Hay pocas sagas que se han reinventado tanto como Resident Evil. Y aunque a esta altura es figurita repetida contar por todos los cambios que pasó la saga, Resident Evil Village se encarga de recordárnoslo. La nueva entrega nos mete de lleno en una aventura de acción y terror que explora todos los estilos que ya vimos en Resident Evil, sentando el terreno para lo que va a venir y dándonos una fuerte dosis de lo mejor de la serie.
Secuela de Resident Evil 7, Village toma lugar tres años después de los acontecimientos de aquel juego. Lejos de Louisiana y del terror de los Baker, Ethan y Mia viven juntos criando a su hija, la pequeña Rose. Pero como nada puede ser idílico en una historia de terror, Resident Evil Village arranca con el pie en el acelerador y arroja un par de bombas narrativas desde el comienzo. El inicio es impactante, cuando menos, y nos engancha en los primeros minutos.
Lo que sigue es una aventura que tiene Resident Evil en todo su ADN, un juego consciente de que es la octava entrega de una saga con muchísimos fans y que carga con orgullo el peso con el que viene esa mochila. Resident Evil Village nos ofrece secuencias de terror puro, momentos más enfocados a la acción, exploración de escenarios variados y puzles. Aunque no hay mecánicas precisamente originales, es la suma de las partes lo que hace de Village un título atractivo. Un pueblo europeo que nos recuerda a Resident Evil 4 que funciona como suerte de pequeño mundo abierto y es el punto que conecta todos los escenarios. Además, el pilar de la aventura son, sin duda, los villanos, no solo por su personalidad, sino porque la aventura está estructurada en torno a ellos.
El punto fuerte de Resident Evil Village es la variedad: un survival horror que es todos los survival horror a la vez. Entonces, el viaje comienza en el castillo de Lady Dimitrescu y sus hijos, que se convertido en la locación más emblemática del juego, que pudimos probar en la demo y protagonizaba todos los trailers. Este escenario nos remite mucho a la Mansión Spencer del primer juego o la comisaría de Resident Evil 2, es decir, pone el foco en los puzles y en un diseño de niveles tipo metroidvania en el que vamos desbloqueando, poco a poco y de manera no lineal, las distintas áreas del castillo.
Si hablamos de Resident Evil clásico, así es el castillo, con Dimitrescu funcionando como una suerte de Mr. X, y las hijas como mini jefes. Hay momentos de genuino terror, aunque lidiar con las vampiresas es más sencillo de lo que me esperaba no porque Ethan cuente con armas para enfrentarlas –de hecho, en este punto del juego las balas escasean mucho–, sino porque los momentos de persecución son bastante lineales.
Conforme avanzamos en la historia vamos a experimentar momentos pensados para ponernos los nervios de punta –muy al estilo Amnesia o P.T.–, momentos más parecidos a Resident Evil 4 y otros en los que sentimos que estamos jugando un juego de acción. El diseño de Resident Evil Village es casi de antología y como suele suceder con las obras que combinan varios géneros, tiene puntos más fuertes que otros, aunque no llega a ser irregular. La variedad le sienta bien, siempre es distinto, nunca aburre y no deja de atraparnos. Sin embargo, conforme avanzamos, el juego se vuelve más lineal y el diseño de niveles más trabajado solo lo vemos en los primeros compases de la campaña y en el pueblo en sí.
Y ya que lo menciono, el pueblo invita a ser explorado. Las similitudes más claras con Resident Evil 4 están en la posibilidad de encontrar tesoros y en la presencia del mercader, encarnado en este juego en un personaje llamado El Duque que tiene todo el carisma y nos recuerda la faceta clase B y cómica propia de la saga. Entonces, explorar el pueblo y sus inmediaciones tiene su beneficio, con jefes opcionales, puzles, armas escondidas y tesoros secretos que podemos vender. El Duque nos permite mejorar el armamento al mejor estilo Resident Evil 4 y también, en un guiño a Monster Hunter, nos deja cocinar recetas para mejorar permanentemente las habilidades de Ethan.
