ANÁLISIS: SubNautica

Unknown Worlds Entertainment tiene experiencia en eso de tomar un género y darle un ligero giro para que sea algo similar, pero original a la vez. Son los responsables detrás de la serie Natural Selection, un juego multijugador de acción en primera persona asincrónico en el que humanos y criaturas luchan por dominar el mapa mediante el uso de tecnología y evoluciones respectivamente. Por eso el primer anuncio de SubNautica en 2013 causó cierto interés en el público conocedor, que un año más tarde podría empezar a probar el juego cuando fue lanzado en estado Early Access; una primera impresión substancialmente diferente a la versión final que finalmente sería lanzada cuatro años más tarde, en enero de 2018.

Ya desde el comienzo las bases estaban bien solidificadas: como parte de la tripulación de la nave espacial Aurora, que pasaba por la órbita del planeta 4546B, una misteriosa señal desde la superficie del mundo en cuestión causa la explosión y eventual caída de nuestro transporte derechito a los océanos infinitos, forzándonos a eyectarnos  en uno de los PODs de emergencia y cayendo inconscientes hasta despertar ya en las aguas de 4546B. Nuestro comunicador se activa para asistirnos, varias cosas dentro de nuestra cápsula de escape están dañadas y, al trepar la escalera para salir por el techo de la cápsula podemos ver agua desde nuestra posición hasta el horizonte, con la excepción de los intimidantes restos de la Aurora, semi-hundida en el océano. No tenemos noticias de otros sobrevivientes, las provisiones de emergencia son limitadas y bajo la superficie nos esperan incontables peligros que tendremos que explorar. Bienvenidos a SubNautica.

Podríamos fácilmente tachar a SubNautica de “un survival más del montón” y no estaríamos, en concepto, equivocados: aquí debemos explorar un mundo desconocido, obtener recursos, construir nuevas herramientas con los ítems recolectados y por supuesto mantener nuestros niveles de Hambre y Sed saciados; pero si estamos hartos de tener que vigilar nuestro consumo de nutrientes también podemos iniciar una partida en un modo especial que remueve esas dos barras; un gran primer pequeño detalle en un juego colmado de ellos; porque son todos esos pequeños (y a veces grandes) detalles los que hacen de SubNautica una experiencia tan formidable.

Comencemos por el mundo en sí. En la gran mayoría de otros juegos de supervivencia las zonas acuáticas son muy limitadas en contenido o bien totalmente inexistentes. En SubNautica la zona acuática es el mundo a explorar. Un mundo hermoso, dicho sea de paso; de un diseño estético fascinante, variado. No se rige por las reglas de la generación procedural, un elemento común en este tipo de juegos, sino que se trata de una entidad forjada y esculpida con meticuloso detalle; un área de juego cuyos límites no son evidentes a primera vista gracias a su condición de mundo subacuático, pero que se las ingenia para aparentar dimensiones mucho mayores a las que realmente posee.

Cada rincón de este acuario natural rebosa en una belleza claramente alienígena: similar a lo que podríamos ver en cualquier océano de nuestra vieja y querida Tierra, pero con suficientes modificaciones como para ser su propia entidad. Más aún, es un mundo vivo, un ecosistema en el que sus moradores tienen sus propias zonas de acción, límites y comportamientos. Es entonces que el jugador comprende que, esta vez, el alienígena es uno mismo: no pertenecemos a este mundo ni a sus reglas pero debemos someternos a ellas como mejor podamos, y en ese sentido el juego logra un nivel de inmersión (si se me permite el juego de palabras) abismal.

También es meritorio hacer notar que el juego posee una historia de fondo. El accidente en nuestra nave no es una mera excusa para arrojarnos al agua y hacernos sobrevivir ad infinitum. Poco a poco irán sucediendo eventos que mueven una trama en la que nuestro objetivo final es encontrar la forma de abandonar 4546B; misión que pasa por una serie de puntos en una cadena de exploración y descubrimiento. Súbitas comunicaciones desde otras cápsulas de escape generan puntos de interés a visitar, los cuales van presentándonos con nuevas y mejores herramientas para aumentar nuestro arsenal de supervivencia. Algo que el juego logra con total maestría es mantener una curva de progresión impecable, motivándonos a explorar siempre un poquito más en las profundidades, otorgándonos nuevas materias primas para la construcción de nuevas tecnologías y herramientas.

En un principio contaremos con un puñado de aparatos básicos, destacándose nuestro scanner de mano con el que podremos examinar y catalogar la fauna y flora del lugar. Tanto esto como el escaneo de los restos desperdigados de la Aurora resultarán en planos y diagramas para nuevos “chiches”: un propulsor para movernos con celeridad por el agua, mejoras para nuestro equipo de buceo, un soplete para abrir huecos en lugares específicos, una pistola de señales de invaluable utilidad para explorar cavernas laberínticas y muchas cosas más.

