Hace rato que los FPS de vieja escuela, frenéticos, con arenas repletas de enemigos y que pretenden ser una danza de destrucción, sangre y explosiones, están de regreso. DOOM en 2016 oficializó el regreso a la masividad de un tipo de shooter que había estado dormido y que le había dejado el protagonismo a FPS bélicos con cobertura y por demás cinematográficos. Desde ese entonces varios títulos han combinado buenas ideas y diseños creativos para demostrar que incluso 30 años después de la salida de Wolfenstein 3D, todavía hay lugar para la innovación. Lamentablemente Shadow Warrior 3 entra en el campo de aquellos juegos que no tienen mucho que aportar a este movimiento y que, en lugar de llevarlo hacia adelante, lo hacen retroceder varios casilleros.
Lo decepcionante del resultado del nuevo juego de Flying Wild Hog tiene que ver con el hecho de ser publicado por Devolver Digital, un publicador que suele darnos títulos frescos, originales y con grandes direcciones artísticas. Suele ser un sello de calidad que en los últimos tiempos no venía fallando. También es decepcionante que en la previa, Shadow Warrior 3 se mostraba como un juego visualmente espectacular, con entornos bellísimos y con un uso del color bastante interesante. El producto final no se ve nada parecido a la primera revelación y deja muchísimo que desear en su presentación (por lo menos en la versión de PC, la cual fue utilizada para realizar este análisis).
Pero por sobre todas las cosas Shadow Warrior 3 comete el pecado mortal de tener un protagonista que probablemente sea el personaje más insufrible que he tenido que controlar en un videojuego. Lo Wang es una presencia tan insoportable que tira por la borda cualquier buena decisión de diseño o algún que otro momento entretenido. No hay un segundo de nuestra aventura donde no esté hablando, pretendiendo tirar un chiste, metiendo un remate o un “one-liner”; para lo relativamente corta que es la experiencia, la cantidad de diálogo que Mike Moh (actor de voz) tuvo que grabar es totalmente excesiva y un esfuerzo de producción que termina siendo un desperdicio total.
Probablemente se estén preguntando por qué estoy haciendo tanto énfasis en el protagonista de un juego en el que vamos a estar el 90% del tiempo disparando y saltando por todos lados y cuya principal misión no necesariamente debería ser narrativa. El problema es que Shadow Warrior 3 nunca entendió que menos es más y jamás quiere darle el jugador un verdadero respiro después de cada arena de combate. Desde el primer minuto el juego va a dejar clara su intención y no esconde el hecho de que Lo Wang es un completo idiota. Lo cual podría ser bien utilizado como recurso humorístico y narrativo; de hecho el resto de los personajes dan a entender que él es un salame y que no habría que hacerle mucho caso. La jugada termina de salir mal cuando los que tienen que sufrir dicha estupidez son los propios usuarios que van a tener que escuchar una y otra vez las mismas ridículas frases que no hacen reír a nadie.
El humor y los diálogos de Shadow Warrior 3 atrasan no por una cuestión de corrección política o de los estándares del año 2022, sino por el hecho de estar pésimamente escritos, no ser graciosos y estar ejecutados por unas actuaciones de voces totalmente chillonas y difíciles de soportar durante más de 5 minutos. Quizás la búsqueda artística fue hacer una experiencia full clase B y ultra desfachatada pero jamás encontraron el balance adecuado para evitar caer en el ridículo. Todo parece escrito con un tipo de humor similar al de las primeras épocas de 9gag, queriendo usar memes que ya quedan viejos o referencias extremadamente obvias que no son efectivas. Pero como si con Lo Wang no fuera suficiente, luego del primer nivel del juego se nos va a sumar durante larga rato Hoji, un personaje clásico de la saga que también está interpretado con una actuación de voz sumamente irritante que en lugar de ofrecer un contrapunto a nuestro protagonista, duplica su intensidad y se potencian en un torbellino de frases hechas y chistes malos.
Tampoco ayuda el hecho de que la mayoría de la historia está contada a través de cinemáticas bastante frecuentes que no están hechas con el motor del juego. Hoy por hoy estamos más que acostumbrados a que momentos de jugabilidad se fusionen con cinemáticas de una manera medianamente elegante y fluida. Shadow Warrior 3, en cambio, corta en seco y nos muestran videos prerenderizados en mp4 a una cantidad de cuadros por segundo inferior a la del juego, con muchos artefactos en la calidad de imagen y con una dirección poco sobresaliente.
Si dejamos de lado todo aquello que tiene que ver con lo narrativo, Shadow Warrior 3 tampoco brilla en términos de jugabilidad y si bien presenta algunas ideas interesante, la ejecución no es la mejor. Básicamente la experiencia jugable se divide en dos: secciones de plataforma y arenas de combate. Todo lo que tiene que ver con plataformas es, de hecho, lo mejor que tiene para ofrecer lo nuevo de Flying Wild Hog. Hay una sensación de velocidad en cada salto y de momentum de nuestro personaje que desafía por completo las leyes de la física pero que resulta en secciones bastante entretenidas, dinámicas y espectaculares ya que estamos atravesando paisajes atractivos. Ir saltando por estructuras rotas incrustadas en montañas con lagos alrededor mientras vemos el amanecer en el horizonte es una experiencia que sólo es arruinada por los diálogos de Lo Wang.
