Análisis | Dragon Ball Z: Kakarot no es el juego que queríamos

Dragon Ball es una serie con una trayectoria inigualable. Es algo que acompañó quizás la vida entera de muchos de nosotros, y no solamente gracias al animé. Dragon Ball invadió prácticamente todos los medios habidos y por haber, y los videojuegos no son una excepción. De hecho, la historia de Dragon Ball y los videojuegos es tan extensa que debe ser más fácil nombrar una consola que no tenga un juego de Dragon Ball que todas las que sí. Dragon Ball Z: Kakarot es el último en unirse a esa larga lista de juegos de la serie, pero lamentablemente es una entrega prescindible.

Dragon Ball Z: Kakarot promete ser un RPG de mundo abierto que te permitirá sentirte como si realmente vivieras en el mundo de Dragon Ball y que te mostrará cosas nunca antes vistas en el animé. Esta propuesta no puede estar más alejada de la realidad: no sólo la promesa de un mundo abierto es, como mínimo, engañosa, sino que la historia es exactamente la misma que todo fan de Dragon Ball conoce. Kakarot empieza con la llegada de Raditz a la tierra y termina con la derrota de Majin Buu. Todo lo que pasa en el medio es camino ya transitado.

Así y todo, me atrevería a decir que la historia es el menor de los problemas del juego. Sí, es una trama que se ha repetido hasta el cansancio en incontables videojuegos, pero sigue siendo Dragon Ball. Por más que uno ya sepa el desenlace de tal o cual enfrentamiento, la nostalgia ayuda muchísimo a tolerar verlo por enésima vez, al punto que hasta podés pensar que no la estás pasando mal. Sin embargo, la nostalgia tiene menos peso cuando las escenas muestran una clara falta de cuidado.

Las cinemáticas de Kakarot varían ampliamente en calidad. Por ejemplo, una conversación dramática entre dos personajes importantes puede ser reducida a planos de cámara que solamente muestran al personaje que habla de espaldas, porque así no hay que animar su boca. En el otro extremo, algunas de las escenas más importantes tienen un excelente lujo de detalle, y hacen tan buen uso de la tecnología 3D disponible (que incluye animación, uso de partículas, iluminación y más) que hasta son más intensas que el mismo animé. Lamentablemente estas escenas son las menos, y hay algunos momentos icónicos que hasta brillan por su ausencia.

La pelea contra Majin Vegeta la jugás, pero inmediatamente después pasa a una narración con imágenes estáticas.

Los problemas de Kakarot continúan aumentando a medida que se lo intenta ver como un videojuego en sí. El mundo es vasto y a medida que uno avanza se abren nuevas áreas para explorar, pero todos los mapas se sienten vacíos y sin vida. Ninguna de las actividades que hay para hacer son interesantes, y los encuentros aleatorios con enemigos cortan cualquier indicio de ritmo que el juego puede llegar a tener. Por más que uno pueda pescar, cazar animales, destruir bases de enemigos o recolectar orbes, todo se siente increíblemente tedioso y hasta casi innecesario.

Este último aspecto, el de recolección de orbes, está ligado a los elementos RPG que presenta Kakarot. Nuestros personajes tienen un nivel que aumenta a medida que consigamos puntos de experiencia, pero además cuentan con un árbol de habilidades. Con este sistema podemos mejorar las técnicas de cada personaje utilizando estos orbes que juntamos explorando el mundo. Sin embargo, la gran mayoría de las mejoras simplemente aumentan el daño que infringimos con la técnica a mejorar, e incluso varias de las mejoras están bloqueadas por el progreso de la historia.

Ninguno de los sistemas propios de RPGs están bien implementados, por más numerosos que sean. Comer, por ejemplo, ofrece incrementos permanentes en alguna de las estadísticas de nuestro personaje. El sistema de Comunidad funciona como un tablero donde ubicamos piezas que representan a los personajes en diferentes formaciones para conseguir todavía más bonus de estadísticas. Las misiones secundarias nos recompensan con experiencia e ítems que sirven ya sea para mejorar las piezas del sistema de Comunidad, vender por dinero o usar en el árbol de habilidades.

Todos estos elementos fracasan por varios motivos. La comida y el sistema de Comunidad, en teoría, deberían ser herramientas útiles para mejorar a nuestro personaje, pero las sumas de estadísticas que ofrecen tienen valores insignificantes y no justifican el tiempo que requieren. Las misiones secundarias son altamente tediosas en sus objetivos, ya que muchas involucran recolectar ítems en el mapa, y para colmo no tienen narrativas interesantes. La promesa de que veríamos personajes que en el animé fueron olvidados se traduce en estas misiones, donde alguien como Octavio o Nam nos pide que busquemos ingredientes y nada más.

Todas las misiones secundarias son tediosas.

