Parece haber esperanza en el horizonte de Ciudad Gótica gracias a un poquito de ayuda del exterior. Después de la destrucción de los puentes, meses atrás, las autoridades decidieron desconocer esta tierra de nadie gobernada por el crimen y el caos, pero también a sus habitantes más indefensos. Desde entonces, James Gordon y su gente hacen lo que pueden para mantenerla a flote y luchar contra las fuerzas que quieren destruirla por completo.
La gota que rebalsó el vaso fue la explosión de Heaven y la muerte de más de 300 inocentes, un crimen que no va a quedar impune, y cuyas pistas apuntan a alguien bastante poco probable. La información de Barbara Kean lleva al capitán de la policía hasta la guarida de un traficante, al parecer, el responsable de vender las RPG (Rocket Propelled Grenade o granada propulsada) que derribaron tanto al helicóptero de los suministros como al santuario que daba refugio a los gotamitas.
En medio de esta operación aparece Eduardo Dorrance (Shane West), ex compañero militar de Jim, que ahora lidera una fuerza de ataque que viene a “limpiar” la ciudad a pedido de la secretaria Theresa Walker (Jaime Murray). La cosa es así: hasta que Gotham no sea un lugar seguro, desde el exterior no van a mandar suministros ni ayuda para los habitantes. Dorrance y su grupo tiene la tarea de atrapar hasta el último criminal, empezando por el responsable de la destrucción de Heaven: Edward Nygma.
Todos los indicios parecen apuntar inequívocamente hacia el Acertijo, y sabemos que en parte es así; pero algo más se esconde en la embarullada cabeza del villano, que padece una conducta más que errática desde que fue herido por Lee Thompkins. Mientras Ed hace sus propias averiguaciones tratando de entender porque su alter ego se convirtió en un asesino de masas, Gordon y Dorrance unen fuerzas para capturarlo. Aunque no son los únicos.
Los habitantes de Gotham también quieren su revancha, y al saberse que fue el culpable de la explosión, todos salen en busca de su cabeza. Gracias a sus trucos, Nygma consigue escapar de la policía, pero no de los gotamitas más violentos que logran acorralarlo. No por nada Ed es uno de los personajes más inteligentes del multiverso, y tras recobrar algunos de sus recuerdos (a costa de un poquito de tortura y choques eléctricos), consigue zafar de la situación y recuperar su libertad para ir derechito a pedirle explicaciones a Oswald Cobblepot.
De alguna manera, estos dos siempre terminan confrontados en una eterna relación de amor-odio de la que no pueden escapar. Sí, trataron de matarse mutuamente más de una vez en el pasado, pero saben que funcionan mucho mejor cuando unen fuerzas para lograr sus metas. Convencido de que el Pingüino no es responsable de su conducta terrorista, Nygma va en busca de su siguiente presa: el doctor Hugo Strange, famoso por experimentar con cualquiera -vivo o muerto- que se le cruce.
En “Pena Dura”, todos los caminos conducen a Roma, y todas las pistas y la información de Kean y Cobblepot hacia el ex director del Asilo Arkham. Finalmente, Ed descubre que fue manipulado gracias a un chip implantado en su cabeza, el cual empezó a fallar después de los electrochoques, pero no puede escapar a tiempo de la influencia del doctor ni de aquellos que le mueven los hilos.
Y sí, lo de Dorrance era demasiado bueno para ser verdad, y muy a duras penas (je) Gordon descubre que Walker es la verdadera responsable de todo este caos, convirtiendo a Nygma en un chivo expiatorio. Ahora, la única forma para llegue la ayuda que la ciudad necesita, es acabar con este “asesino”, una tarea que Jim no va a aceptar en los mejores términos.
Durante esta temporada vimos al capitán de la GCPD batallando como nunca con sus decisiones morales y muchas veces haciendo concesiones con los personajes más peligrosos por un bien mayor. A pesar de que Nygma, Kean y Cobblepot son enemigos declarados, siempre se convierten en sus mejores aliados cuando la amenaza es superior y la ciudad los necesita. ¿Por qué? Porque todo gira en torno a Gotham y a nadie le sirve ser “rey” de un montón de cenizas y escombros.
No quedan todavía muy claras las intenciones de la burócrata Walker o las órdenes que tiene Dorrance para con la ciudad, pero este buen servidor va a terminar convertido en el Bane del universo televisivo creado por Bruno Heller, pese a quien le pese, haciendo gala de su pasado militar (rozando lo mercenario) y algún que otro extraño experimento de por medio porque esto es “Gotham”.
“Pena Dura” ocupa gran parte de su tiempo en este conflicto, llevándonos de acá para allá entre los involucrados y sumando tensión a un clima más que explosivo. Ajena a estos conflictos tenemos a Selina Kyle, orgullosa de haberse convertido en la asesina de Jeremiah Valeska, una conducta que el joven Bruce trata de negar a toda costa, creyendo que su amiga todavía tiene la moral intacta. No puede dejar de comparase con ella y su propia experiencia al matar a Ra’s al Ghul, pero en el fondo sabe que las elecciones de ambos fueron muy diferentes y que, seguramente, Selina no quiere (ni puede) ser “salvada”.
Ni nos queremos imaginar cuando la chica se entere que Jeremiah sigue vivito y coleando, maquinando entre las sombras para dar su golpe definitivo contra Wayne. Al parecer, piensa revivir la peor pesadilla del futuro Caballero Oscuro trayendo “a la vida” a sus papás, con la única intención de demostrar que ambos son diferentes caras de una misma moneda, y que “Sólo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura”.