Cuando me asignaron FutureGrind me sentí un poco como Bart cuando recibe Lee Carvallo’s Putting Challenge para navidad. A primera vista, antes de tener el control en la mano, este título del estudio Milkbag parece una reversión de la saga Trials, pero cuando esta estaba en sus albores, siendo el típico juego Flash de sitios como minijuegos.com. Sin embargo, hay una inesperada profundidad en este extraño deporte extremo futurista que vale la pena explorar. Para no jugar con las expectativas de nadie, me veo obligado a aclarar que esa profundidad no permite más que apenas mojar los pies, pero el valor de eso siempre es relativo a cuánto calor haga o cuanto nos aprieten los zapatos.
FutureGrind es un hipotético deporte extremo futurista cuya práctica – como su nombre lo indica – consiste en grindear distintos rieles en diversos vehículos que resultan extrañas variantes de motocicletas. A veces, estos rieles serán de distintos colores y tendremos que empatarlos con el de nuestras ruedas, a menos que queramos volar por los aires. De esta manera, entre riel y riel, la idea es hacer todo tipo de piruetas en el aire, hasta finalizar la pista y pasar a la siguiente.
Estás básicas mecánicas están acompañadas de una básica interfaz de red social no muy atractiva, donde de una manera completamente lineal, distintos sponsors nos invitarán a probar sus vehículos cada vez que terminemos dos de las tres pruebas que ofrece cada pista. A medida que avancemos en nuestra carrera, distintas personas intentarán contactarnos buscando advertirnos de un oscuro secreto que se esconde detrás de este X Game, intentando bienintencionadamente salpicar algo de narrativa en un juego claramente predominado por su gen arcade.
A riesgo de sonar negativo, intente dar los lineamientos básicos de este juego de la misma manera que se presentaron a mi en la primera impresión. Una vez que logramos pasar la barrera inicial de su pobre apartado gráfico y su mecánica superficial, encontramos que FutureGrind puede no haber contado con las herramientas correctas a la hora de ser presentado pero al momento de jugarlo es realmente muy divertido.
Para empezar, el manejo de nuestra moto es muy bueno. Ya sea un modelo básico que nos permite grindear en cualquier riel o una con colores diferentes en cada rueda, la respuesta de los controles a la hora de manejarlas es exactamente la que uno imagina que tendría que tener, haciendo que dominar los comandos lleve muy poco tiempo. Es una realidad que la cantidad de piruetas a realizar no sale de grindear por debajo del riel, por arriba, enganchando una rueda o – dejando los rieles de lado – girar hacia delante o hacia atrás en el aire la mayor cantidad de veces que podamos, pero aterrizar de la manera correcta luego de un combo complicado siempre es satisfactorio.
Cómo se imaginaran, el ensayo y error es la columna vertebral de este título, pero la velocidad e intensidad de las pistas logran que reiniciar en el acto desde el principio nunca sea un tedio. Las pistas, por su parte, son muy poco imaginativas desde lo estético y esto es reprochable pero comprensible, ya que nuestra atención va a estar concentrada en los rieles, los cuales están realmente bien colocados para ofrecer una experiencia fluida y vertiginosa una vez que dominemos la pista. Esto, para bien y para mal, tampoco lleva mucho tiempo. FutureGrind es un tanto corto si logramos dominarlo y por más que esto ayuda a que nunca sea frustrante, también puede dejar con algunas ganas de más.
Esto, a su vez, se debe también en la fiaca que se nota a la hora de diseñar los desafíos. Completar la pista siempre es entretenido, aún sumando el factor de que a veces será por pura suerte. El segundo desafió que ofrecerán, siempre irá por el lado de hacer un truco determinado como una cantidad exacta de giros en el aire o no tocar los rieles de un color específico. El tercer desafío, sin embargo, suele ser encadenar una cantidad ascendente de combos, que por más que resulta desafiante no deja de ser diseño vago de misión, ya que para esto no hubo más que poner un contador de puntos en lugar de sentarse a pensar una nueva variante para los elementos que conforman el título.
Este último detalle ensucia un poco la bien construida curva de dificultad del juego. Mientras que al principio puede parecer bastante fácil, cuando las pistas se van complicando o los diseños de las motos aumentan la distancia entre sus ruedas o varían el tamaño de las mismas haciendo una gigante y la otra muy pequeña, es sorprendente lo sencillo que es adaptarse y eso es todo gracias a la progresión natural planeada por el estudio. El lado más extraño de esta decisión, es que el diseño artístico del juego se mueve al mismo ritmo que la curva de aprendizaje, haciendo que las primeras pistas sean estéticamente poco agraciadas y hasta la música sea olvidable en un comienzo, pero a medida que avanzamos en la historia todo mejora al punto de parecer que se le puso muchísimo más empeño a la segunda mitad del juego que a la primera o pero aún, encontraron lo que realmente querían hacer en un momento avanzado del desarrollo, pero luego no volvieron a retocar el principio.
El peor pecado de FutureGrind es dar una mala impresión. Pese a que es un juego que se adapta en esencia mucho mejor a dispositivos portátiles por su naturaleza de partidas rápidas y cortas, el control, las pistas y la experiencia en sí terminan siendo gratificantes. Quizá el híbrido entre Trials y City Connection envuelto en neón no quede muy bien y la utilización de fotos de bancos de imágenes gratuitos den una apariencia barata al juego, pero si pueden pasar ese filtro, su jugabilidad y su música conforman un juego más que competente y hasta un tanto enviciante. Destacando una vez más su musicalización, me quedo con las ganas de algún factor de juego rítmico a la hora de empatar los colores de los rieles con los de nuestras ruedas, pero sinceramente no me siento cómodo exigiendo de más a un título correcto y entretenido que superó mis prejuicios y me dio más de lo que realmente esperaba. Con una mano en el corazón, FutureGrind grita PlayStation Plus por todos lados, por lo que no me apresuraría a pagarlo, pero que vale la pena jugarlo es algo que no puedo negar.