ANÁLISIS | Gotham S05E07: Legend of the Dark Knight: Ace Chemicals (Spoilers)

Mientras el moribundo Eduardo Dorrance y la traicionera Theresa Walker se esconden debajo de las piedras de la destruida Ciudad Gótica, James Gordon vuelve a apelar a la humanidad de los que están en tierra firme para recibir la tan ansiada y necesaria ayuda. Desde el otro lado de la línea, un general le asegura que la reunificación ya es un hecho… a menos que surjan nuevos focos de amenaza. Lástima que esto es “Gotham” y esa promesa es casi imposible de cumplir, sobre todo con Jeremiah Valeska y sus locas ideas dando vueltas.    

“Ace Chemicals” -y ese título lo dice todo si estamos al tanto de la mitología del Caballero Oscuro– es un episodio cargado de mística y muchas referencias comiqueras. Después de tantas idas y vueltas, la serie de Batman antes de Batman, nos muestra su peculiar versión del nacimiento del Joker, tomando como punto de partida pequeñas alusiones a “El Hombre que Ríe” (Batman: The Man Who Laughs, 2005), ese historia creada por Ed Brubaker y Doug Mahnke, donde se detalla el “primer enfrentamiento” entre estos dos antagonistas.  

Claro que el séptimo capítulo de esta quinta y última temporada también remite al “Sólo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura”, un leitmotiv muy arraigado en la psique de los hermanos Valeska cuando se trata de conectar con el joven Bruce Wayne y sus propios traumas. Desde que Jeremiah apareció en escena buscó llenar sus vacíos emocionales a costa del dolor del principito de Gotham. Sus planes, por supuesto, tienen la intención de sumir a la ciudad un poco más en el caos, pero más que nada llamar la atención del futuro justiciero que, al parecer, sólo necesita un último empujoncito para terminar de caer en esa demencia tan valorada.

I see dead people

La desaparición de Alfred es el primer paso, aunque por los indicios ya nos vamos dando cuenta de por dónde viene la mano de este psicópata. Estamos en fecha del aniversario del asesinato de los padres de Bruce, y en la Zona Verde aparecen tres cadáveres que amenazan la actual estabilidad y el rescate de las fuerzas gubernamentales. Imposible saber que les pasó a estos pandilleros, sometidos a algún tipo de extraña substancia, entre otras torturas. Las pistas guían a Gordon hacia los Narrows, pero para ello necesita la asistencia de Leslie Thompkins, un pedido un tanto incómodo tras su último encuentro y la feliz noticia de que el capitán de policía es el padre del futuro bebé de Barbara Kean (¿alguien dijo Barbara Gordon?).   

Dejando estos culebrones de lado, las pericias de Jim y Lee los llevan derechito hasta las instalaciones de Ace Chemicals, fábrica que parece estar en completo funcionamiento. Y así es. Un ejército de delincuentes tiene a su cargo la confección de un arma letal (el famoso gas de la risa), todos muy aplicados a sus tareas gracias a la influencia y la hipnosis de Jervis Tetch/Mad Hatter. Gordon y Thompkins no logran escapar y quedan a merced de Ecco y los caprichos de su compañero de fechorías.

Por su parte, Bruce sigue en la búsqueda de su fiel mayordomo y decide volver a la Dark Zone donde los extraños indicios lo guían hacia la madriguera del conejo o, mejor dicho, por el túnel que Jeremiah construyó debajo de la ciudad, conectando directamente a la Mansión Wayne. Ahí se produce la esperada reunión “familiar” entre el jovencito, un Alfred hipnotizado, Valeska y sus padres (¿?). Sí, los macabros planes del villano incluyen una parejita que, cirugía plástica de por medio, ahora toman el lugar de Martha (Brette Taylor) y Thomas Wayne (Grayson McCouch).  La idea es recrear esa fatídica noche, remover los traumas, y ponerle una cara al criminal responsable de la muerte de papá y mamá, y por ende, de las pesadillas de Bruce.

