El Tiempo en la Televisión es tirano, dicen por ahí, y puede que Not For Broadcast sea la mejor representación de tal frase. Ubicados tras los mandos del panel de transmisión de un canal de televisión británico, nuestro objetivo es coordinar cámaras, pasar publicidad, censurar palabrotas y, dentro de lo posible, sobrevivir al caos que se desarrolla en vivo y en directo, tanto dentro del estudio como más allá de las paredes del edificio.
Son momentos de cambio importantes en el país: una nueva fórmula política ha ganado las elecciones y está preparada para implementar un revolucionario sistema de leyes que promete mejoras en los impuestos y la mar en coche. Ya escuchamos esta canción antes, ¿verdad? Pues las primeras imágenes que tenemos de los representantes del grupo Advance en nuestro primer día de trabajo son tan contundentes que no hace falta pensar mucho para saber que las cosas se van a salir de control demasiado rápido. Pero ese no es nuestro problema. Nuestro problema es operar la consola de transmisión y asegurarnos de que el discurso que esta buena gente está dando en vivo salga a pedir de boca; lo cual, considerando la programación, será un verdadero milagro.
Lo primero que debo hacer notar es que para esta reseña he jugado la actual versión en Early Access del juego, que consta de tres días de transmisión en vivo. Existe una demo gratuita que nos permite experimentar el primer día de transmisión y recomiendo a todos los interesados jugar primero ese prólogo, porque así me será mucho más fácil explicar por qué amé tanto las mecánicas del juego y—al mismo tiempo—por qué odie tanto al juego en general.
Not For Broadcast tiene una base sólida sobre la que, lamentablemente, se ha erguido un conglomerado de malas decisiones. Su núcleo pasa por las transmisiones en vivo del noticiero local, y estamos hablando de programas de casi media hora divididos en tres bloques de programación. Durante estas transmisiones tendremos a nuestra disposición cuatro cámaras que iremos seleccionando para mostrar los mejores ángulos y mantener al público pegado a la TV, y para ello debemos mantener un equilibrio entre hacer foco en la persona que está hablando y pasar brevemente a planos alternativos para ver las reacciones de los demás en el estudio. No debemos excedernos con las tomas, o el público se aburrirá.
Claro que no es tan fácil como parece. Transmitir en vivo requiere estar atentos a lo que ocurre en pantalla y también a todo lo que pasa más allá de la misma: la señal de la antena puede recibir interferencias, en cuyo caso debemos ajustar la frecuencia para evitar pérdida de recepción; o también podemos encontrarnos con invitados que sueltan palabrotas inapropiadas al aire, las que hay que censurar con un par de segundos de ventaja. Hacer malabares con estas tareas ya es desafío suficiente, pero a todo esto se añade el propio drama que toma lugar en vivo y en directo: comentaristas que incomodan, irrupciones de invitados no deseados, debates acalorados y situaciones que se salen de control. Debemos estar siempre a la altura de las circunstancias y resolver todos los inconvenientes al vuelo.
Si la cosa terminara ahí, Not For Broadcast sería una excelente propuesta de tensión laboral en un escenario de preocupación nacional, similar a cosas como Papers, Please y Not Tonight. Pero no es así. Hay elementos en el juego que contrastan severamente con el impacto que se intenta generar, pasando de lo que podría haber sido un genuino argumento de tensión socio/político a lo que en realidad se acerca más a un sketch de Monty Python pero sin el alma, corazón, estilo, carisma, libreto o esfuerzo puesto en las actuaciones de los personajes. Ocurre que todas las transmisiones son live-action; están estelarizadas por personas de carne y hueso y, si bien uno no tiene por qué esperar actuaciones dignas del Oscar en un juego indie, sí se espera un moderado nivel de calidad que, en este caso, brilla por su ausencia.
Las interpretaciones de los personajes son pésimas, aunque uno no está seguro si se debe a los pobrísimos sketches, al mal desempeño de los actores en general, o a una generosa dosis de ambos elementos. El problema no es sólo que la mitad de los segmentos live-action carecen de sentido, sino que la totalidad de ellos son extremadamente tediosos. La narrativa de fondo apunta a describir un conflicto que amenaza con afectar a toda la nación; algo que podemos apreciar con mayor intensidad en el simpático tráiler que se nos muestra al final del contenido Early Access, como para tentarnos a esperar lo que se viene; pero lo cierto es que ninguno de los protagonistas me genera ni la más mínima sensación de empatía como para querer verlos salir adelante, y eso es grave: se supone que el jugador debe encontrar en el universo del juego aquello a lo que desea proteger, pero ni uno solo de los involucrados logra ese objetivo.
