ANÁLISIS | Lo que fuimos

“Lo Que Fuimos” (What They Had, 2018) es una de esas películas chiquitas e independientes que arrancó su camino en festivales (el de Sundance en 2018), no explotó en su momento y ahora llega a los cines locales un tanto rezagada. Igual, logra colarse en una cartelera plagada de tanques pochocleros, películas animadas que arrasan en taquilla y reestrenos superheroicos que quitan salas a montones. Casi un milagro.    

La actriz Elizabeth Chomko salta detrás de las cámaras para este más que auspicioso debut cinematográfico. Chomko escribe y dirige este drama familiar cargado de buenas intenciones y un elenco que le calza como anillo al dedo. Hilary Swank, Michael Shannon, Robert Forster, Blythe Danner, Taissa Farmiga y Josh Lucas son las caras de esta historia que arranca en el frío invierno de Chicago, en vísperas de Navidad, cuando Ruth (Danner) sale para dar un paseo en medio de la noche helada. Lamentablemente, su esposo Norbert (Foster) tarda en notarlo y al no poder encontrarla les pide ayuda a sus hijos.

Nicky (Shannon) termina contactando a su hermana Bitty (Swank), quien aprovecha las vacaciones festivas para viajar desde California junto a su hija adolescente Emma (Farmiga). La cuestión es que mamá Ruth está en una avanzadísima etapa de su Alzheimer, una enfermedad que papá trata de alivianar, peo muchas veces se le escapa de las manos, más teniendo en cuenta sus problemas cardíacos.   

Más allá de la testarudez de su padre, los hermanos deben tomar una decisión definitiva y tratar de convencerlo de poner a su esposa en un hogar geriátrico donde puedan atender todas sus necesidades. La respuesta inmediata es un no rotundo, propiciando unos cuantos conflictos personales que la familia se viene guardando. “Lo Que Fuimos” plantea una historia sencilla y directa, sin demasiadas vueltas ni dramas, un problema que puede afectar a cualquiera y Chomko sabe cómo presentarlo sin caer en exageraciones ni golpes bajos.

La realizadora se enfoca en esta relación matrimonial que ya lleva sesenta años, un modelo de “romance” para sus hijos que, obviamente, no pudieron seguir los pasos de sus padres, ni colmar sus expectativas. Nick no tiene pareja estable (ni parece preocuparse por ello), en cambio, acaba de invertir todos sus ahorros en un bar, una decisión que su padre no celebra. Por su parte, Bridget parece tener el matrimonio perfecto, sólo la fachada de una vida desdichada, solitaria y cargada de frustraciones que intenta volcar en su hija, quien quiere abandonar sus estudios.

En California, Bitty se alejó de los problemas, dejando que su hermano cargara con el peso de ocuparse de dos padres enfermos. Ahora es Nick el que le pide que se involucre, en parte, para alivianar su trabajo extra. Estas son las decisiones en las que se enfoca la realizadora, mezclando culpas, abandonos, humor no deliberado y mucha negación por parte de los protagonistas que se resisten a aceptar que su madre/esposa ya no es la mujer que conocían. Ruth tiene pequeños momentos de conciencia, pero no los suficientes para dimensionar su situación, la que se deteriora día a día.    

Como la vida misma

Chomko aborda con ternura una enfermedad que menoscaba la memoria y las relaciones, muchas veces de forma violenta. Intenta ser reflexiva y didáctica, sin llegar al extremo de la moralina y los discursos científicos y maneja sus planteos desde el seno de esta familia que tiene que acomodar sus dilemas individuales, tanto como los de conjunto. Trabajo, estudios, amores, hasta la religión es un tema difícil de tocar sin herir susceptibilidades ante un padre que prefiere fantasear con un escenario ideal (no perfecto, pero sí acomodado a sus parámetros), antes de aceptar una realidad que se está desmoronando ante sus ojos.

El mejor “hallazgo” de Elizabeth Chomko -cuyo guión fue seleccionado por el laboratorio de escritura del Sundance Institute en 2015- es un elenco que funciona a la perfección, creando diferentes complicidades y desacuerdos, sin caer en lugares comunes ni melodrama de manual. De la mano de Swank, Shannon y Forster se nos hace muy cómoda la identificación, incluso en sus momentos más rebuscados. Danner está en su propio mundo y su propio rango, pero termina siendo  el aglutinante que une todas estas aristas.   

Las frías y reconocibles calles de Chicago también se transforman en un protagonista más de esta historia (sobre todo en contraste con la cálida California de donde viene Bridget), un relato sin muchas pretensiones artísticas ni narrativas, más allá de querer meternos de lleno en los conflictos de esta familia. Chomko nos convierte en sus cómplices, testigos silenciosos que poco podemos hacer para impedir o acelerar lo inevitable. “Lo Que fuimos” es un ‘darse cuenta’ para cada uno de estos personajes, que necesitan dar ese paso definitivo para empezar a encausar mejor sus vidas.