Cuando juntamos las cualidades (visuales y narrativas) que suelen presentar los productos de BBC y HBO -siempre hay excepciones, claro-, no nos sorprende que “Gentleman Jack” sea un producto tan bien encarado, manteniendo el estilo de época tan propio de la cadena británica y los temas expuestos de forma directa y coyuntural de la emisora premium. El conjunto es una historia fascinante porque su protagonista es fascinante, y carismática al punto de querer correr a Wikipedia para embeberse de esta personalidad avasallante.
Sally Wainwright -guionista, directora y productora de la aclamada “Happy Valley”– es la responsable de traernos la historia de Anne Lister (Suranne Jones), terrateniente, empresaria, intelectual y aventurera incansable, que en 1832 decide volver a Shibden Hall, su hogar natal en Halifax (West Yorkshire), para ocuparse de los negocios familiares, ya que su papá está demasiado entrado en años y la finca inundada de deudas. Queda claro, desde un primer momento, que a Anne (apodada por todos como Gentleman Jack, por sus cualidades masculinas y su forma de vestirse) no le interesa seguir ni cumplir las convenciones que demanda la sociedad de la época, para muchos una postura escandalosa, pero para aquellos que la conocen y la quieren, su actitud resulta tan refrescante como hipnótica.
A no confundirse, a pesar de ser la “señora” de la casa, Lister es una mujer fuerte que no teme arremangarse (las mangas o la pollera) para meterse de lleno en el barro y llevar a cabo las tareas más desagradables y mundanas. Mientras encuentra a la persona idónea para colectar los pagos de sus arrendatarios, decide ocuparse ella misma del asunto y, de paso, embeberse de los problemas que la rodean. Pero su intención no es quedarse en Shibden Hall por mucho tiempo, al menos, hasta que ve en las minas abandonadas de la familia una nueva oportunidad de negocios.
En plena revolución industrial el carbón se convirtió en un elemento más preciado que la tierra, y ahí reside la oportunidad de los Lister para saldar sus deudas y crecer económicamente. El negocio del carbón es un asunto despiadado, pero Anne no le tiene miedo a ninguno de los matones que puedan cruzarse en su camino. El problema sigue siendo su género, ya que las mujeres (peor aún solteras) no tienen mucha voz ni voto en cuestiones de política. La solución para ella podría ser un hombre, pero ahí aparece la otra gran cuestión de la historia: Anne Lister es una lesbiana que no oculta sus amoríos y predilecciones.
Claro que hay sirvientas y familiares -como su hermana Marianne (Gemma Whelan, la Yara Greyjoy de “Game of Thrones”)- que no aprueban su estilo de vida y sus decisiones, pero Anne no es de esas mujeres que se fijan en el qué dirán, y atraviesa cada aspecto de su vida con ímpetu, tenacidad, orgullo y mucha curiosidad. A pesar de estar dolida por un reciente desplante romántico -no importa cuánto insista, sus amantes siempre terminan casadas con hombres-, Lister ve una nueva oportunidad de enamorarse al reencontrarse con Ann Walker (Sophie Rundle), una joven y tímida heredera que podría resolver sus apuros financieros y sus urgencias más íntimas.
A los ojos del mundo, Ann es una chica enfermiza y melancólica, cuya fortuna atrae a los pretendientes más materialistas. Su vida social es escaza, pero encuentra en Anne todos esos impulsos que necesita para lanzarse en una nueva aventura. Estos son algunos de los planeos de “I Was Just Passing”, primer episodio escrito y dirigido por la misma Wainwright (basada en los interminables diarios de Lister), quien marca el ritmo de su narración al paso de su hiperquinética y verborrágica protagonista.
El carisma de Jones es el impulso de este relato de época ambientado en la campiña británica y recargado de miriñaques y peinados elaborados, pero la visión de Wainwright es puramente moderna, como la de Lister, una mujer súper inteligente y adelanta a su tiempo. Se puede hacer un paralelismo con la Samantha Jones (Kim Cattrall) de “Sex and the City” (1998-2004), ese personaje femenino tan “juzgado” por todos, pero no por sus excesos sexuales, sino por su posición de poder, sobre todo, ante sus contrapartes masculinas.
“Gentleman Jack” está en la línea de las grandes series británicas apegadas a cierto clasicismo, pero encaja a la perfección con la discusión sobre la igualdad de los géneros y los derechos de la mujer. Su puesta en escena es impecable, al igual que su elenco, donde encontramos otras caras conocidas como Gemma Jones, la querida tía Anne (sí, acá todos se llaman igual), compinche de las aventuras de su sobrina.