Siempre es inspirador ver a grupos de compatriotas lanzar nuevos juegos a las generosas aguas del océano indie, y hoy debemos sumergirnos en el título que Error 404 nos ofrece: un frenético brawler de acción llamado Obey Me en el que los golpes tienen sabor y poder demoníaco y sus protagonistas principales terminan siendo sorprendentemente carismáticos.
Vanessa Held, demonio de bajo rango, sirve a las órdenes del Archiduque de la Codicia, Ammon, cumpliéndole encargos y capturando almas para él. Su misión actual, sin embargo, desencadenará una serie de eventos que pondrá a nuestra protagonista en duda de las verdaderas intenciones de su jefe. Palabras más, palabras menos, el argumento general de la historia del juego es quizá uno de los elementos más flojos de la aventura, intentando ser reforzado por actuaciones de voz para cada línea de diálogo. Voy a tomarme el atrevimiento de sugerir que quizá varias de estas voces pecan de un poquito de sobreactuación, pero al final nada de eso importa, porque es la química entre los dos protagonistas principales lo que nos va a hacer quererlos más y más a medida que la trama avanza.
Vanessa cuenta con la ayuda de Monty, un Perro del Infierno degradado por errores cometidos en el pasado. Monty nos asistirá en combate de manera automática al jugar en solitario, o al control de un segundo jugador en cooperativo. Los intercambios entre ambos protagonistas se sienten fluidos, mostrando bien sus respectivas personalidades. También se muestra esta dinámica en el combate, que es el verdadero elemento fuerte del que se nutre el título.
A lo largo de cuatro áreas divididas en doce capítulos, Vanessa y Monty se enfrentarán a hordas de enemigos mediante un sistema de lucha que intenta hacer fuerte énfasis en la ejecución de combos. Comenzaremos la aventura con la cuchilla, el arma por defecto de Vanessa; pero pronto ampliaremos nuestro arsenal con un enorme martillo putrefacto, unos guanteletes muy veloces, y un poderoso combo de espada y escudo celestiales. Cada uno de estos instrumentos de batalla posee sus propias ventajas y desventajas, haciéndolos más o menos efectivos al emplearlos contra ciertos adversarios en particular.
Monty también cuenta con su propia colección de mejoras que irá obteniendo a lo largo del juego, pudiendo intercambiar entre diversos estados. Cada una de estas formas asiste a Vanessa de maneras ligeramente diferentes. Si tenemos suficiente energía podremos fusionar a ambos personajes para lograr una forma más poderosa que además regenera la vida de Vanessa mientras esté activa, lo que la vuelve un preciado recurso para utilizar en momentos de pánico, en especial si nos vemos rodeados de demonios, mutantes y otros enemigos. Tanto las armas de Vanessa como los poderes de Monty pueden adquirir mejoras: derrotar enemigos y destrozar ciertos cristales nos recompensa con puntos para invertir en los árboles de habilidad de nuestros personajes, permitiendo acceder a nuevos combos y modificaciones en los efectos de nuestro arsenal.
El juego en sí funciona correctamente pero se siente restringido, limitado, como que no llega a explotar todo su potencial. Cada nivel consiste en recorrer un escenario cuasi-laberíntico y detenernos cada tanto porque aparecieron bichos a derrotar; y sí, de eso se trata un buen brawler; el problema es que Obey Me sufre un poco en el diseño de niveles y otro tanto en el propio sistema de combate. Cada nivel posee peligros en sus escenarios; llámense minas putrefactas, cristales que estallan, lásers, lanzallamas, discos de sierra y otras ocurrencias por el estilo. Ocurre que suele haber un abuso de estos elementos, que en muchas oportunidades siembran el campo de batalla de inconveniencias difíciles de esquivar cuando los propios movimientos de ataque de Vanessa la mueven en dirección a estos peligros.
Cuando no es la propia Vanessa la que se precipita a los peligros en el escenario, son los enemigos los que la lanzan a ellos, o los que la atraen en su dirección general. Es aquí que empezamos a notar el verdadero punto de quiebre que pondrá a prueba la paciencia de muchos jugadores, y es que Vanessa, como luchadora, no es tan fácil de controlar. Hacer que los combos fluyan se complica cuando cada movimiento de ataque nos deja vulnerables durante la duración de los mismos, que incluso en el caso de los guanteletes—el arma más veloz—sufre de retrasos considerables entre que pasamos de un ataque a otro: más que suficiente para que un enemigo reaccione y nos corte el combo; y dado que los enemigos siempre vienen en patota, las interrupciones en nuestros ataques serán frecuentes y hasta levemente irritantes.
Se entiende, por ejemplo, que el enorme martillo sea un arma de ataque lento; pero el tiempo que Vanessa demora entre terminar el ataque y volver a arremeter es atroz. El combo de espada y escudo se siente mucho más balanceado, pero aun así todo el concepto de defendernos al levantar el escudo pierde sentido cuando el juego no le da prioridad a esa acción al momento de ejecutarla, cancelando las demás: hasta que Vanessa no termina de blandir la espada no podemos levantar el escudo y, aunque eso suena a queja menor, en el fervor del combate desespera un poco ver a un enemigo listo para arremeter, intentar activar el escudo y descubrir que Vanessa sigue dando espadazos en lugar de defenderse. Es cuestión de un segundo; pero un segundo en un brawler de acción frenética se siente como una eternidad. Hay otros menesteres menores que aquejan al juego: un par de bugs afectaron mis sesiones; una vez fijando el disparo de mis dagas arrojadizas en una dirección específica; otra vez colgando una pantalla de carga al pasar de nivel; y en otra oportunidad haciendo inmortal a un enemigo (literalmente desapareció su barra de vida y no se podía eliminar). Todos estos son inconvenientes que se pueden remediar en futuros parches, pero que creo necesario hacer notar.
¿Qué puedo decir, entonces, de Obey Me? Es un muy decente brawler de acción y sus protagonistas se ganan toda nuestra estima, a pesar de que la historia en la que están involucrados no sea la más atrapante y su sistema de combate muestre algunas limitaciones. El núcleo de su jugabilidad funciona y cumple con lo que promete, pero siento que no muchos se van a acordar del juego hacia el final del 2020. Sigue siendo un lindo título para pasar el rato, más aún si nos acompaña un amigo al control de Monty; pues si hay algo en lo que el juego se luce es en presentarnos a un dúo protagónico muy carismático; y ojalá que Error 404 los traiga de regreso para una potencial secuela. Vanessa y Monty merecen otra oportunidad.
Jugué la totalidad de la campaña de Obey Me, superando el juego tras poco más de 7 horas de recorrer niveles y masacrar enemigos. En un principio las actuaciones de voz y los personajes no me cayeron particularmente bien, pero con el correr de los capítulos la química entre Vanessa y Monty me hizo querer mucho a este dúo. Aprecié mucho la variedad de armas y la posibilidad de mejorarlas, aunque las pequeñas idiosincrasias del sistema de combate no me terminó de convencer del todo. Al final del día siento que Obey Me es un título decente pero definitivamente no perfecto: hay varios bugs para parchear. Por lo demás, se disfruta mucho.