Análisis | RUGBY 20: MENOS QUE UNA DERROTA DIGNA

Los juegos de deporte están pasando por una etapa que en lo personal me resulta preocupante. No hay innovación, son franquicias anuales cuyo mayor cambio es la plantilla de jugadores y para ser rentables recurren a todo tipo de microtransacciones y estrategias para exprimir cada centavo por parte de los jugadores. En ese contexto hay varios deportes que están teniendo representantes luego de varios años de ausencia. Ya sucedió en el ámbito del Tennis con juegos como AO Tennis 2 (lanzado hace poco) y Tennis World Tour en 2018 (aunque ninguno de los dos fue del todo satisfactorio). Ahora es turno del Rugby que de la mano del desarrollador Eko Software y con el apoyo de Bigben Interactive en la publicación, buscan encontrarle la vuelta a un deporte que nunca pudo trasladar toda su emoción al ámbito virtual (incluso con algún que otro título zafable como Rugby 08 de Electronic Arts).

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de meterse en el mundo de Rugby 20 es que no es un título con una curva de aprendizaje ni con una introducción muy amigable. El entrenamiento es fundamental para entender una serie de controles y sistemas que de entrada pueden ser abrumadores. Incluso con lo clave que es ensayar cada circunstancia de juego, hay un montón de situaciones que no están para practicar por separado como los drops o jugadas que involucren a más jugadores rivales.

Son muchos los conceptos, movimientos y secuencias de botones que hay que recordar. Casi que necesitamos un ayuda-memoria para recordarlos. Por suerte durante los partidos el juego nos explicita en pantalla qué debemos apretar para cada situación: pase, extraer la pelota, protegerla, cómo meter gente en el ruck, etc. Sin embargo el efecto que genera es una contaminación visual demasiado grande y ensucia un poco un juego que de por sí no es muy agradable a los ojos. Rugby 20 es un juego que parece proponer soluciones un poco demasiado complejas a nivel control, a aspectos que no deberían ser tan difíciles como por ejemplo los tiros a los postes. Juegos como Madden ya lo han solucionado hace más de una década, sin embargo lo que aporta lo hecho por Eko Software es más ruido que claridad en ese aspecto.

Ni los estadios ni los equipos son muy detallados

La jugabilidad termina siendo una mezcla de sensaciones; mientras más pausada está la acción, mejor resulta y más táctico uno puede ser. Es un sentimiento extraño que la mayor parte del tiempo estemos jugando alguna especie de minijuego para poder quedarnos con la pelota, empujar el maul o el ruck; el resultado es que nada se sienta muy orgánico. Es difícil demostrar verdadera habilidad más allá de cuán bien ejecutamos esa sucesión de botones; no depende tanto de nuestro hábil manejo del joystick, sino del algoritmo del juego que decide si tal jugador va a romper un tackle o no y avanzar. Los pases son bastante automáticos y no necesitan de precisión, simplemente tenemos que decidir cuándo ejecutarlos (aunque a veces el juego no responde con la velocidad que esperamos).

Recién cuando le subís la dificultad empiezan a cobrar los partidos un ritmo un poco más realista, en el sentido que el tire y afloje, esa lucha de trinchera entre los dos equipos empieza a florecer y hacerse más presente. Así todo la velocidad de algunos movimientos, de ciertas animaciones lo poco pulido que es la presentación general, rompen el hechizo. Incluso hay ciertas jugadas como el simple hecho de despejar que son difíciles de llevar a cabo porque ni llegamos a entender qué pasó o porque un rival está encima de nuestro jugador en cuestión de milésimas de segundos. Cuando un jugador se escapa, cobra una velocidad más propia de un dibujo animado que de un verdadero deporte. Cada tanto hay algunas animaciones, como los tackles, donde los jugadores se teletransportan imantándose al rival de una manera un poco extraña. No hay fineza en cómo se muestran los movimientos de juego; cuando los jugadores deben volver a alinearse detrás de la línea de la pelota se deslizan sobre hielo sin tener ningún respeto por la física. Son muchísimos pequeños detalles que nos van a sacar de la inmersión, como por ejemplo el hecho de que a veces no entendamos porque nos cobran algunos penales cuando la inercia misma del jugador lo hace quedar en offside y no algo que nosotros realizamos adrede.

La interfaz no ayuda mucho a familiarizarse con el juego

¿Hay algo entonces que se pueda rescatar de la experiencia jugable en Rugby 20? Siento que después de muchas horas y de muchos partidos (y sobre todo de subirle la dificultad), nos podemos olvidar de todas las falencias que trae, nos relajamos y empezamos a disfrutar de ciertas situaciones del partido, incluso cuando a veces tengamos que forzar nosotros mismos el realismo. Cuando entendemos que lo más apropiado es esperar varios segundos a que todos los jugadores estén acomodados luego del ruck, ahí podemos empezar a diagramar jugadas. De hecho Rugby 20 tiene un sistema donde apretamos una de las flechas para el costado y elegimos una táctica particular para ejecutar; ahí se nos dibuja un diagrama en el campo de juego (algo que no es muy estético que digamos) y debemos seguir las indicaciones de qué botón apretar y a quién pasarle la pelota para realizar esa jugada. De nuevo todo es bastante automático y entramos en ese ritmo de minigame más que de fluidez natural del deporte, pero lamentablemente es la única forma de hacer más disfrutable cada partido. También hay situaciones como los maul que generan verdadera adrenalina cuando empezamos a empujar con nuestros jugadores y arrastramos al equipo rival. Otras como el scrum que están bastante bien recreadas más allá de que, otra vez, dependan de un minijuego.

