ANÁLISIS | One Piece Odyssey

Luffy y Los Piratas de Sombrero de Paja hacen una nueva incursión en el mundo del gaming, con un JRPG repleto de fan service que cumple apenas con lo mínimo.

One Piece es una serie única, de las pocas que pueden conmover a millones de fans alrededor del mundo y puede atravesar generaciones sin perder vigencia. A pesar de los años, Luffy y sus amigos gozan de una constante popularidad. Sin ir más lejos, estamos esperando una adaptación live action para Netflix. Sin embargo, su paso por el gaming nunca estuvo a la altura de las circunstancias, quedando a medio camino entre la mediocridad y el fan service.

One Piece Odyssey propone un cambio de paradigma, se aleja de la acción de los títulos anteriores y se decanta por el combate por turnos. Es un JRPG hecho y derecho, con una historia nueva que reúne al cast de actores de voz original (sólo en japonés, por supuesto) y promete un viaje repleto de cariño para los más fanáticos. La idea, al menos en papel, suena genial, y el apartado técnico es fantástico, pero el resultado final deja bastante que desear. 

La aventura comienza con nuestros piratas favoritos siendo atrapados en un vórtice que, además de destruir el Thousand Sunny, los deja en la costa de una isla desconocida. Con algunas bajas temporales, y el sombrero de Luffy desaparecido en acción, comenzamos a explorar en busca del resto de la tripulación. Esta introducción nos lleva a conocer a dos nuevos personajes que serán una parte fundamental de la historia, no sólo para explicarnos el origen de la misteriosa isla Waford, sino también para ayudarnos a recuperar nuestras habilidades.

Para volver a tener todos nuestros poderes, deberemos recuperar una serie de cubos. Los más pequeños nos dejan potenciar las habilidades y los más grandes representan poderes bloqueados. Luffy y compañía deberán activarlos y revivir sus aventuras para volver a aprender todas sus habilidades especiales. De esta forma, One Piece Odyssey consigue contar una historia nueva (todo lo que sucede en Waford) mientras nos da un paseo por algunos de los momentos más memorables de la serie.

La historia principal se sostiene con un par de giros de guión sencillos y, si bien no destaca demasiado, tampoco está nada mal. Los protagonistas están bien escritos, cada uno cumple su rol al pie de la letra y la dinámica de grupo sigue siendo el plato fuerte. La amistad es lo más importante y, a lo largo de más de 40 horas, vamos a presenciar incontables ejemplos de cuánto valoran Los Piratas de Sombrero de Paja a sus amigos.

Lamentablemente, la historia está repleta de interrupciones que afectan el ritmo de la narrativa al punto de volverse un tedio absoluto. Cada vez que alcancemos el signo de exclamación rojo en el minimapa se viene una cinemática que marca un evento relevante. El problema, en esta instancia, no es su calidad sino la frecuencia y la cercanía de las mismas. Además, la narrativa se desarrolla con objetivos sin sentido que nos hacen recorrer las zonas de punta a punta, a veces tan sólo para decirnos: “No, por acá no se puede, mejor vayamos al otro extremo del mapa de vuelta”.

El ritmo de juego se ve gravemente perjudicado por las constantes interrupciones y los objetivos ridículos que nos pide completar. Las idas y vueltas no serían tan molestas si al menos nuestros piratas se pudieran desplazar más rápido. Aún cuando corremos, el desplazamiento se siente lento, y si bien cuenta con la posibilidad de activar el modo correr automáticamente, la opción sirve únicamente para explorar los niveles sin usar el stick izquierdo.

Además de la historia principal, One Piece Odyssey cuenta con misiones secundarias ricas en cuanto al lore y al fan service, pero pobres en relación a las actividades que proponen. Por lo general todo termina en un combate, por más que empecemos llevando ingredientes para un chef o buscando una mascota perdida, y de vez en cuando tendremos excepciones como recolectar objetos o responder un simpático cuestionario sobre el juego.

También podremos levantar contratos como cazarrecompensas y un diario de desafíos que nos premiará simplemente por realizar diferentes acciones una cierta cantidad de veces. Cada tanto, tendremos la oportunidad de participar de misiones especiales en las que el equipo de combate estará limitado a ciertos personajes, y por lo general incluyen un guiño narrativo interesante. Al final desbloquearemos un ataque especial sólo para los piratas que hayan sido parte de ese combate.

La progresión es casi siempre lineal y, si bien podemos desviarnos un poco del camino principal, por lo general el juego no recompensa la exploración. Cada personaje tiene una habilidad especial para usar mientras exploramos: Luffy puede usa sus brazos para alcanzar zonas lejanas, Usopp usa su honda para romper objetos lejanos y Chopper puede escabullirse por recovecos pequeños. Cada uno aporta lo suyo para sumar un poco de variedad a una exploración lenta y repleta de interrupciones dentro de escenarios hermosos, que de a poco se vuelven menos tediosos cuando desbloqueamos el viaje rápido, pasadas las primeras 7 u 8 horas.

