Cada propuesta terrorífica que suma la TV se recibe con los brazos abiertos, más si llega con las credenciales de AMC y la adaptación de la novela homónima de Joe Hill, y sí, el hijo de Tabitha y Stephen King, que se hizo de un nombre y un estilo propio dentro de la literatura sobrenatural con cositas como “Horns” (2010) y cómics de la talla de ‘Locke & Key’ (2008-2013). Jami O’Brien, productor de “Fear the Walking Dead”, es el responsable de este nuevo show que mezcla fantasía y terror, con los dramas familiares de Vic McQueen (Ashleigh Cummings), adolescente de 18 años que lucha por escapar del abúlico pueblito de Haverhill, Massachusetts.
Todo arranca un poco lejos de ahí, en Iowa, donde Charlie Manx (Zachary Quinto) y su secuaz, secuestran al pequeño Danny Moore (Asher Miles Fallica), con la promesa de llevarlo a Christmasland, una tierra encantada donde los chicos solitarios como él siempre encuentran cariño y diversión. Claro que los propósitos de Manx son un tanto más macabros, ya que este ser inmortal (¿un vampiro?) se alimenta de la energía de sus víctimas para recobrar su juventud.
De camino a su destino, Charlie empieza a percibir una extraña presencia dentro de los confines de estas rutas mágicas que atraviesan la región, más precisamente en “The Shorter Way”, un puente de madera destartalado que conecta al que lo cruza con objetos y personas desaparecidas. Supuestamente, el puente en cuestión fue derribado cuando Vic era apenas una nena, pero ahora se le presenta cada vez que ella lo necesita, la mayor parte del tiempo, para escapar de las violentas peleas entre mamá y papá.
Vic viene de una familia de clase baja, pero su talento para las artes plásticas podría conseguirle una beca en la universidad. Una aspiración que choca con los deseos de su mamá Linda (Virginia Kull), dedicada a la limpieza de las casas de los más adinerados, pero no con los de papá Chris (Ebon Moss-Bachrach), que la impulsa a seguir sus sueños, en parte, porque él nunca pudo con los suyos. Queda claro que la chica siente más afecto por su progenitor, pero pocas veces se da cuenta lo ocurre entre las paredes de su hogar. La tensión empieza a crecer en el seno de los McQueen y es ahí donde el puente se empieza a manifestar para darle pequeñas respuestas.
Mientras tanto en Iowa, la policía sigue tratando de resolver el asesinato de la mamá de Daniel y averiguar su paradero, a lo que se suman las habilidades de Maggie Leigh (Jahkara Smith), una jovencita ligada al nene, que puede percibir pistas usando fichas de Scrabble como si se tratara de runas o algo por el estilo. La información le llega fragmentada, como el Rolls-Royce Wraith de Manx o la mención de la “mocosa” (referencia directa a Vic) que puede ayudar a resolver este caso.
Así, “The Shorter Way” sienta las bases de este drama terrorífico con poco artificio (por ahora), y más centrado en las motivaciones de cada uno de sus personajes protagonistas. Esta primera hora dirigida por Kari Skogland -ya acreditada para la serie “Falcon & Winter Soldier”– se hace larga y bastante tediosa, porque la estructura elegida se empieza a repetir entre las peleas familiares de los McQueen, las huidas de Vicky y sus cruces por y con el puente, que no la dejan en la mejor forma.
O’Brien (así como Hill) no deja pasar la oportunidad de mostrarnos este universo fantástico más amplio que tiene varias referencias hacia el trabajo de King y la rica mitología vampírica. Un universo que vamos a ir descubriendo capítulo a capítulo, a medida que estos dos protagonistas vayan arrimando sus destinos. ¿Por qué Vic tiene este don? Por ahora no tenemos ni idea, y ahí reside uno de los pocos atractivos de la serie. El otro, por supuesto, es la intrigante figura de Manx y un Zachary Quintoal al que le sientan muy bien los villanos (saludos a Sylar).
“NOS4A2” (léase Nosferatu), falla en captar nuestra atención al primer vistazo, en parte, por sus personajes poco seductores y una historia a la que le falta un golpe de horno. Después de la violenta primera escena, la trama se va desgastando, cayendo en lugares comunes que se olvidan del entorno fantástico para centrarse en un drama telenovelesco que da vueltas sobre sí mismo. Suponemos que esto va a ir cambiando y desarrollándose, pero no cubre los requisitos mínimos de una buena carta de presentación televisiva.