ANÁLISIS | Miracle Workers S01E01/E02: 2 Weeks/13 Days

El formato de antología televisiva -temporadas autoconclusivas- viene copando las pantallas con grandes resultados, sin importar sus tramas o género. La cadena TBS suma su granito de arena con la primera entrega de “Miracle Workers”, una comedia bastante negra creada Simon Rich, también responsable de “Man Seeking Woman” (2015-2017). Rich tomó como punto de partida su propia novela “What in God’s Name” (2012), la cual fue compara con “The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy” por el mismísimo The York Times. Una historia que nos lleva a los cuarteles de Heaven Inc. (el Cielo), donde atestiguando su fracaso con la humanidad, Dios (Steve Buscemi) está bastante decidido a destruir la Tierra.

Y sí, nadie lo puede culpar al ver las catástrofes y los errores garrafales que nos mandamos, pero el ‘señor’ no pone mucho de su parte, convencido de que los seres humanos ya no creen como antes. Con el ego un tanto herido y sin soluciones mágicas a la vista, el Todopoderoso prefiere enfocarse en otros proyectos y darle la espalda a sus creaciones. Por suerte, hay alguien que todavía no perdió las esperanzas y cree que la Tierra es un lugar digno de ser salvado. Hablamos de Eliza (Geraldine Viswanathan), una empleada angelical cansada de pasar sus días en el departamento de “polvo”, que anda con ganas de aportar un poco más.

Así va a parar al Departamento de Plegarias Contestadas, una oficina un tanto lúgubre donde Craig (Daniel Radcliffe) lleva unos diez mil años ayudando a los seres humanos a encontrar sus llaves u otros objetos perdidos. Nada muy complicado, ya que la mayoría de las “súplicas” son imposibles de resolver y pasan derechito a las manos de Dios que, obviamente, las archiva en alguna bandeja. La desilusión de Eliza es instantánea, pero no va a dejar que el pesimismo o la pasividad de su compañero ganen esta batalla. Por su parte, Craig es un ángel solitario que se rige por las reglas y no piensa permitir que la recién llegada altere sus esquemas.

Entre idas y vueltas, y su férrea necesidad de ayudar, Eliza termina haciendo una apuesta con Dios cuando este decide destruir la Tierra. Ahora, ella y Craig tienen dos semanas para contestar una plegaria imposible: logar que dos humanos, Laura (Sasha Compère) y Sam (Jon Bass), se enamoren. La tarea parece sencilla, pero las variables que deben enfrentar son infinitas y, además, deben seguir las reglas y no intervenir más de lo necesario. En los papeles, la parejita parece estar echa el uno para el otro, pero obviaron el detalle de que son dos individuos socialmente ineptos.

Así arranca “2 Weeks”, y en este tic-tac del reloj se van a concentrar los siete capítulos de una primera temporada con mucho potencial, aunque no logre escapar a las comparaciones con “The Good Place”. La comedia fantástica producida por Lorne Michaels (“Saturday Night Live”) tiene mucho en común con la creación de Michael Schur, más allá de que sus predicamentos vienen de la vereda de enfrente. Acá no se trata de buenas o malas acciones, ni conflictos morales humanos; a pesar del libre albedrío, todo parece indicar que los sujetos de la Tierra siempre están supeditados a los caprichos de un ser superior y a las decisiones de sus minions, sin importar sus creencias.

El Dios de Buscemi no tiene nada de compasivo, en cambio, es un vago revanchista y caprichoso que no tiene ninguna moderación, por ejemplo, a la hora de pergeñar la muerte de Bill Maher y achacarle la “culpa” y responsabilidad a su más fiel ejecutivo, Sanjay (Karan Soni). Claro, a nadie se le va a ocurrir contradecir al jefe, un personaje moldeado a imagen y semejanza (je) de los líderes más ambiciosos y caprichosos.

Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

“Miracle Workers” tiene un formato ultra cortito y dinámico que se sostiene, ante todo, gracias a un elenco con mucha química que logra que las cosas funcionen. Su único propósito es el de entretener y sacarnos alguna sonrisa, pero lamentablemente, jamás alcanza la profundidad temática  de muchas de sus congéneres. Demasiados chistes sobre partes íntimas y desgracias ajenas que nos recuerdan al Bruce Nolan de Jim Carrey en “Todopoderoso” (Bruce Almighty, 2003), más que a las ácidas humoradas de Mel Brooks o los Monty Python.