ANÁLISIS | Luchando con mi Familia

Hay familias que se pasan la vida peleando, y hay familias que pelean para vivir. Es el caso de los Bevis -oriundos de Norwich, Norfolk (Inglaterra)-, promotores y creadores de la World Association of Wrestling local, con papá Patrick a la cabeza. Si están familiarizados con el mundillo de la lucha libre profesional, estos nombres seguramente les suenan, mucho más el de Paige, también conocida como Saraya-Jade Bevis, la campeona más joven del Divas Championship. La historia de esta peculiar parentela ya había sido representada en “The Wrestlers: Fighting with My Family” (2012), un documental de Channel 4 dirigido por Max Fisher, del cual Stephen Merchant tomó nota ara llevar adelante esta dramedia biográfica.   

Merchant, más conocido por su faceta actoral y sus eternas colaboraciones con Ricky Gervais en cosas como “The Office” (2001-2003) y “Extras” (2005-2007), se para detrás de las cámaras -y delante en un pequeño papel- para llevarnos tras bastidores de este ascenso a la fama en los cuadriláteros para esta jovencita que no pudo escapar del destino familiar. Para ella, todo arranca en el año 2002, cuando empiezan los encontronazos con su hermano Zak, y papá y mamá no tienen mejor idea que cruzarlos a los dos sobre el ring. A la edad de 18 años, Saraya (Florence Pugh) ya es reconocida como “Britani Knight”, y junto al resto de su familia ayudan a promover este noble deporte, y a entrenar a otros jóvenes luchadores que encuentran en esta actividad una escapatoria para sus vidas un tanto miserables y los vicios de la calle.

Pero el verdadero sueño de Zak (Jack Lowden) es llegar a las ligas mayores y no deja de insistir para, algún día, meterse en las listas de la WWE (World Wrestling Entertainment). Mientras papá Ricky Knight (Nick Frost) y mamá Julia (Lena Headey) luchan financieramente y dejan sus días de gloria atrás para promocionar a sus retoños, la oportunidad arriba en forma del entrenador Hutch Morgan (Vince Vaughn), quien acepta incluir a los hermanos en un evento en el The O2 Arena. Es acá donde Saraya adopta el nombre de Paige -en homenaje al personaje de Rose McGowan en “Charmed”-, y donde empiezan los problemas, al menos, en el seno de los Knight.

Paige tiene el carisma y un futuro en la WWE a los ojos de Morgan, cosa que no ocurre con Zak, quien queda bastante herido y resentido cundo su hermanita parte rumbo a Florida (ya en los Estados Unidos) para sumarse al equipo de NXT, ese paso previo a la World Wrestling Entertainment. “Luchando con mi Familia” (Fighting with My Family, 2019) nos va mostrando lo que pasa de un lado y del otro del charco: Saraya lidiando con todas sus dudas e inseguridades, mientras se gana un lugar entre las chicas lindas de la liga; y Zak, dejándose vencer por los celos, en vez de celebrar y apoyar los triunfos de su hermana.

A Merchant, también responsable del guión, no le interesa tanto el ambiente deportivo como el familiar, y el reto de cumplir los sueños. Claro que hay parafernalia cuando se trata de la WWE y sus estrellas como Dwayne ‘The Rock’ Johnson (productor de la película), pero el realizador mantiene el foco en una historia más simple, sencilla y acotada, recargada de humor y buen corazón, protagonizada por un grupo de marginados que no siempre encuentra su lugar en ese mundo más “glamoroso”.

La comedia inglesa, esa que no siempre da concesiones, es el catalizador del disfrute de esta película que también halla sus momentos emotivos, incluso, aunque estemos totalmente ajenos a este mundo de la lucha libre y las peleas coreografiadas. Merchant y sus personajes encuentran la conexión con el espectador a través de sus propias experiencias cotidianas, porque todos tenemos conflictos familiares (y persoanles), en mayor o menor medida. Por ahí viene el acierto de “Luchando con mi Familia”, que logra hacer brillar a cada uno de sus intérpretes, ya sean principales o secundarios.

Los hermanos sean unidos…

Acá, la “pica” actoral es entre Pugh -que la viene rompiendo en todo lo que hace desde “Lady Macbeth” (2016)- y Lowden, que empezó a hacerse notar después de aparecer en “Dunkerque” (Dunkirk, 2017). Pero sus interpretaciones se refuerzan gracias a todos esos personajes que los rodean, principalmente Frost, Headey y Vaughn, tan auténticos como excedidos, cada vez que la situación (y el guión) lo amerita. Merchant no le da prioridad al contexto sociocultural (como “Full Monty” o “Tocando el viento”), pero nunca lo deja de lado, reforzando las características de su protagonista y el contraste con sus compañeros norteamericanos. Estos dos mundos se unifican en la figura de Paige que, aunque lo intenta, no puede (ni quiere) dejar de lado sus raíces y el pesado legado de los Knight.   

En el fondo, “Luchando con mi Familia” no deja de ser una ‘feel good movie’ al mejor estilo inglés, con sus chistes ácidos, sus situaciones absurdas y sus personajes entrañables/desagradables y un tanto caricaturescos, que se ganan nuestro cariño y empatía a base de mucha actitud y naturalidad. Sabemos que este no es un cuento de hadas, y que Paige no lo pasó tan bien a como se ve en el film, pero tampoco se trata de un documental que pretende mostrar el ascenso de una estrella deportiva. Acá, la lucha libre es un poquito la excusa para contar una simpática y muy entretenida historia de sueños y anhelos cumplidos que exceden lo personal y se comparten en familia.