Pero, por sobre todas las cosas, lo que más perjudica al resto de los sistemas del juego es el combate. Cualquiera que haya jugado Dragon Ball Xenoverse o hasta juegos más antiguos como la serie Budokai Tenkaichi sabe más o menos qué esperar del combate de Kakarot. Las batallas se libran en 3D, con personajes volando y moviéndose por el escenario a altas velocidades, pero la complejidad del combate es mínima, especialmente para un juego con elementos RPG. De principio a fin, las peleas se sienten casi idénticas.

Esta falta de variedad se ve en muchos aspectos del combate de Kakarot. Los pocos personajes jugables que hay funcionan básicamente igual. Con un botón se ataca, con otro botón se carga ki, con otro se dispara ki y con otro se esquiva. Manteniendo presionado un botón específico se accede a la paleta de súper ataques, los cuales son similares para todos los personajes. Todos tienen transformaciones que, para la práctica, son idénticas. Los únicos dos personajes ligeramente diferentes (Gotenks y Vegito) se utilizan nada más que en tres peleas en todo el juego.

Trunks es un personaje jugable, pero nada más que en unas pocas peleas.

Los enemigos también sufren del mismo problema que los personajes jugables. Aquellos que uno encuentra en el mapa como batallas aleatorias son muy simples y más molestos que desafiantes. Las peleas de las misiones principales, en cambio, son largas y tediosas porque todos los jefes se comportan de la misma manera. Pelear contra Raditz no es drásticamente diferente a pelear contra Buu. Cualquiera que sea la estrategia que uno encuentre efectiva se puede usar contra todos los enemigos.

Curiosamente, esto no quiere decir que Kakarot sea extremadamente fácil. El juego no permite elegir un nivel de dificultad, por lo que el desafío lo determina la diferencia de niveles entre jugador y enemigo. Así y todo, los niveles no tienen mucho peso por varios motivos. Por un lado, el juego es altamente generoso con los puntos de experiencia, a tal punto que pierden sentido: cuando un personaje está fuera de la historia por un tiempo (por ejemplo, Goku murió), a la hora de volver a utilizarlo Kakarot te lo devuelve con suficiente experiencia como para estar al nivel que necesitás para ese momento del juego. Además, toda pelea puede ganarse haciendo uso inteligente de los ítems que recuperan salud, en especial las Semillas del Ermitaño que restauran el 100% de vida y pueden llevarse hasta 9 en el inventario.

Algunos modelos de los personajes nunca terminan de verse del todo bien.

Pero a pesar de estas ventajas con las que uno cuenta, las peleas pueden ser altamente frustrantes. Todos y cada uno de los enemigos tienen la habilidad de interrumpir constantemente tus ataques. Por más que vos estés en medio de un combo, cualquier enemigo puede de repente volverse inamovible y ponerse a la ofensiva, inutilizando tus herramientas defensivas al mismo tiempo. Esto es todavía peor en las batallas con enemigos que utilizan tus propios ataques para recuperar salud, alargando todavía más los encuentros.

Podría seguir enumerando los aspectos de Kakarot que no están a la altura: los modelos 3D no son del todo atractivos (especialmente comparándolo con Dragon Ball FighterZ), no hay doblaje latino, no incluye nada de las películas, la música varía ampliamente en calidad, los controles son toscos y no se pueden customizar, la cámara en combate puede llegar a ser nefasta y hasta hay algunos problemas técnicos, como el hecho de que el audio de las voces a veces se sigue reproduciendo aunque el juego esté pausado. Kakarot es una experiencia con muchos más bajos que altos.

Clásico.

Entonces, ¿a quién se le podría recomendar Dragon Ball Z: Kakarot? Mi respuesta es a nadie. La triste realidad es que este juego falla en prácticamente todo lo que promete. Por más que sea Dragon Ball, una historia de la que muchos quizás nunca nos vayamos a cansar, existen muchas otras maneras de experimentar esta serie sin todos estos problemas. Como videojuego, Kakarot es frustrante, tedioso y hasta aburrido, por más que en las escenas más icónicas uno piense que quizás tan mal no está. Ese es el peso de Dragon Ball, pero quitale ese peso y Kakarot se cae a pedazos. Para ser el RPG prometido que muchos esperaban, Dragon Ball se merece algo muchísimo mejor.

DRAGON BALL Z: KAKAROT

17/01/2020 (PC, PS4, XBOX ONE)
4.0

Jugué Dragon Ball Z: Kakarot en Playstation 4 Pro, y completar el juego me llevó unas 27 horas. Hice algunas misiones secundarias, aunque ya para la saga de Cell me cansé de repetitivo y aburrido que era todo y me enfoqué únicamente en la historia principal. El código fue facilitado por la distribuidora.