ANÁLISIS | Quizás para siempre

Netflix tiene dos patas fuertes en cuanto a sus películas originales (no, Adam Sandler, correte): la ciencia ficción y las comedias románticas, aunque no siempre orientadas al público adolescente. Los millennials (o sea, los treintañeros) también tienen derecho a enamorarse y ver sus dilemas manifestados en la pantalla. Por eso, y porque “Locamente Millonarios” (Crazy Rich Asians, 2018) demostró que la representación ES importante, Ali Wong, Randall Park y Michael Golamco unen fuerzas para traernos esta simpática historia dirigida por Nahnatchka Khan, productora y guionista de “Fresh Off the Boat”, entre otras cosas.

Sasha Tran (Wong) y Marcus Kim (Park) son amigos y vecinos desde su tierna infancia en San Francisco. Alguna vez, durante la adolescencia, intentaron tener algo más cercano, pero la cosa no funcionó, arruinando la relación para siempre. Con el tiempo, Sasha partió rumbo a Los Ángeles donde se convirtió en una chef mega famosa, ahora comprometida con el magnate restaurantero Brandon Choi (Daniel Dae Kim), mientras que Kim permaneció en la ciudad, trabajando a la par que su papá, colocando aires acondicionados.

Dieciséis años después, Tran regresa a San Francisco para supervisar la construcción de su nuevo establecimiento gastronómico, lo que implica volver a encontrarse con sus padres y con Marcus, estancado en sus sueños y aspiraciones personales desde la muerte de su mamá. Obviamente, la chispa entre los dos vuelve a encenderse, pero los cambios en sus vidas se van a convertir en el mayor obstáculo para el florecimiento de este amor.

“Quizás para Siempre” (Always Be My Maybe, 2019) sigue muchos lineamientos (y lugares comunes) de la rom-com más convencional, pero suma autenticidad y encanto desde la perspectiva de sus dos protagonistas. Ni hablar de que aprovecha cada escena como comentario sociocultural, definiendo las motivaciones y posibilidades aspiracionales de esta generación en particular; además de poner a San Francisco y su comunidad asiática (sus costumbres, su día a día) como un personaje más, reforzando esta idea de naturalismo narrativo.

Imposible no conectar con Sasha y Marcus, sus miedos, sus deseos y hasta sus excentricidades. El trío guionista decide mostrar sus diferencias y similitudes casi desde el comienzo, incluso desde ese seno familiar tan opuesto que termina definiendo sus personalidades: ella logró independizarse y convertirse en una mujer exitosa que no siempre logra satisfacer sus anhelos amorosos. Él, jamás abandonó la casa paterna (ni siquiera su habitación de chiquito), entre muchas cosas, por miedo al fracaso. ¿Cómo se puede fracasar si no se intenta? Por ahí pasa mucho del conflicto entre los dos, que no logran empatar sus nuevos círculos.

Se nota que Wong y Park llevaron muchas de sus propias experiencias (y su amistad) a la pantalla. Si no los tienen tan vistos, pueden chequear los especiales de stand-up que hizo ella para la plataforma de streaming (“Baby Cobra” y “Hard Knock Wife”) -sí, también es la voz de Bertie en “Tuca & Bertie”-, o las apariciones de él en “Fresh Off the Boat”, “Veep” o incluso “Aquaman” (2018). Hay algo muy querible y real en cada uno de sus personajes, y este sentimiento se traduce en “Quizás para siempre”, una historia que también toma nota de las diferencias de género cuando se trata de fama y popularidad.

Las complicaciones modernas del amor

No es ningún secreto que Keanu ‘estoy en mi mejor momento’ Reeves hace acto de presencia, rompiendo un poco la monotonía y sencillez de esta comedia, que muestra el coche de esa vida cotidiana que Sasha dejó atrás junto con Marcus, y su nueva y frívola existencia cargada de eventos de alta categoría y celebridades de la pantalla grande. Cada pequeña situación que proponen los realizadores puede ser analizada entre risas (obvio) y reconocimiento por parte de la audiencia, de ahí que “Always Be My Maybe” sea de lo mejorcito que tiene para ofrecer la Gran N dentro de este género que pocas veces le escapa al cliché y la historia de cuento de hadas.