el contenido con el botón de Share. Una vez más, esto está lejos de ser un problema real a la hora de disfrutar la experiencia ofrecida, pero al haber concentrado un año entero en esta entrega, el resultado final debería haber sido impoluto. Mención aparte va para la falta de localización en español latino, pero a esta altura eso ya es una quijotada.

Todo Nintendo y más en un sólo cartucho

De todos modos, la lima a estas rugosidades siempre están a un parche de distancia porque Super Smash Bros Ultimate excede a sus propias limitaciones. No sólo es el mejor exponente de la saga, sino que es una celebración al mundo de los videojuegos en general. Es un recordatorio de que el gaming es para todos. Que el más exigente puede disfrutar a la par del recién llegado. Que el hardcore puede compartir la mesa con el casual. Que el hiperrealismo del imaginario kojimesco puede caminar de la mano con una extraterrestre redondo y rosa del planeta Pop Star. Por más que no sea perfecto, sus asperezas corresponden más a eternos caprichos de Nintendo que a cuestiones del juego en sí, porque en el fondo – como si de un producto de Disney se tratase – Ultimate no se aleja mucho de la magia de aquella experiencia de Nintendo 64, cuando ocho juguetes de trapo construyeron un imperio en base a la imaginación. Super Smash Bros Ultimate entra en la escueta lista de juegos que todo el mundo debería probar al menos una vez, cuestión que es más fácil de decir que hacer, ya que con tan solo un par de peleas, bajar el control se convertirá en una tarea imposible.