El sistema de combate por turnos cumple su función y está muy cerca de ser genial, pero tampoco termina de brillar. Se trata de un sistema de turnos clásico, con enemigos que atacan según van llenando los segmentos de su indicador de acción. Nuestro equipo está formado por cuatro personajes (a veces se suma un invitado controlado por la IA). Podremos atacar con cualquiera de ellos según sea conveniente y hasta reemplazarlo por otro sin penalización alguna.

El combate plantea tres tipos de personajes: los rápidos, los fuertes y los habilidosos. Esto funciona como piedra, papel o tijeras, por lo que siempre es conveniente llevar un equipo balanceado. Además, los enemigos pueden ser vulnerables a ciertos elementos que podremos explotar para realizar un daño devastador. Para recuperar vida, puntos de técnica o aplicar buffs y debuffs, contamos con un arsenal de ítems, pero lo mejor es cocinar con Sanji o preparar Boshis con Usopp en el campamento.

La novedad más destacable es que el campo de batalla está dividido por zonas invisibles. Al iniciar un combate, nuestros personajes quedarán separados aleatoriamente y no podrán ayudar a sus compañeros hasta haber derrotado a los enemigos que los rodean. La única excepción son los ataques a distancia, que podemos utilizar sin importar las zonas. También hay objetivos emergentes dentro de cada pelea, como derrotar oponentes con cierto pirata o defender a un compañero, que suman variedad y otorgan grandes bonus de experiencia extra.

Además de los ataques regulares, todos los piratas cuentan con habilidades especiales que iremos recordando a medida que completemos las misiones de los cubos gigantes. Estas pueden atacar a corta o larga distancia, a los enemigos de una zona y algunas a todos los enemigos dentro del campo de batalla. Cada una cuenta con su animación característica, bien detallada y verdaderamente vistosa. Lamentablemente, las animaciones no se pueden saltear, y si bien es posible duplicar la velocidad del combate, terminan alargando las batallas más de lo necesario.

El sistema de combate en sí es lo más destacable de One Piece Odyssey, pero se ve perjudicado por una dificultad demasiado básica. No es que haga falta que el juego sea necesariamente difícil, pero no sólo carece de selector de dificultad, sino que te lleva de la mano todo el tiempo. No necesitamos aprender las debilidades de los enemigos, siempre habrá un cartel que nos de aviso de los puntos débiles. Tampoco se nos indica qué tipo de daño prevalece por sobre otro. Esto propone aún menos estrategia a la hora de la batalla, porque ni siquiera hay que pensar la formación del equipo. Ni siquiera hay penalizaciones por cambiar de pirata en medio del combate.

En lugar de jefes desafiantes, hay espectaculares enemigos con muchísimos puntos de vida y poca variedad de ataques, que propician batallas largas y repetitivas. Las pocas veces que nos veremos desafiados serán, casi con seguridad, porque no cocinamos o creamos ítems en el último campamento. La falta de desafíos hace que las batallas se vuelvan tediosas y, si lo sumamos a la lentitud de desplazamiento, a los objetivos que nos hacen ir y volver por todos lados sin una razón significativa, y a las frecuentes cinemáticas que interrumpen la aventura, nos deja una experiencia aburrida y frustrante.

El apartado técnico cumple con creces y, por momentos, llega a ser maravilloso. Es imposible negar la belleza de los escenarios originales, desde los calabozos e incluso la propia isla, además de lo bien recreadas que están las locaciones clásicas. Luffy y compañía también están realizados con lujo de detalles y hasta cuentan con diferentes skins, muchas de las cuales son mediante DLCs, que le sacarán más de una sonrisa a los fans de la saga. Lo mejor de todo es lo bien que funciona en cuanto a tasa de cuadros por segundo y lo bien optimizado que está en todas las plataformas, incluyendo la generación pasada y PCs modestas.

One Piece Odyssey es un JRPG flojo de papeles que cumple con lo justo, deslumbra con un apartado técnico pulido, y apuesta todos sus recursos al fan service. El sistema de combate tiene todos los ingredientes para destacarse del resto del paquete, pero la cantidad de ayudas visuales y el desafío inexistente le terminan jugando en contra. Es un título que funciona mejor como una linda excusa para pasar el tiempo con tus personajes favoritos, si es que sos un fan acérrimo, pero que no tiene nada que ofrecerle al resto de la audiencia y mucho menos a los amantes de los JRPGs.

PUNTAJE: 6.0/10

One Piece Odyssey (10/01/23) Xbox S|X, PS5, PC y Last Gen.