De entrada, “Historias de San Francisco” (Tales of the City) tiene un elenco maravilloso –Ellen Page, Laura Linney, Charlie Barnett, Olympia Dukakis– y una gran historia de base que se desprende de la serie de novelas homónima de Armistead Maupin. Las tres primeras entregas de esta saga literaria ya pasaron por la pantalla chica en 1993, 1998 y 2001 con muy buenas críticas a cuestas, y ahora vuelve en forma de revival con Linney y Dukakis a la cabeza, repitiendo en sus papeles de Mary Ann Singleton y Anna Madrigal.
La miniserie de Netflix, creada por Lauren Morelli (“Orange Is the New Black”), celebra la diversidad de la actual ciudad de San Francisco, circunscribiendo el relato alrededor de la famosa residencia de Madrigal en el 28 Barbary Lane, un lugar de acogida para todo aquel que lo necesita. “Coming Home” arranca con el cumpleaños número noventa de esta matriarca de la comunidad LGTB+, una excusa perfecta para la celebración y algunos reencuentros inesperados.
Mientras todos llevan a cabo los preparativos para esta gran fiesta, las ansiedades de Mary Ann se ponen a flor de piel sabiendo que está retornando a su verdadero hogar después de veinte años. Esta presentadora televisiva que ahora vive en Connecticut con su segundo marido, dejó atrás al primero (Paul Gross) y a su pequeña hija Shawna (Page) para perseguir su carrera, una decisión que la alejó de todos y hasta cambió su forma de vida, ahora mucho más conservadora.
La visita imprevista causa felicidad, sorpresa y enojo por partes iguales, abriendo viejas heridas entre Singleton y Shawna, ahora una jovencita de 23 años que, aparentemente, no sabe que Mary Ann no es su mamá biológica. Pequeños dramas que empiezan a desenmarañarse, al mismo tiempo que surge otro gran misterio alrededor de Madrigal y su dudosa identidad. Como sus versiones anteriores, “Tales of the City” atrapa desde su gran elenco y las historias personales que se tejen en torno a cada personaje. El problema, una vez más, surge dentro de la estructura narrativa de estos “eventos” de la Gran N, que toman estás diez horas de TV como un todo y no como si se tratara de una serie de episodios bien diferenciados.
Teniendo este temita en mente, “Coming Home” nos ofrece poco y nada, invitándonos a darle play al capítulo siguiente para poder ir recolectando más información sobre estos simpáticos protagonistas. Por eso, el atractivo de la miniserie no lo vamos a encontrar de entrada, una “falla” (¿o es estrategia?) muy común en los productos de la plataforma de streaming.
A lo largo de este primer episodio pasan muchas cosas, pero si hilamos no tan fino, en realidad no pasa nada. El giro, el conflicto inicial, la tensión nunca llegan y es ahí donde la estructura se cae y debemos resolver si queremos seguir dedicando un poco más de nuestro tiempo hasta que los realizadores se decidan a sacudir las cosas.
El director Alan Poul (“Grace and Frankie”) hace su mejor esfuerzo para enamorarnos con las impresionantes vistas y contrastes de esta ciudad costera, delineando los diferentes estilos de vida de los residentes de Barbary Lane, mucho más abiertos y desprejuiciados que la, ahora, acartonada Mary Ann. Esta visibilidad hacia el colectivo LGTB+ es lo más rescatable de este primer vistazo, aunque se nos presenta como un desfile de personajes, y no tanto como un relato complejo de sus experiencias.
Lamentablemente, la riqueza de la pluma de Maupin se pierde por el camino en beneficio de la constancia frente a la tele y no lo atrapante de la narrativa en sí misma. Habrá que ver el conjunto para decidir si esta actualizada versión de “Historias de San Francisco” vale realmente la pena. Amamos esas caras y esos talentos, pero no la manipulación de un relato que no sabe (o no quiere) acomodarse a los tiempos de la tele.