Si Monster Hunter World figuraba la búsqueda de Capcom de nuevos horizontes para una de sus franquicias más populares, Monster Hunter Rise representa de alguna forma el regreso a las raíces de la franquicia, incluyendo su versión portátil y todo. Esto se puede verificar fácilmente cuando pensamos en las sensaciones que transmite Rise al jugarlo, como también en la oferta del contenido y los sistemas que lo unen y convierten en uno de los mejores juegos de los últimos años. Pero no estaba todo dicho en ese aspecto, al menos, si interpretamos lo que Capcom intenta decirnos con Sunbreak, una enorme y nueva expansión que potencia todo lo bueno de Rise y mete mucho más carne en el asador, que sabrán apreciar más que nadie los fanáticos acérrimos de la franquicia.
Aunque este punto de vista puede ser un tanto criticable, se entiende el punto que quiere marcar Capcom: esta expansión es para aquellos que le dedicaron no menos de 60 horas al juego original. Si no lo hiciste, es imposible acceder a los contenidos de Sunbreak, que son de una calidad tan vasta como su extensión. Pero si hiciste los deberes, hay que decir que estamos ante la mejor expresión del Monster Hunter clásico tanto por las novedades en términos jugables como también por el regreso triunfal de monstruos clásicos renovados no sólo desde lo estético, sino también en su repertorio de movimientos. Pero vayamos por partes.
Sunbreak continúa la historia exactamente donde la dejamos en Rise: salvamos Kamura y aparece un nuevo personaje, Fiorayne, una caballera de la orden real que nos pide que la ayudemos con -para variar- cazar monstruos, lo que nos lleva a Elgado, la nueva ciudad de esta expansión. Y como toda buena expansión de Monster Hunter -ya sea como Iceborn o relanzamientos bajo el subtítulo de “Ultimate”-, Sunbreak nos trae un nuevo rango, nuevos monstruos y nuevas locaciones: desde la aldea mencionada a mapas nuevos donde vamos a pasar la mayor parte del tiempo. Se trata de un contenido que si queremos ir derecho nos ofrecerá unas 35 horas de juego, pero si queremos completarlo todo, superará fácilmente las 80 horas de duración.
Condimentos para mantenernos frente a la pantalla le sobran, pero uno de los más notorios es la jugabilidad, que recibe cambios que le vienen muy bien. Monster Hunter Rise introdujo las “habilidades intercambiables”: un sistema que permite elegir entre distintas habilidades y cambiarlas dependiendo nuestro estilo de juego, lo cual nos limitaba a elegir un grupo y comprometernos a él durante todo el juego, sin la posibilidad de cambiarlo durante el combate. Pese a esa limitación el sistema funcionaba, porque daba lugar a una enorme variedad de combinaciones entre distintos jugadores que buscaban qué es lo que les funcionaba entonces.
Pero Sunbreak viene a retrucar la apuesta y nos permiten tener dos conjuntos de habilidades intercambiables y no sólo eso, sino que también podemos cambiarlas no sólo durante el combate, como también durante los mismos combos que esas habilidades nos dan. Esto aumenta exponencialmente la cantidad de opciones a las que podemos acudir a la hora de pasar a la acción, además de agregar nuevas habilidades intercambiables desde el vamos. Es lo más cercano a tener un nuevo sistema de combate sin la necesidad de convertirse en un juego nuevo, con elementos tan sencillos y funcionales como cambiar el set al vuelo.
Además de esto y como indica la regla de las expansiones de Monster Hunter, tenemos nuevos monstruos que cazar. En este lado de la ecuación, todos los monstruos recurrentes son los más queridos por la comunidad. Algunos de ellos destacan particularmente como Gore Magala (ya anunciado en distintos tráilers) y otros que no fueron nombrados y que no quisiera comentar para no arruinarle la sorpresa a nadie. Lo mejor de estas apariciones sorpresivas no sólo es el hecho del regreso de los monstruos en sí, sino que pelear contra ellos en esta generación es increíble gracias al aspecto renovado que presentan y los nuevos ataques.
Los monstruos nuevos son todos muy divertidos pero hay que hacer mención especial a Malzeno, el nuevo dragón ancestral, que no sólo tiene animaciones increíbles sino que el combate en sí es alucinante. Es desafiante, los movimientos generan una adrenalina increíble, ¡se teletransporta! Es realmente increíble lo que Capcom logra con la variedad de los combates entre sus cientos de monstruos.
Lo que más me gusta de Sunbreak es que una vez que terminamos la historia propiamente dicha, el contenido post game que tenemos a disposición es enorme. Hay muchísimas misiones secundarias y cazar al jefe final nos abre un nuevo abanico de cacerías especiales con monstruos que tienen una particularidad específica que no voy a comentar para que lo descubran por ustedes mismos, pero que hace que las peleas sean más desafiantes y divertidas, más allá del obvio toque de distinción que aportan.
Con todo, Monster Hunter Rise: Sunbreak no viene a cambiar lo que la serie es en su esencia: no trae nada particularmente rompedor -más allá de las novedades jugables- pero sí trae mucho más de lo que ya saben hacer, mejor y más pulido que nunca, tanto a nivel visual, artístico y sonoro. Por esto es que es fácil decir que Monster Hunter está en su mejor momento y en esta vertiente en particular sobre todo, ya que World tenía varios problemas que los veteranos supieron detectar y que en Rise directamente no existen. Esto está relacionado al sentimiento de que no se trata de un Monster Hunter a toda regla dada la enorme interacción que podías tener con el mapa y la pérdida de protagonismo de cada monstruo.
Monster Hunter Rise: Sunbreak es sin lugar a dudas el nuevo punto de comparación en esta enorme franquicia y estoy con muchas ganas de ver que traerán las próximas actualizaciones, que estoy seguro que van a llegar. Se trata de un producto generoso en su contenido, con las mejoras justas y que a diferencia de lo que ocurrió con el lanzamiento del juego base, está completamente terminado y no le falta absolutamente nada.