A nivel gráfico el juego deja mucho que desear. Nunca es lindo decir que un título se ve como de “la generación pasada”, pero en este caso es bastante correcta esa afirmación. Los estadios, los modelos de los personajes, las camisetas, los efectos climáticos, lo que se ve a lo lejos de la ciudad o las locaciones donde estamos jugando, todo es extremadamente pobre. La presentación busca ser televisiva pero flaquea bastante y rara vez logre ese efecto tan común en juegos de deporte donde alguna persona desprevenida pasa por delante del televisor y lo confundo con un partido de verdad. Los comentarios de los relatores se repiten constantemente y no tienen mucha emoción; por otro lado la interfaz es sumamente confusa y aburrida. Probablemente ninguno de estos aspectos hayan sido la prioridad de los desarrolladores, pero como usuario uno puede evitar sentir una falta de amor, cuidado y pulido en cada aspecto del juego.

Los equipos licenciados son bastante limitados

Tampoco ayuda el hecho de que entre selecciones nacionales y clubes tendremos varios equipos para utilizar, pero la mayoría de ellos no tienen las licencias oficiales. Algo que si sólo se redujera a las camisetas no sería tan problemático, pero se extiende a los nombres y a las características físicas de los jugadores que ni por asomo se asemejan a la vida real (algo que queda muy evidente en Los Pumas, por ejemplo). Son directamente jugadores ficticios que rompen por completo el verosímil.

Como todos los juegos de deporte hoy por hoy en el mercado, Rugby 20 tiene un modo que intenta ser el Ultimate Team de FIFA pero que se queda bastante corto. Se llama My Squad y nos permite armar nuestra plantilla soñada de jugadores. Vamos a ir incorporando miembros a nuestro equipo abriendo cartas y obteniendo mejoras con booster packs que vamos a ir ganando al completar desafíos. Más allá de la nobleza de agregar un modo así, le falta muchísimo trabajo, algo que es recurrente en Rugby 20 a lo ancho de todas sus facetas. Es una lástima que la falta de licencias de jugadores hace que armar el equipo de nuestros sueños sea un poco difícil o una tarea directamente imposible cuando gran parte de los deportistas del juego son inventados. Tampoco importa mucho ni la química, ni la estrategia que asignemos a nuestro equipo en este modo.

Al jugar una Liga iremos subiendo de división en división

Lo que sí le agregan a My Squad es la posibilidad de usar nuestro equipo en el verdadero modo carrera de Rugby 20. Aunque es un poco confuso y quizás tiene algún que otro sistema de más, vamos a ir jugando ligas, mejorando nuestro equipo, contratando entrenadores, médicos, completando desafíos y consiguiendo monedas para comprar paquetes de jugadores. Es por escándalo el modo más interesante de Rugby 20, que también incluye ligas para ir jugando, partidos individuales y un modo online que es prácticamente inutilizable incluso cuando llega a encontrar a algún jugador. Hay desafíos semanales por completar y también desafíos que conseguimos al abrir paquetes de cartas y que nos permiten ganar más experiencia y monedas (que a su vez nos va a permitir conseguir nuevos paquetes). Por suerte con este sistema no es predatorio ni abusivo como otros juegos de deportes ya que no tiene microtransacciones algunas.

En conclusión, es mucho lo que hay que perdonarle a Rugby 20 para poder tener una apreciación positiva; la falta de presupuesto queda muy expuesta pero hay una base medianamente sólida como para empezar a construir una nueva franquicia digna de uno de los deportes más populares del mundo. Habrá que ver cuánta banca puede tener este juego como para seguir mejorando y puliendo detalles; cuesta creer que pueda ser un éxito comercial. Rugby 20 no es el típico caso de “sólo para fanáticos”, va un poco más allá en el sentido que es para aquellas personas que estén dispuestas a comprarlo para bancar el proyecto y en un futuro tener un mejor producto; también es más apropiado para aquellos jugadores que ya conozcan el deporte, de lo contrario no es la mejor manera de enamorarse del Rugby.

RUGBY 20

23/01/2020 (PC, PS4, XBOX ONE)
5.0

Para realizar este análisis jugué unas 12 horas aproximadamente dela versión de Xbox One de Rugby 20 en las que probé todos sus modos, enfocándome en My Squad y el modo Liga.