Análisis | Lair of the Clockwork God es una genialidad de principio a fin

La industria de los videojuegos ofrece, en su creciente catálogo de títulos, toda clase de experiencias divididas en géneros específicos, pudiendo éstos experimentar un poco con sus reglas para darle al jugador nuevos incentivos a explorar sus propuestas virtuales. Pero a veces surgen casos excepcionales que, más allá de la promesa inicial, despliegan toda una colección de reglas ocultas y giros inesperados que nos sorprenden, capturando nuestra atención y haciendo de nuestro tiempo con el juego en sí una experiencia inolvidable. Hoy quiero hablarles de uno de estos casos tan peculiares: un curioso jueguito titulado Lair of the Clockwork God.

Es notablemente difícil hablar de este juego y explicar qué es lo que lo hace tan genial sin caer en algún spoiler, así que dividiré esta reseña en dos capas de profundidad: en la primera explicaré los fundamentos básicos tanto del juego como de la saga a la que pertenece, y en la segunda nos adentraremos un poco más en algunas de las idiosincrasias que lo vuelven un fuerte contendiente personal a Juego del Año; y no estoy haciendo ninguna hipérbole con esa declaración. Permítanme elaborar un poco, pasando primero a los datos básicos.

Lair of the Clockwork God es el nuevo trabajo de Size Five Games, un estudio de desarrollo inglés responsable de un par de simpáticos títulos de interés, tales como The Swindle y Behold the Kickmen. Sin embargo, su más reconocido logro es un par de Aventuras Gráficas en las que los propios desarrolladores del estudio, Ben y Dan, tienen delirantes desventuras en un festín de chistes y largas conversaciones en tono británico: Ben There, Dan That y Time, Gentlemen, Please!, dos paradas obligatorias para todo fanático del género del Point-And-Click. Lair of the Clockwork God vendría a ser la tercera aventura del dúo dinámico, aunque no hace falta haber jugado las dos aventuras anteriores para disfrutar a pleno de ésta.

Dos idiotas contra el fin del mundo

Comenzando su periplo en las junglas de Perú, Ben y Dan inmediatamente nos informan de un severo cambio en la estructura de su aventura: mientras que Ben insiste en seguir con las viejas y queridas mecánicas de las Aventuras Gráficas de antaño, Dan quiere probar suerte como personaje de juego de Plataformas. De esta forma habrá que controlar a ambos personajes por separado, con Ben Examinando, Recogiendo y Usando objetos, y Dan recorriendo niveles a los saltos, descubriendo nuevas mecánicas y obteniendo poderes para expandir su repertorio de movimientos.

El juego ofrece un muy agradable apartado audiovisual, con vistas coloridas y melodías simpáticas. También goza de un decente sistema de control, tanto para Ben, que sólo puede caminar de derecha a izquierda y utilizar una especie de menú contextual para sus acciones, y Dan, cuya habilidad plataformera recuerda ligeramente a la de The Swindle, aunque quizá un poco más amigable hacia el jugador. No es nada del otro mundo, pero ante todo es funcional y eso es más que suficiente a los fines del juego.

Esto no es una copia, es un Homenaje

Tras su pequeña aventura-tutorial en la jungla, la dupla regresa a su querida Londres, donde descubren que todos los escenarios apocalípticos posibles están sucediendo al mismo tiempo. Huyendo del peligro, nuestros muchachos hallan refugio en un búnker subterráneo, donde conocen al titular “Clockwork God”, una computadora que dice ser capaz de detener todos los apocalipsis, siempre y cuando Ben y Dan le ayuden a recobrar la empatía por la humanidad, que parece haberla perdido por algún motivo. De aquí en más habrá que atravesar una serie de escenarios virtuales, cada uno representando una emoción humana, para que el Mecánico (tal es el nombre con el que el Dios de Relojería se refiere a sí mismo) extraiga los sentimientos que le ayudarán a salvar al mundo de la destrucción total.