Rellenando el espacio entre una transmisión y la siguiente veremos una abundante cantidad de secuencias de texto. Estas pantallas estáticas; apenas adornadas por una TV de fondo que transmite imágenes relevantes a la escena; nos hacen tomar decisiones sobre la vida personal de nuestro protagonista principal y su familia a medida que los efectos de las decisiones tomadas por el nuevo gobierno afectan a los ciudadanos; pero es un cambio de tono tan serio y severo que contrasta terriblemente con las chiquilinadas que vemos durante las transmisiones. Ambas secciones parecen sacadas de dos juegos completamente distintos, en particularidad porque la forma en que pasan los días y la forma en la que recibimos nuestro sueldo (al final de cada transmisión) sugiere que literalmente trabajamos tres días en más de ciento cincuenta que se pasaron en total.
Sí, la versión Early Access actual cuenta con sólo tres días de transmisión en vivo, cada uno añadiendo algún elemento nuevo para mantener la jugabilidad fresca e interesante. El primer día oficia de tutorial para los comandos básicos y es, dentro de todo, el segmento más interesante del juego (que, por cierto, es el mismo que podemos jugar en la Demo gratuita). El segundo día ya añade la necesidad de elegir imágenes de titulares para la introducción del noticiero, pero también nos da la pauta, tras observar los dos primeros bloques e ir pasando al tercero, que todas y cada una de las secciones del programa van a tener problemas de una forma u otra. Ya hacia el final de este segundo día de labor nuestra paciencia quedará considerablemente agotada, pero es el tercer y último día de transmisión el que termina con nuestra tolerancia.
El tercer día tiene lugar durante una tormenta eléctrica, lo que en teoría implica que habrá que tener cuidado con los equipos eléctricos. Lamentablemente, la mejor forma que encontró el juego para darnos problemas eléctricos es hacer entrar en cortocircuito el panel de control, debiendo evitar presionar los botones electrificados a riesgo de recibir una patada. La manera brutal en la que se representa esto en pantalla, sacudiéndola de súbito como si de un jumpscare se tratara, no debería ser meritorio de bajar la nota al juego pero, dado que se trata del último tropezón en una experiencia de apenas hora y media que se siente muchísimo más larga que eso, me siento justificado para hacerlo.
Es cuando todos esos problemas afloran que uno empieza a notar todos los otros pequeños menesteres y decisiones cuestionables que plagan al juego. Tras cada transmisión podremos acceder al Archivo, donde podremos ver los programas tal cual salieron al aire (es decir, con los cambios de cámara y censuras aplicados por nosotros) y también las grabaciones de todas las cámaras. Esto último es lo más interesante, ya que nos permite pescar detallitos y diálogos que se nos escaparon durante la transmisión. ¿Cuál es el problema, entonces? Pues que, por algún motivo, volver a ver los programas ya emitidos, supuestamente archivados en cintas de video, no nos permite rebobinar o pasar la cinta hacia adelante. ¿Queríamos ver un momento en particular? Hay que darle Play a la cinta y esperar que ese momento llegue.
Mencionamos que recibimos nuestro sueldo tras cada transmisión. El valor del mismo depende de qué tan bien hayamos realizado nuestro trabajo. Este dinero podremos invertirlo en nuevas herramientas para nuestro estudio, reparaciones e incluso decoraciones; pero es tan breve el contenido de esta versión que la tienda es prácticamente inútil en su estado actual.
Llegado a este punto me cuestiono si valía la pena lanzar el juego en su estado actual. No sólo su duración no excede las dos horas, la calidad de dicho contenido no me inspira deseos de querer seguir jugando lo que sea que venga después, cuando sea que ocurra. Tal vez haya un juego mucho más completo y competente al final del camino, pero si debo juzgar al producto por lo que es hoy, Not For Broadcast está muy por debajo de la calidad que esperaba ver. Cambiemos de canal o, mejor aún, apaguemos la TV.
NOT FOR BROADCAST
Tras pasar en poco menos de dos horas todo el contenido disponible en su estado Early Access actual, y habiendo luego probado el Prólogo para corroborar que no añade material nuevo sino que es la primera misión del juego pago, realmente no puedo recomendar Not For Broadcast. Hay una idea de jugabilidad muy interesante en este proyecto, pero todos los elementos a su alrededor vienen a jugarle en contra, y a mí; particularmente a mí; terminó por hastiarme en tiempo record.