Y llegamos a la mitad de temporada, nomás. Podríamos definir a “Light and Shadows” como el episodio del “reencauce”, básicamente porque ya se terminaron de cerrar tramas secundarias que frenaron, para bien (redención de Saru con su gente) y para mal (rescate de Tilly del reino champiñón galáctico, resurrección del Dr. Culver) el avance del arco argumental principal. Afortunadamente, este episodio retomó con inteligencia la historia del Ángel Rojo, de quien todavía se desconoce su identidad pero que sí se sabe es un viajero del tiempo.
El capítulo anterior nos había dejado con Michael Burnham dispuesta a encontrar respuestas sobre Spock en Vulcano. La visita al planeta donde fue criada implica todo un desafío para Michael, en especial volver a encontrarse con sus padres adoptivos, a quienes – más allá de querer con toda su alma – ve como un reflejo de todo lo que le pasó de pequeña.
Y este desafío se intensifica más en el episodio. Michael regresa a la casa donde se crió para confrontar a su madre adoptiva, Amanda Grayson (Mia Kirshner), quien no había sido del todo sincera cuando hablaron sobre lo que sucedió con Spock. Sucede que nuestro alien de orejas puntiagudas favorito está efectivamente en Vulcano y escondido por Amanda en una cripta que posee una especie de protección que evita que otro coterráneo pueda detectarlo usando las facultades telepáticas que posee esta raza.
Con su secreto descubierto, Amanda lleva a Michael al encuentro de Spock (Ethan Peck), quien se encuentra en un estado casi delirante, repitiendo una frase y una serie de números: 8-4-1-9-4-7. Burnham estaba dispuesta a ayudar a su hermano pero ni ella ni su madre contaban con que papá Sarek (James Frain), las había seguido hasta la cripta.
Sarek se ve obligado a tomar una decisión salomónica. Él no solo es el padre biológico de Spock y adoptivo de Michael, también es el embajador de Vulcano en la Federación, con lo cual no puede dejar de lado que su hijo está siendo buscado por la Flota Estelar, acusado de asesinato. Por tal motivo, le dice a Michael que se lleve a Spock a la nave de la Sección 31, y allí intenten aclarar qué pasó con él.
Ya a bordo de la nave (que como sigue sin nombre bautizo como “USS Calladita”) el capitán Leland (Alan Van Sprang) recibe a Michael y ordena a su equipo “médico” que realice un chequeo a Spock para ver qué ocurre con él. Sin embargo, las cosas no terminan para nada bien.
Si hablamos de Sección 31, obviamente tenemos que mencionar a la gran Philippa Georgiou (Michelle Yeoh), quien entra en escena para revelar a Michael que todo lo que Leland le dijo, entre otras cosas le aseguró que no le harían daño a Spock, es mentira. Por tal motivo, Georgiou y Burnham fingen una suerte de pelea que permite que los hermanos pudieran escapar de la Calladita.
Pero todo esto fue lo que pasó en solo una de las dos tramas en las que se dividió el episodio. Además del asunto familiar de Michael, también tuvimos un quilombo importante con la tripulación de la Discovery.
Sucede que luego de la partida de Burnham, la nave se quedó orbitando Kaminar para analizar el rastro de una de las esferas del Ángel Rojo. Allí detectan una ruptura en el espacio tiempo la cual Pike (Anson Mount) decide ir a investigar de cerca. Al tener experiencia como piloto de pruebas, se autoasigna la misión de subirse a un transbordador y chequear esta anomalía.
Pero Pike no está solo. Su acompañante es Ash Tyler (Shazad Latif), a quien le recrimina no haberle contado nada sobre la partida de Michael, argumentando que no lo puede dejar afuera de esta información ya que es el oficial de enlace de la Sección 31 y tiene que estar al tanto de todo.
Al ingresar en esta ruptura espacial, Pike y Tyler se enfrentan rápidamente a una anomalía temporal. Básicamente quedan perdidos en el tiempo, porque dentro de la misma el pasado, presente y futuro se entrelazan constantemente. Esto impide que la Discovery pueda detectar el transbordador. Con lo cual, la misión pasa de ser de investigación a rescate.
Finalmente, con la ayuda de Stamets y Tilly, Pike y Tyler son rescatados. No sin antes traer un invasor a la nave, en forma de una sonda robótica que viene del futuro y que, aparentemente, habría infectado con un virus a la teniente Airiam (Hannah Cheesman), por lo que seguramente tendremos una nueva amenaza en puerta.
El episodio termina con Michael y Spock a bordo de un transbordador escondido en un asteroide para evitar ser detectado por las naves de la Sección 31. Allí Burnham descubre que la secuencia de números que su hermano no paraba de recitar eran, leídos al revés, coordenadas hacia un planeta, Talos IV, en donde se centrará la acción del próximo capítulo.So
“Light and Shadows” oficia perfectamente de descripción de esta segunda temporada de “Star Trek: Discovery”. El episodio estuvo cargado de emoción, los efectos especiales cada vez sorprenden más, pero sobre todo se nota esa necesidad que tiene la serie de ir agarrando distintas temáticas y combinarlas.
Lo que hace que todo funcione es la trama principal del “Ángel Rojo” que va ahondando cada vez más, y mejor con la historia personal de Burnham y su familia adoptiva. A esto se le suman pinceladas, a veces finas otras veces gruesas, de subtramas clásicas de series de Star Trek. En esta oportunidad fue la historia de Pike y Tyler, que combinó el elemento típico de la “anomalía temporal” con desarrollo de personajes.
Quien se volvió a lucir en el episodio, y el que probablemente sea el gran hallazgo de la temporada, es Pike. Podría decir que este capitán es el Gustavo Lutteral de todo Star Trek y esta participación, junto con la que tuvo en las películas de JJ, no hacen más que revalorizarlo. Gracias a sus intervenciones, Pike demuestra ser una suerte de ligazón para todos los personajes, es el líder que necesitaba Discovery.
Lo que lamentablemente no termina de cerrar es la Sección 31. Su aparición en este capítulo fue realmente floja. No nos queda claro cuánta autoridad tiene Leland, para qué está Georgiou, etcétera. Esperemos que todo lo que pase con este grupo de espías de la Federación mejore, porque lo que vimos hasta ahora fue bastante decepcionante.
Pero más allá de ese detalle, “Light and Shadows” fue otro gran episodio de “Star Trek: Discovery”, que no hace más que subir la apuesta sobre la trama del ángel e ilusionarnos con lo que puede pasar. Si le sumamos al hecho que ya se confirmó que la serie tendrá una tercera temporada, no podemos ponernos más que contentos con lo que vimos esta semana.