Nuestro personaje tiene una movilidad extrema y si bien a veces vamos a tener la sensación de estar en patines, no deja de ser entretenido meter dobles saltos, correr por paredes, usar nuestro gancho para llegar a secciones más altas, meter un “dash” en el aire, etc. Ninguna sección de plataforma es particularmente difícil y eso ayuda al ritmo del juego, el cual lamentablemente se plancha gracias a alguna cinemática o a arenas de combate innecesariamente largas.
Shadow Warrior 3 es un FPS que prioriza la cantidad por sobre la calidad. Las arenas de combate que propone no parecen haber tenido mucho trabajo puesto encima. Más allá de alguna donde ocasionalmente podemos utilizar trampas para derrotar a los enemigos, por lo general son círculos bastante predecibles y pequeñas en las que tendremos que enfrentar a oleada tras oleadas de enemigos sin demasiado desafío. Más allá de alguna que otra criatura que requiera dispararle en la espalda, ningún enemigo requiere demasiada estrategia y es más una cuestión de cuándo vamos a terminar esa sección que si vamos a lograr o no nuestro objetivo.
Lo Wang va a contar con un arsenal bastante tradicional de armas: pistola, escopeta, uzis a dos manos, un lanzagranadas, una lanzadora de cuchillas, entre otros. Por lo general se sienten bien de usar y constantemente vamos a ir cambiándolas de acuerdo a lo que requiera el combate. Creo que recién cuando las empezamos a mejorar toman otro gusto y se vuelven más atractivas, hasta que eso no pase no vamos a disfrutarlas tanto.
Lo mismo sucede con nuestra katana, que debería ser un diferencial mayor de lo que es. El factor X de Shadow Warrior debería estar en cómo podemos usar esta característica para el combate cuerpo a cuerpo. Lamentablemente es un arma menos efectiva y divertida de usar de lo que parece; recién cuando destrabamos la posibilidad de aplicar daños con efecto de fuego o eléctrico va a tener un poco de variedad (pero incluso esos ataques requieren combinaciones de teclas medio incómodas al menos con mouse y teclado).
El principal problema con las arenas de combate es una combinación entre falencias técnicas y decisiones de jugabilidad. Shadow Warrior 3 no es un juego agradable a la vista; a pesar de algunos escenarios interesantes y colores llamativos combinados con arquitectura asiática, la versión de PC de este nuevo título deja mucho que desear. Las texturas no se sienten bien detalladas, el diseño de los enemigos es grotesco pero en el peor de los sentidos, se repiten demasiados elementos en cada nivel y en general se nota una falta de pulido visual alarmante.
Cada enemigo que recibe un disparo o que es eliminado deja en su camino una explosión de sangre, carne y partículas que generan más confusión que espectacularidad. Cada vez que metemos un golpe con la katana, nuestra pantalla se llena de chorros de sangre demasiado artificiales que nos tapan la visión de una manera muy incómoda. Shadow Warrior 3 termina siendo un exceso de vísceras sin sentido y no un festival gore bien producido.
Quizás la mecánica más interesante que propone durante el combate tiene que ver con la posibilidad de rematar a los enemigos y usar partes de su cuerpo como armas. Una vez que cargamos una barra, podemos apretar un botón y automáticamente eliminar a cualquier objetivo. En ese instante comienza una animación (muy larga y que siempre es la misma para cada enemigo) en la cual Lo Wang va a sacar un taladro que un yokai tenía como cabeza, una metralleta que tenía un enemigo con forma de acordeón, un ojo que funciona como una sierra que sobrevuela el escenario haciendo daño, etc. Esta mecánica es aquello que más variedad le da a la jugabilidad pero las animaciones son tan largas y repetitivas que arruinan el flujo del combate.
Shadow Warrior 3 es una gran decepción y una oportunidad desperdiciada para elevar a la saga y sacarla del nicho en el que se encuentra hace rato; de hecho es un retroceso considerable con respecto al 2. Lo Wang es una presencia irritante y constante que evita que disfrutemos de aquellos momentos medianamente bien ejecutados. Pero incluso si no estuviera taladrando nuestros oídos con frases ridículas y mal actuadas, tampoco vamos a tener secciones de combate memorables; ni siquiera los jefes son entretenidos de enfrentar. Las secciones de plataformas nos hacen desear por un juego que hiciera más énfasis en ella gracias a un buen control de nuestro personaje, pero en cambio tenemos una sucesión de arenas de combate que nunca nos cumplen la fantasía de ser una topadora de destrucción en medio de una danza al ritmo de balas y explosiones.