ANÁLISIS | Hyrule Warriors: Age of Calamity arrasa con todo

La generación que nos dejó vio nacer algunos de los títulos que redefinieron al gaming, siendo uno de ellos The Legend of Zelda: Breath of the Wild. La epopeya de Link y sus compatriotas nos propuso recorrer un mundo increíble que se desnudaba al ritmo del jugador, brindando una libertad de acción pocas veces vista. La secuela anunciada nos tiene tan emocionados como asustados ya que estar a la altura de lo que para algunos es el juego de la década no es tarea fácil. Y aún si lo fuera, replicar la experiencia tampoco es sencillo. Por suerte Hyrule Warriors: Age of Calamity no se asusta ante su mito y siguiendo sus propias reglas, entrega una aventura igual de carismática.

Hyrule Warriors: Age of Calamity – Announcement Trailer – Nintendo Switch

Recomendar un Musou no es fácil. Esta rama de los Hack-and-Slash dominada por la serie Dinasty Warriors puede ser vista como repetitiva. A su vez, su éxito es innegable, inspirando hasta clones de otras compañías. Sin embargo, uno de los terrenos más fértiles que encontró últimamente fue en Nintendo, donde con títulos como el primer Hyrule Warriors o Fire Emblem Warriors, refrescaron la fórmula apoyándose en mitologías aclamadas. Hyrule Warriors: Age of Calamity por su parte, logra ir un poco más allá.

Comprendiendo y reformulando la experiencia que ofreció BotW, esta historia nos invita a reconstruir y protagonizar la guerra que un siglo atrás diezmó al Hyrule que recorrimos en el juego de lanzamiento de Switch. Tomando como punto de partida a un pequeño guardián robótico que viaja en el tiempo con una excusa floja de papeles, logramos ver a este reino en todo su esplendor y a nuestros personajes favoritos aún en pie, descubriendo que el enfrentamiento bélico que recién comenzaban a encarar, tenía un destino negro. Nuestra misión será intentar detenerlo y aún sabiendo que eso no sucederá, Age of Calamity triunfa al ofrecer una historia cautivadora y emocionante.

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El costado Warriors de esta experiencia dice presente cuando se nos pone en amplios – a veces confusos – mapas, para enfrentarnos a ejércitos de enemigos. Volver a recorrer las recreaciones casi 1:1 de los paisajes de los que nos enamoramos en 2017 es emocionante. Incluso existe la posibilidad de explorlos, pero la continua sensación de urgencia no deja disfrutar esto del todo. Y por más que no es raro preguntarnos por qué ahora tumbamos como conos a enemigos que antes podían matarnos de un golpe, esto no llega a romper la verosimilitud. Casi al contrario. Mientras que en BotW encarnamos a un Link que durmió en una bañera por 100 años, en Age of Calamity vemos al Héroe del Tiempo descubrir todo su poder y al resto de los personajes en su mejor momento. Reconozco que este argumento está fortalecido por mi subjetividad, pero son los sucesos narrados por el juego los que me hacen acomodarme tan bien a esta idea.

Hyrule Warriors: Age of Calamity entrega en bandeja de plata algo que su juego madre apenas sugirió. Poder jugar con personajes como la mismísima Zelda ya es un valor agregado, pero tomar control de los Campeones que aprendimos a amar, eleva la experiencia de juego. Y no solo por ser una deuda pendiente. Jugar con Mipha, Daruk, Urbosa y Revali – entre otros – nos concede el deseo de pasar un rato más con ellos, profundizando en su desarrollo no sólo a través de diálogos excelentes acentuados por las muy buenas actuaciones, sino de la personalidad que les concedieron en cada uno de sus movimientos y ataques especiales. Ya no son figuritas en una cinemática sino que cobran vida en esta leyenda, como ni en BotW lo llegaron a hacer.

No es una exageración decir que el loop de jugabilidad de los Musou dura menos que un gif de Twitter. Dejando de lado que si esto es negativo o no es una cuestión de gustos, en Hyrule Warriors: Age of Calamity no se hace tan evidente. Los movimientos y las animaciones de los héroes que encarnamos son lo suficientemente variados como para lograr esquivar el tedio de hacer siempre lo mismo, al tiempo que aportan también a la construcción de los personajes. No importa a quien utilicemos, ir cambiando el equipo dependiendo la misión e intentar mantenerlos a todos en niveles parejos, aporta una variedad necesaria y evita que nos casemos con un solo personaje. Inclusive dentro de una misma misión, pudiendo comandar a los personajes para que cubran distintos puntos del mapa y saltando del uno al otro al instante con solo presionar un botón nos deja alternar la experiencia de juego tan seguido como queramos.

