Análisis | God Eater 3

Habrá quienes al leer el nombre God Eater no tengan idea de qué se está hablando. O solo les suene como “uno de esos juegos japoneses”. Está bien. Los JRPG no son para todos, ni siquiera los que tienen más acción que números. Pero si seguís esta serie sabés que God Eater 3 no es un juego más en esta ya holgada franquicia.

Para nada, es el primero en ser desarrollado para una PlayStation que no sea portátil, ¡y encima salió en simultáneo en PC! Es una gran oportunidad para la serie de Bandai Namco, y para la desarrolladora MARVELOUS!, estudio japonés que los pillines conocerán por la creación de la serie Senran Kagura.

Una serie cuya denominación se jacta de engullir la mayor entidad posible en existencia no puede tratar de otra cosa más que el fin del mundo. Un grupo de héroes anónimos defienden a la humanidad de la extinción segura en las garras de monstruosos superorganismo interdimensionales llamados Aragami, utilizando armas denominadas God Arcs.

God Eater 3 ocurre varios años después de sus predecesores, y sobre la humanidad ha caído otro golpe en la forma de “Ashlands”, un terrible fenómeno que convierte todo a su paso en cenizas, lo que obligó a los pocos sobrevivientes a vivir debajo de la tierra. 

Nuestro protagonista silencioso es un AGE (Adaptive God Eater), capaz de resistir los efectos de Ashlands, y como tal, es obligado a combatir los Aragami junto a otros que comparten su destino.

Mucho más que un button masher

Desde siempre God Eater se ha podido tomar de varias formas. Como viene: Un button masher con gran movilidad y poderes devastadores o, lo que es bajo el capó: sistemas sobre sistemas que te permiten sacar hasta el último provecho de cada God Arc, y mediante estas magníficas armas, ajustar el estilo de juego a gusto con gran especificidad.

Los que realmente disfrutan de esta serie terminan teniendo lo mejor de ambos mundos, con encuentros que pueden salir tal como los imaginaron, o totalmente al revés, pero siempre con las herramientas a mano para resolverlo.

“God Arcs” son las armas que nos permiten destruir a estas bestias y además son el chiste de todo el juego. Estas armas pueden transformar entre sniper, escopeta, dagas, guadaña, y hasta escudos. En total: 8 armas de corta distancia, 4 de larga y 3 tipos de escudos. Es un amplio sistema que soporta un altísimo grado de personalización con decenas de habilidades desbloqueables.

Los God Arcs son armas increíbles, capaces de derribar a criaturas mucho más grandes que los humanos, y en muchos casos hasta despedazarlas, una útil mecánica que puede ser usada a nuestro favor para ganar unos preciados minutos extra de ataque.

Los números no están de adorno

El combate, siempre incesante y que muchas veces roza el caos total, recompensa al jugador proactivo. Devorar dioses permite activar el modo Burst que aumenta todas las estadísticas y otorga nuevas habilidades (equipadas previamente) y nos da un poco de ventaja sobre la mayoría de los enemigos, pero hace peleas justas de nuevos tipos de  Aragami, llamados Ashborn.

Esta unidad nueva, tal como los God Eaters, puede consumir  jugadores y entrar en modo Burst, lo que genera excelentes desafíos que suelen culminar en desenlaces muy apretados.

La estructura es muy simple y repetitiva, pero cada misión nos da nuevos recursos con los que desbloquear nuevas habilidades para ajustar cada vez más nuestras God Arcs al estilo de juego de nuestra preferencia. Y ya que las misiones pueden ser bastante cortas, 10 minutos como mucho si sabes lo que hacés, y como el combate es super frenético, el loop de la jugabilidad puede hacerse bastante adictivo. Sobre todo cuando todo sale bien en una misión y se supera con creces a los enemigos llevando a cabo tácticas planificadas. Pero cuando se complica, se puede tornar un poco frustrante.

Las similitudes con Monster Hunter son más superficiales de lo que parece

La comparación con Monster Hunter (aunque tentadora) es equivocada, ya que son dos formas diferentes de tomar el mismo concepto. Aunque los contextos actuales pongan en evidencia que God Eater hace muy poco esfuerzo por intentar atraer a otro tipo de gamers, es una secuela fiel a los aspectos que los fans consideran importantes. Y esta base le permite ser una entrada digna en la serie más allá de sus falencias.

Además de cumplir con los requisitos básicos de un God Eater, esta nueva edición incluye un amplio modo multijugador. No contentos con poder jugar la campaña con cuatro amigos, también incluye un Modo Asalto donde hasta ocho jugadores pueden juntarse a cumplir misiones con diferentes tipos de Aragami durante cinco minutos.

No es tarea fácil, pero por lo menos el juego recompensa el esfuerzo otorgando habilidades de otros jugadores. Y si no conoces ocho personas que jueguen God Eater, el resto de los participantes pueden ser otros jugadores o hasta NPCs, así que la fiesta está garantizada.

No esperes que el juego se vea como el arte promocional

Si tenemos que hablar de aspectos decepcionantes, los gráficos son lo primero que salta a la vista. Conociendo su historia, no sorprende a nadie cómo se ve. Pero si bien que hay una mejora inherente de la plataforma, el rendimiento podría ser mejor, ya que sufre de tener apariencia sosa con escenarios muy poco inspirados y repetitivos a lo largo de toda la campaña.

Es que los escenarios son la peor parte de God Eater 3. Había una esperanza de que al subir de “categoría” les iba a dar la oportunidad de expandir su paleta tonal y estructural, pero solo obtenemos un mundo pequeñito dividido en zonas aún más pequeñas, cuyos ambientes disciernen levemente y no tiene más que unos espacios abiertos y una iglesia caída a pedazos. Diríamos que lo idéntico de los escenarios parece ser ya parte del “loop” del juego.

No se puede ser más animé

Dicho sea de paso, la repetición es un problema muy grande en God Eater 3. No solo porque las misiones a lo largo de todo el juego son idénticas (hay solo dos tipos durante la campaña), y las zonas son verdaderamente ínfimas en términos de espacio geográfico, aparte de ni ser una buena representación del mundo, sino también porque la trama misma no hace ningún esfuerzo por intentar ofrecer algo de variedad a la mezcla.

La historia logra mantener el interés después de escapar de la prisión (donde ocurre el extenso tutorial), cuando el grupo de jóvenes God Eater ofrecen sus servicios por el devastado mundo futurista. Algunos personajes son interesantes pero cuando intenta tocar temas “serios”, pierde cualquier tipo de fiabilidad. Sin lugar a dudas podrían haber incluido menos cinemáticas de animaciones precarias, y además… God Eater no puede ser más anime. Es así, tómalo o déjalo, nene.

En ningún frente God Eater 3 se preocupa por mantenerte fiel a la experiencia. Esa responsabilidad recae únicamente en el fantástico sistema de combate, que es tan certero como abrumador, aunque las armas (al igual que los enemigos) sean tan variadas como escasas.

Aunque lo negativo sería mucho, el historial de Marvelous hace que confiemos en que el contenido crecerá. Por sobre todo God Eater 3 es una buena plataforma, la cual piensan mantener bien cuidada con ya prometidas 100 misiones nuevas a futuro. Este primer juego no-portátil de la serie podría haber sido mucho más, pero como primer paso en el nuevo mundo de las consolas mayores, es una entrada sólida en la serie. 

GOD EATER 3

8/2/2019 (PC, PS4)
7.5