Resident Evil Village por momentos parece un Far Cry en miniatura y nos vamos a encontrar pescando y cazando animales como bestias, gallinas y cerdos. Por muy fuera de onda que pueda sonar esto, la verdad es que le agrega variedad a la propuesta y se siente como un agregado que va de la mano con el diseño semi abierto del pueblo. Que tengamos mayor exploración y objetivos opcionales en esta porción del juego hace que la balanza se incline para el lado positivo, incluso cuando algunos de los niveles gobernados por jefazos se sienten muy lineales y menos inspirados.
Sobre los enemigos, se antoja mayor variedad en algunas zonas, siendo los licántropos los que presentan mayor desafío y plantean combates más dinámicos. Los jefes, por el contrario, son todo un lujo y tenemos un elenco muy variopinto porque incluso hay algunos opcionales que no tienen la personalidad de Dimitrescu ni de Madre Miranda, pero que presentan un verdadero desafío. Cada jefe nos plantea un estilo de combate único.
En cuanto a la narrativa, Village no es tan críptico como su antecesor, que dejó varios interrogantes, aunque gran parte de la historia se narra en documentos y en detalles de los escenarios. Es decir, se vale de una narrativa ambiental como sucede en los clásicos de la saga y si no leemos todo ni exploramos cada rincón, hay detalles que se nos van a pasar. En este sentido, el trasfondo está bien elaborado y vamos a encontrar varias sorpresas que los fans particularmente van a amar.
De todas formas, Resident Evil Village flaquea en algunas cuestiones de tono lo que hace que la historia a veces resulte inverosímil. Antes de Resident Evil 7 nadie le hubiese pedido coherencia a un Resident Evil, pero lo que sucede en esta entrega es que tenemos una mezcla del tono serio y adulto de la entrega anterior con momentos chabacanos que pueden funcionar de fanservice, pero que desentonan en la historia general.
Desde el lado técnico, en PlayStation 5 es un juego que se ve muy bien. En cuestiones de iluminación y detalles de los escenarios está muy por encima de los estándares, y saca provecho de Ray Tracing, razón por la que se disfruta especialmente en 4K. Los modelos de personaje no están a la altura, aunque cumplen considerando que se trata de un juego intergeneracional. En otros detalles, se echa de menos una mejor implementación del DualSense y hay que sacarse el sombrero ante el diseño sonoro: jugarlo con auriculares lleva la inmersión a otro nivel.
Con una duración entre 8 y 10 horas, e incluso más si exploramos cada rincón, Resident Evil Village nos invita a rejugar la experiencia con el New Game Plus, en el que retenemos todo el armamento, tesoros y mejoras, algo que será vital para terminar el juego en la dificultad más alta, Aldea de Sombras.
Se suma también el Modo Mercenarios, un clásico de la saga que se desbloquea en la tienda terminando el modo historia una vez. Este modo nos pone a enfrentar enemigos con un límite de tiempo en distintas locaciones y nos desafía a obtener cada vez mejores puntuaciones. Aunque lo que ofrece Mercenarios ya está muy visto, el modo es un mimo a los fans, quienes esperaban su regreso hace años, y puede llegar a darles horas y horas de diversión a quienes aman las experiencias más arcades.
Sin más que decir, Resident Evil Village cierra hasta con broche de oro y deja la puerta abierta a una nueva entrega. Sabiendo que en el horizonte tenemos al remake de Resident Evil 4, mantiene la vara alta, dándonos una experiencia sólida que reúne la créme de la créme de una saga que todavía tiene mucho para dar. Varios componentes de la fórmula ya están muy vistos, pero es el todo, la suma de las partes, lo que nos termina por conquistar.
Jugué Resident Evil Village en PlayStation 5, terminando la historia en dos oportunidades y obteniendo gran parte de los extras. Como seguidora de la serie, celebro que sigan encontrando formas de mantener tan vivo a Resident Evil, con juegos como este, que además de aterradores, también son divertidos.