ANÁLISIS | Little Nightmares II, una secuela para no dejar escapar

Los europeos de Tasier Studios comenzaron en la industria con bajo perfil, trabajando en ports de juegos de Media Molecule, creadores de LittleBigPlanet. Desde sus inicios estuvieron dedicados a los juegos de plataformas, pero no recibieron reconocimiento hasta que publicaron Little Nightmares. Ahora vuelven a la carga con una secuela muy sombría que mantiene la fórmula centrada en puzles y plataformas del original, pero aplica ajustes en el diseño de niveles. El resultado es una experiencia sombría que no se detiene nunca y nos mantiene en vilo todo el camino.

Little Nightmares II es una aventura de exploración y puzles que pone el foco en el terror y lo tétrico. En esta ocasión nos presentan a Mono, un niño que se sumerge en un mundo de pesadillas que lo supera en dimensiones y peligros acompañado por la ya conocida Six, protagonista del primer juego. La aventura nos pondrá a escapar de todo tipo de amenazas y enemigos, algunas de lo más crueles, mientras nos abrimos paso hacia donde sea que estén yendo nuestros protagonistas, que parecen en una escapada constante.

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Es claro que Little Nightmares II toma inspiración en Limbo, el plataformas de PlayDead que le abrió las puertas a un nuevo tipo de plataformas cinemático. Puzzles, narrativa no verbal y un escenario tan detallado como críptico en el que nada es lo que parece son una constante en este tipo de juegos. La fórmula jugable de esta secuela es continuista y además se trata de un plataformero que no viene a romper moldes. Pero esto no significa que Little Nightmares II no se sienta genuino. De hecho, es una continuación que aprende de la primera parte y aplica los ajustes necesarios para hacer el viaje más atrapante.

Uno de los detalles más llamativos del juego de Tasier Studios es que se desarrolla en tres dimensiones. Si bien el desplazamiento es lateral, los niveles tienen profundidad y ya desde el comienzo entendemos que vamos a hacer mucho más que estar pendientes de qué surge a la derecha de la pantalla. El objetivo es casi siempre avanzar hacia la derecha, pero el diseño tridimensional le aporta una adrenalina extra a los peligros y enemigos que nos topamos por el camino.

Little Nightmares II es un plataformas más que intuitivo que se vale del minimalismo. Las mecánicas se reducen a saltar, correr y agarrar o empujar ciertos objetos. Los escenarios tienen muchísimo detalle, pero tienen poco con lo que interactuar. Como pasa en otros plataformas similares, el desafío está en entender qué hacer y cómo abrirnos camino con simples herramientas como cajas, sogas o plataformas. También se ponen a prueba nuestros reflejos en los momentos más plataformeros de habilidad pura y nuestros nervios cuando tenemos que enfrentar o escapar de alguna desagradable criatura.

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Dije “enfrentar” porque una de las novedades de esta entrega es la posibilidad de defendernos. En Little Nightmares II no vamos a tener un inventario de armas –ni de objetos–, pero sí podemos encontrar en los niveles hachas o armas de fuego que tendremos que descubrir cuándo usarlas para propiciar un golpe certero al enemigo en cuestión. Mientras que resulta empoderante ponerle fin a una persecución con un bicho gigantesco al dispararle un escopetazo en la cara, este “sistema de combate” está puramente scripteado y requiere perfección. Es decir que, si no pegamos un hachazo en el momento justo, por ejemplo, perdemos la oportunidad y morimos automáticamente.

En los combates y en las persecuciones es donde se resalta el principal problema de Little Nightmares II, y de muchos de estos plataformas del estilo: recae muchísimo en la prueba y el error. Si bien hay toda una filosofía de diseño detrás del hecho de que muchas veces aprendemos fracasando –morir para entender el puzzle–, siendo un juego de terror, se pierde muchísimo el impacto grotesco y el miedo cuando tenemos que recargar un checkpoint cinco veces porque el salto que tenemos que hacer es milimétrico o porque pifiamos con el arma y no hay segundas oportunidades.

Juegos como el clásico Another World o el ya mencionado Limbo basan la experiencia completa en la prueba y el error, y se han podido dar el lujo de ser de los mejores plataformeros que podemos jugar. Little Nightmares II está inspirado en ellos y como obra derivada, no cuenta con la ventaja de la novedad. Hay muchos otros juegos como el título de Tasier que, si bien no llega a frustrarnos con su diseño, nos deja esa sensación de sentir que ya jugamos esto alguna vez.

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Y con esto no quiero decir que no valga la pena. De hecho, sus deslices jugables no llegan a ser más que limitaciones, errores inherentes a su género. La razón por la que vale zambullirnos en el espeluznante mundo de Little Nightmares II es por su historia, su ambientación y lo variada que se antoja la aventura en sí, con puzles de todo tipo, enemigos que no dejan de ponernos los nervios de punta y sorpresas narrativas que no les quiero contar, pero que van a resolver dudas de la primera parte y dejar interrogantes para que teoricemos.

La gran novedad de Little Nightmares II es el regreso de Six, esta vez como acompañante. La pequeña está ahí para darnos una mano a la hora de resolver puzles o incluso para darnos alguna pista sutil. Dentro de lo que esperamos de una IA acompañante, el comportamiento de Six cumple con creces y nos hace sentir que suma a la experiencia. No deja de ser una picardía que el juego no cuente con modo cooperativo, sobre todo cuando vemos que los escenarios se diseñaron para que haya cooperación entre los protagonistas.

Las acciones de Six son simples: nos extiende la mano para ayudarnos a saltar y tenemos la oportunidad de llamarla por su nombre para captar su atención. Esto puede sonar a poco, pero Tasier se las ingenió para que sintamos que Mono y Six cooperan realmente y se ayudan mutuamente. Hay momentos en los que la niña nos salva realmente las papas o que nos ahorra trayecto en algún que otro puzzle. El cooperativo se siente orgánico y es el elemento que más justifica esta secuela.

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Viéndolo como un todo, es un juego realmente logrado, con un ritmo más que llevadero. La duración de unas seis horas es más que justa porque al ser corto, se permite ser intenso, no repetitivo y memorable. Por el camino vamos a encontrar coleccionables y detalles secundarios en los escenarios que aportan el broche de oro a la propuesta.

La ambientación merece un párrafo aparte porque Tasier Studio se lució con todas las letras, propiciando un ambiente onírico y sumamente inmersivo. Little Nightmares II no es un juego que busque el sobresalto, sino que nos eriza la piel con el diseño de sus enemigos, que además de verse feísimos, son dignos de la pesadilla más surrealista. Los escenarios sobredimensionados que contrastan con la insignificancia de Mono y su compañera hacen que nos sintamos indefensos, aunque también curiosos, con ansias de explorar cada rincón de esa realidad.

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Little Nightmares II nos trae una experiencia más aterradora y variada que la de su antecesor, manteniendo la fórmula que tan bien funciona en este tipo de plataformas, aunque no sin pecar de un exceso de prueba y error que por momentos se vuelve engorroso. Si buscan un juego de terror que los haga pensar, que los atemorice con ideas originales y que los haga empatizar con sus personajes, incluso cuando no dicen ni una sola palabra, no pueden perderse la nueva apuesta de Tasier. Una secuela para no dejar escapar.

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LITTLE NIGHTMARES II

10/02/2021 (PC, PS4, SWITCH, XONE)
8.5