Desarrollado por Avalanche Software y ambientado 100 años antes de la historia que ya todos conocemos, Hogwarts Legacy se convierte en el puntapié inicial para aquellos que son ajenos a la saga, y un gran exponente para todos aquellos fanáticos que buscaban el título definitivo dentro del mundo mágico de Harry Potter.
Desde que el mundo de Harry Potter despegó de la literatura hacia el formato de 35 mm, su camino hacia los videojuegos fue lógico pero no tan memorable en términos de adaptación. Recordamos algunos juegos con amor por haber sido parte de nuestra infancia, pero aun no nos encontrábamos ante la real experiencia de estar en este mundo. Muchas veces, apostar a franquicias famosas y con una fanbase tan establecida, puede ser una espada de Damocles para el juego en sí, más aún si la propuesta es ambiciosa buscando géneros complejos y abarcativos. Hogwarts Legacy llega con una mochila a cuestas y si bien no es innovador en su propuesta como videojuego per se, cumple con lo que se propone: ser un juego de bases sólidas y una experiencia excelsa para fanáticos.
Para poder existir como una historia independiente de la saga original, Hogwarts Legacy se instala 100 años antes, más específicamente en 1890. Con un sistema de creación de personaje básico pero relativamente diverso, le daremos inicio a nuestra aventura como una bruja o un mago que ingresan al mítico colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Algo inusual, pero que sirve de excusa para fines prácticos de la historia, es que ingresamos en el quinto año de cursada, por así decirlo, lo que implica clases extras para ponernos al mismo nivel que nuestros compañeros y tener un acceso rápido al catálogo de hechizos. Y, por supuesto, somos el protagonista de este relato, por lo que vamos a contar con todo eso que nos hace especiales. No somos el niño que vivió, pero tendremos el don de utilizar magia antigua, vestigios de un mundo perdido inaccesible excepto para nosotros.
El título nos presenta el conflicto inicial junto al malo de turno, Ranrok, un duende con un dominio de un poder misterioso que busca instaurar una guerra contra el mundo mágico de los humanos. En una accidentada llegada a la ceremonia del Sombrero Seleccionador dejaremos de lado esto brevemente para comenzar la exploración del castillo.
La sensación de inmersión al estar jugando en la piel de un alumno de Hogwarts brilla y hace más llevadera la historia, que comienza como una buena propuesta pero luego pierde todo su peso en comparación con la narrativa de las misiones secundarias, mucho más interesantes y enriquecedoras para la construcción de mundo.
Sin entrar en detalles para evitar spoilers, la trama principal funciona pero se repite a sí misma demasiado y lleva a cuestas una resolución floja de papeles, perdiendo así la posibilidad de consolidar una identidad propia como spin off. Con un soundtrack original decente y el uso de acordes clásicos de la saga, busca por momentos dar ese toque épico apelando a las bases del mundo en el que se para, pero no se siente suficiente para ser memorable.
Replicando la fórmula similar a juegos como los últimos Assassin’s Creed, tendremos un RPG de mundo abierto clásico repleto de actividades que por supuesto no son infinitas. Los puzzles, mini dungeons, desafíos, coleccionables y más, se repiten a lo largo del mapa pero su extensa oferta no lo hace repetitivo gracias a personajes secundarios que vale la pena conocer. Si nos adentramos en la exploración, las horas de juego se alargan, pero también favorecen a la historia principal, haciéndola más llevadera cuando esta se desinfla.
Las mecánicas de mundo abierto se ejecutan bien, con diversos puntos a favor para la exploración como las monturas, escoba y viaje rápido, así como el uso de revelio (nuestro escáner mágico). Por doquier hay objetos en cofres ocultos y otros no tanto, dando esa sensación de satisfacción y recompensa que tan bien funciona en juegos que apremian el looteo compulsivo. Si tengo que elegir una dinámica en la que el juego mejor funciona, es sin dudas su exploración. Mención especial al aspecto SIM, algo inesperado por mi parte pero grata sorpresa. La Sala de Menesteres sirve como nuestra locación exclusiva para craftear pociones, mejorar equipamiento, criar criaturas mágicas y, por supuesto, apagar un rato el cerebro decorando el ambiente.
El condimento RPG no es malo pero se queda en lo seguro y no es su mejor aspecto; no tenemos un sistema de moral y lo que define qué final sacaremos en el juego, serán dos o tres decisiones en el último tramo de la historia, cosa que queda bien en claro: tenemos que responder unas preguntas sobre qué vamos a hacer con tal conflicto. Incluso el uso de las maldiciones prohibidas no afecta el desarrollo, lo cual un poco de sentido tiene al hacer caso omiso a cuestiones canónicas para que nuestro personaje no sea expulsado de la escuela, o sufra consecuencias con el Ministerio de Magia. Podremos excusar ciertas decisiones funcionales a la trama, pero nos deja deseando mayor profundidad. Nos pone a nuestro alcance un mundo rico pero del cual no nos podemos apropiar con total libertad.
El mayor miedo para muchos, donde me incluyo, era la ejecución del combate. Convengamos que es un mundo de duelos de varitas bastante estático, donde no existe la versatilidad de armas. Aun con estas limitaciones, la gente de Avalanche Software se las ingenió para traernos un gameplay lleno de acción, dinámico y explosivo. Siguiendo la premisa de esquivar con un rol y un escudo que sirve de parry, se le agregan factores que nos permiten desplegar un combate veloz. Tal vez su mayor limitación es la acotada diversidad de enemigos, en contraposición con la variedad de hechizos mejorables y combinaciones que lo mantienen fresco en todo momento.
Con un apartado visual hermoso y una buena ejecución en la sincronización de los rostros con el audio en su apartado latino, el juego sin dudas es un deleite para el ojo, pero su performance pone trabas en el camino. Habiéndolo jugando en PlayStation 5, la función de fidelidad con raytracing trajo varias caídas de frames y un desempeño bajo en los combates de varios enemigos. Por otro lado, los bugs son más de los esperados; más allá de algún que otro NPC que quedaba trabado e impedía el avance dentro de una quest, los peores fueron aquellos donde directamente el enemigo desaparece porque terminaba expulsado del mapa visible, obligándome a reiniciar la misión y perder el progreso en una pelea.
Vivi Hogwarts Legacy con los ojos de quien es ajeno a la saga, supe mojar mis pies en ella en mi adolescencia pero le solté la mano rápido. Aun así, me sentí dentro de un mundo mágico; en un castillo especial y cambiante. Su historia me dejó mucho que desear, sí, pero la forma en que se narra el mundo a través del carisma de los personajes secundarios me mantuvo entretenida y conectada con lo que tiene para ofrecer. El juego se sostiene por sí solo aunque algunas ejecuciones sean un poco tímidas, como en el RPG o en el uso de sistemas de inventarios molestos y anticuados. No es necesario ser un fan para disfrutarlo… pero si lo sos suma, y mucho. No es un videojuego innovador pero ejecuta correctamente lo que tiene para ofrecer. Es, sin duda, el mejor juego del universo Harry Potter hasta la fecha, pero más allá de eso, es un título recomendable que ofrece una experiencia amigable para usuarios novatos en RPGs de mundo abierto con un gran abanico de posibilidades para garantizar horas de diversión.
Puntaje: 8.0
Hogwarts Legacy fue lanzado el 10/02/2023. La campaña completa me tomó alrededor de 40 horas en PlayStation 5.