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Desde los controles, los movimientos de todos son similares, pero el desafío está en como dominarlos – sobre todo en personajes como Impa o Zelda. Trayendo elementos de BotW, todos podrán utilizar habilidades como las bombas, el magnetismo o hasta la posibilidad de detener el tiempo, con variantes y animaciones únicas para cada héroe. Esto compone coreografías de acción que nunca dejan de ser entretenidas de ver y nos hacen sentir sumamente empoderados. Además, estos poderes suelen utilizarse principalmente para combatir con enemigos de mayor rango, en un sistema de contraataque a sus movimientos especiales. Cada vez que nos vayan a embestir, un símbolo que señala la habilidad necesaria a contrarrestar aparecerá sobre su cabeza y lo que a priori parece ser algo demasiado anunciado, termina en realidad teniendo cierta cualidad rítmica, que agrega niveles al combate.

Y aunque no lo parezca, combatir no es todo lo que se puede hacer en Hyrule Warriors. Bueno, si. Es casi todo, pero hay otras propuestas súper simples que agregan textura a la experiencia. Nuestro punto de partida ante cada misión será el mapa de Hyrule. No podremos explorarlo a sus anchas desde el juego, pero reconocerlo después de tantas horas marcando lugares en el mismo, genera una bien recibida nostalgia. Desde este lugar, no solo vamos a ir a las misiones principales o secundarias, sino que también podemos acceder a distintos desafíos para cada personaje, como ser eliminar una cierta cantidad de enemigos antes de que acabe el tiempo, o terminar un enfrentamiento sin recibir daño. Todas estas misiones otorgan recompensas en forma de rupias e ítems de todo tipo sacados de la librería de BotW, pero acá los vamos a usar para misiones de gestión.

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A medida que avanzamos, aparecen en el mapa distintos iconos que pueden ser de pueblos, establos, herrerías, cocinas y mucho más. Estos lugares requerirán una lista de ítems para entrar en funcionamiento. Si los tenemos, con solo apretar un botón se vuelven activos, otorgando recompensas como nuevas tiendas, lugares para mejorar las armas, laboratorios que nos otorgaran nuevas tecnologías y mucho más. Siguiendo casi una lógica de clicker, mientras más lugares ayudemos, más recursos obtendremos para seguir mejorando el reino. Esta mezcla de mecánicas activas y pasivas dan un buen balance a la aventura, ofreciéndonos algo para no apagar la consola en caso de aburrirnos de las batallas infinitas. A su vez, cada una de estas acciones nos da un vistazo en forma de breve texto al Hyrule de Age of Calamity, lo cual enriquece la experiencia sin robarnos tiempo.

Es una realidad que por más que estemos en una tierra donde la calamidad aún no llegó, no todo es fiesta en Hyrule Warriors. Seguro acá están esperando que hable de los bajones de cuadros, pero la realidad es que fueron menos de los que esperaba, sucediendo principalmente durante las animaciones de ataques especiales, lo que no es lindo pero al menos no corta el flow del juego. Si afecta de manera negativa por partida triple cuando piloteamos a las Bestias Divinas. En primer lugar, durante estas secuencias las caídas de frames pueden ser drásticas. En segundo lugar, demuestra las falencias de la consola en el sentido que por más que se puede ver todo lo que sucede en pantalla, desde la perspectiva de un robot gigante no se logra apreciar nada por la falta de definición. Finalmente, en tercer lugar, la de pilotar estas máquinas suena más entretenida en concepto que en acción.

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Aún así, Hyrule Warriors: Age of Calamity logra ser sumamente recomendable. Hasta quienes no perciben el encanto de los Musou van a sentirse recompensados por como Koei Tecmo y Omega Force lograron traducir la experiencia de BotW a un género diametralmente opuesto, desde las sensaciones de recorrer Hyrule y conocer a sus personajes en una historia con todos los tropos de un anime, hasta el detalles en el combate. Quizá me malacostumbre a la nueva generación demasiado rápido, pero no pude evitar sentir la necesidad de jugarlo en 4K para que el disfrute de lo que sucede en pantalla estuviera a la altura de la diversión con el control en la mano, pero esto no quita que la Switch sigue teniendo exclusivos con los cuales destacarse. El primer Hyrule Warriors parecía un entretenido fan fiction, pero Age of Calamity es una entrega mucho más respetuosa, con todo el peso del canon y sin sus responsabilidades. Para los huérfanos de BotW es casi un regalo, pero sobre todo es un gran punto de partida para el universo Zelda y para la saga Warriors por igual, para todos los recién llegados.

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HYRULE WARRIORS: AOC

20/11/2020 (NINTENDO SWITCH)
8.0

Jugué Hyrule Warriors en una Switch de lanzamiento, con una copia suministrada por Nintendo. Terminarlo me llevó unas 12 horas, quedando aún varios desafíos por completar, los cuales pienso terminar. No tuve la oportunidad de probar el modo de dos jugadores.