Hasta aquí llega la primera capa de la reseña. Si lo que leíste te interesó, dejá de leer y andá a jugar Lair of the Clockwork God, que es una gran aventura que mezcla elementos de Point-And-Click y de Plataformero. Debo añadir que el juego posee una considerable cantidad de texto y diálogo únicamente en inglés, así que si no dominás el idioma puede que no llegues a disfrutar a plenitud de lo que el juego ofrece. De otra forma, dale para adelante con confianza… Y ahora, para los que sigan curiosos, exploremos juntos la segunda etapa de la reseña, porque si sólo digo que Lair of the Clockwork God es un híbrido entre Point-And-Click y Plataformero, le estoy haciendo un enorme despropósito al juego.

El Dios de Relojería en carne y–No, en chapa y pintura

Esta segunda etapa se sentirá un poco más vaga en su estructura, y eso se debe a que una de las mejores cosas del juego es su capacidad para estar constantemente sorprendiendo al jugador; y, como imaginarán, no es mi intención arruinar sorpresas. Ocurre que, si ya jugaron las aventuras anteriores de Ben y Dan, saben que este par de desgraciados tiene cierta predilección por sacar sus juegos de la zona de confort, arrastrando al jugador consigo. Esto llega a su pináculo en Lair of the Clockwork God, donde Ben y Dan debaten sobre características y elementos de la industria de los videojuegos, muchas veces mofándose de ellas y particularmente de ellos mismos.

Veamos el caso de las simulaciones que deben superar. La primera, “Joy” (“Alegría”) pone a Ben en una situación perfecta para sus habilidades Point-And-Click, mientras que deja a Dan en un escenario plataformero sospechosamente similar al Green Hill Zone de Sonic. Ambos son Felices de pasar por sus respectivas situaciones. Cada una de las siguientes simulaciones juega con la forma en que los videojuegos han ido moldeando tales sentimientos; con jumpscares baratos, idiosincrasias del idioma (es “Crafting”, no “Combinar Ítems”), microtransacciones de dudosa moral, menesteres de la programación, y la aplicación de la Moral en situaciones que sólo permiten una solución. Cada simulación es una experiencia distinta, original, que no necesita ser necesariamente seria… a menos que sí lo sea… o puede que no. El juego consigue mantener al jugador en ese estado de duda, siempre queriendo saber cómo va a segur la cosa y con qué nueva locura nos va a sorprender el juego; una sensación ya de por sí extremadamente difícil de lograr con este nivel de maestría.

También hay Burocracia Prehistórica

Y todo esto sin siquiera haber mencionado las formas en las que el juego aprovecha la metanarrativa para ir más allá de sus límites físico. Hay algunos elementos en su estructura que requieren de soluciones ubicadas más allá de la pantalla de juego, o que se aprovechan de cosas que en un primer momento pensamos que eran errores de diseño. En más de una oportunidad tuve que dejar de jugar hasta que se me pasara el ataque de risa que se me había acometido a causa de los eventos en pantalla, o incluso haber tenido que literalmente ponerme de pie y aplaudir al descubrir una de las soluciones más originales que he visto en un juego así. Size Five Games sabía exactamente lo que estaba haciendo en cada paso del desarrollo del juego, y descubrir cada uno de estos momentos especiales se sentía como la más grande de las recompensas.

Sé que estoy siendo severamente vago en mis explicaciones, pero ocurre que Lair of the Clockwork God es un juego que se disfruta más cuanto menos sabemos del mismo. No deja de ser un muy competente híbrido entre Point-And-Click y Plataformero en su núcleo, pero la trama y las sorpresas a medida que avanzamos lo convierten en algo sumamente especial, único y absolutamente satisfactorio. Por todo esto (y por todo lo que no puedo decir debido a spoilers) no sólo voy a recomendar el juego sin el menor titubeo, también reafirmo mi postura de ponerlo al tope de mi lista de Juegos del Año aunque recién estemos en Marzo. Juegos de este calibre llegan muy de vez en cuando; y cuando llegan hay que darles el aprecio que se merecen.

Y no… No me voy a arrepentir por eso.

LAIR OF THE CLOCKWORK GOD

21/02/2020 (PC)
10

Disfruté la totalidad de Lair of the Clockwork God a lo largo de ocho horas colmadas de una genialidad atrás de otra. Si superan la barrera del idioma tendrán en sus manos una de las aventuras más fantásticas del año. Y por cierto, al adquirir el juego también nos regalan una copia de Devil’s Kiss, una simpática novela visual desarrollada por Ben y Dan en la que se narra la historia de cómo se conocieron en la escuela. Recomiendo jugarla también.