Tu logo me suena

En su loca cabecita, Jeremiah está convencido de que esta es la manera de encontrar la conexión definitiva con Wayne, convirtiéndose en ese rostro que ve cada noche cuando recuerda el asesinato. La velada incluye la explosión de la Mansión, su propia versión de “La Marca del Zorro” (The Mark of Zorro, 1920) -la clásica película protagonizada por Douglas Fairbanks, tan icónica en la mitología del murciélago-, y un nuevo paseo por el Callejón del Crimen, donde los falsos Wayne fueron reemplazados por James y Leslie. Nada más cercano a las maquinaciones del Joker, aunque Valeska (todavía) no lo sea en los papeles. Un tormento digno del payaso del crimen que está a punto de tomar su forma definitiva.

No muy lejos de ahí, Selina sigue firme en su nueva alianza con Oswald Cobblepot, decididos a huir de la ciudad. Los intentos por agua no dan ningún fruto, de ahí que Kyle recuerde el túnel construido por Jeremiah como la única opción viable. El escape ya no está, porque voló junto con la casona de los Wayne, pero sí una nueva oportunidad para que la gata enmiende las cosas con Bruce. Al enterarse que Valeska sigue con vida se le despierta el bichito revanchista, pero al final, de vuelta en el callejón, resuelve hacer lo que no pudo aquella noche: evitar el asesinato.

La intromisión de Selina salva las vidas de Jim y Lee al último minuto, y queda en las manos del detective deshacerse de una nueva amenaza: un camión cargado de cohetes con el mortífero gas, destinado a todos los habitantes de Gotham. Las rápidas acciones de Gordon mandan la sustancia derechito al fondo del mar, pero vuelven a complicar el salvataje por parte del gobierno. Una de cal y una de arena, que mandan el futuro de la ciudad de vuelta a la casilla de inicio.

Un imán para los problemas

Claro que la intervención de Kyle le da a Jeremiah la posibilidad de escapar de la escena del crimen directo hacia las instalaciones de Ace Chemicals, a donde Bruce le sigue los pasos. Sabemos que se viene ese encontronazo final y el “nacimiento” del Joker, y el director John Stephens y el guionista Tze Chun, no desilusionan a nadie al mandar a esta némesis derechito a un tanque repleto de sustancia tóxica. Pero hierba mala nunca muere, Valeska logra sobrevivir aunque, según se dice, su cerebro ya no registra ninguna actividad, convirtiéndolo en un vegetal que no podría ni lastimar a una mosca. Veremos cuanto le dura la “pasividad”, hasta que Gotham, y Bruce Wayne, conozcan la verdadera cara del peligro.  

Cameron Monaghan ya nos mostró de qué estaba hecho en más de una ocasión, pero logra lucirse cada vez que le toca enfrentar a David Mazouz. Acá, vuelve a tomar lo mejor del personaje comiquero y de sus encarnaciones anteriores como las de Jack Nicholson y Heath Ledger (nunca la de Jared Leto, ¿no?), creando su propio monstruo en la pantalla. Maquiavélico, histriónico, caótico… ya tuvo su empujoncito y ahora le toca volver, todavía más sumergido en la locura.   

Al igual que “13 Stitches” con Bane, “Ace Chemicals” funciona como episodio de “origen” para este villano tan icónico. También aprovecha para limar asperezas entre los otros criminales conocidos de Gotham, ahora uniendo fuerzas para abandonar una ciudad que ya no satisface sus anhelos delictivos. Selina no tarda mucho en traicionar al Pingüino, dejando que Barbara tome la delantera. Sin muchas opciones, y ahora aliado con Edward, Oswald le ofrece dejar de lado la venganza por la muerte de Tabitha y trabajar en conjunto siguiendo las locas ideas de Nygma.

No podemos anticipar cómo va a terminar esta coalición (really, ¿un submarino?), pero tampoco sabemos si reírnos o espantarnos de que a Kean se le entibie el corazón cada vez que debe empuñar un arma, ahora que espera a su pequeño retoño. Nos vamos a reír, por supuesto, ya que esto es “Gotham” y, acá, nadie se toma las cosas demasiado en serio.