Llegado el punto tendremos la oportunidad de desarrollar algunos vehículos: el pequeño y simpático Seamoth, un mini-submarino ideal para exploraciones a baja profundidad; el traje PRAWN, un pesado exo-esqueleto que se hunde hasta el fondo para “caminar” sobre el lecho marino, haciendo uso de sus brazos para recoger materiales o, eventualmente, taladrar preciosos depósitos de minerales; y el fabuloso Cyclops, un submarino hecho y derecho que, además de ser una especie de base móvil que podemos llevar a las profundidades, puede transportar un vehículo adicional en su puerto. Todas estas naves pueden personalizarse con módulos que aumenten y/o mejoren sus atributos.

Otra rama de nuestra investigación residirá en descubrir habitaciones, habitáculos y otras estructuras que podremos construir para formar nuestra propia base submarina. De primera no parece gran cosa, menos aún con nuestra fiel cápsula de escape flotando cerca, pero pronto descubriremos las enormes ventajas de contar con una o dos bases situadas en puntos alejados del mapa; lugares de descanso en los que podamos descargar parte del botín de las profundidades sin tener que viajar de un punto a otro.

Entre comunicaciones de radio y pistas a hallar entre los restos de otras cápsulas de escape tendremos que, eventualmente, descender a los sitios más recónditos de este mundo submarino. Para estas alturas ya vamos a habernos familiarizado con buena parte de las criaturas que surcan las aguas más cerca de la superficie; desde los inofensivos peces búmeran hasta los iracundos Sand Sharks (Tiburón de Arena); pero cuanto más descendemos más exótica y peligrosa se vuelve la población de las profundidades, que incluyen algunos seres enormes, gigantescos, tan fascinantes como peligrosos. Será necesario equiparnos con las mejores herramientas para sobrevivir allá abajo, pues algunos de los ingredientes de los aparatos estrictamente necesarios para alcanzar el final de nuestra aventura residen allí donde las bestias del mundo acuático resguardan celosamente su hábitat natural.

Curiosamente, no tendremos a nuestro alcance ningún arma verdaderamente letal, salvo quizá nuestro cuchillo de supervivencia, que mayormente sirve para obtener materiales de algunas plantas y para dar cuenta de algunas criaturas de menor porte. Lo más cercano a eso será el rifle de pulso, que no daña sino que inmoviliza a las criaturas atrapadas en su radio de acción, y no por mucho tiempo; momentos ideales para huir nadando o aprovechar para catalogar algún bicho particularmente salvaje. El juego es notoriamente pacifista en ese sentido, otro elemento que lo diferencia notablemente ante otros juegos del género.

SubNautica consigue ser todo esto y mucho más. Su concepto es original y su ejecución, brillante; en las más de treinta horas de juego que llevo registradas apenas encontré un par de bugs muy menores: una materia prima que atravesó el suelo y un panel que permaneció abierto en mi base; muy poca cosa que ni siquiera afectó la estructura del juego en general. Desde el momento en que el juego carga (y quizá la carga inicial de casi dos minutos es una de sus pocas “verdaderas” falencias; pero todo lo demás es tan genial que esos dos minutos se sienten eternos) el jugador queda totalmente ensimismado en un mundo que pide ser explorado y que uno se siente en la necesidad de cumplir con ese pedido. Las aguas albergan vistas maravillosas y seres increíbles, y la curiosidad de descender más y más en este mundo líquido; ya sea por mera curiosidad o para acceder a la próxima etapa de la historia de fondo; esconde peligros y recompensas por igual.

Esta es una de esas temibles experiencias que uno puede jugar por horas de un tirón sin darse cuenta del paso del tiempo, ya que se mantiene siempre fresco en su contenido, dejando caer nuevas mejoras y material con paso lento y deliberado, manteniéndonos enganchados y haciéndonos fantasear con qué nueva sorpresa nos encontraremos en la próxima zambullida. Es un juego con un objetivo claro y mil formas de llegar a él. Es la chispa de entusiasmo ante la tarea titánica que nos espera más adelante y de cómo la iremos resolviendo, un paso a la vez. Unknown Worlds Entertainment se mandó una obra digna de todos los laureles; el concepto básico con el giro necesario para ser igual y diferente a la vez. No puedo dejar de recomendar SubNautica; un título que puede dar cátedra sobre cómo revitalizar un género que, irónicamente, estaba necesitando sobrevivir en la industria.