La segunda serie original del DC Universe -plataforma de streaming oficial de la Distinguida Competencia– cerró su primera temporada con la consistencia y el absurdo que caracterizaron estos quince episodios. Esta entrega inicial de “Doom Patrol” tenía como meta presentarnos a estos héroes tan particulares, incluso antes de convertirse en héroes, mostrándonos sus orígenes y la dinámica de un grupo que no siempre da pie con bola. ¿Pero qué grupo superheroico lo hace?
Esta Patrulla Condenada primigenia tuvo una clara misión (rescatar al Jefe de las garras del villano Mr. Nobody), pero más que nada debieron aprender a aceptar sus propias peculiaridades, dejando de lado al “monstruo” que creían ser, y abrazando en el camino esos “poderes” de los que tanto reniegan. Habilidades que no siempre les son útiles ni los definen, pero igual forman parte de su esencia. Así, cada uno fue armando su propio e intrincado rompecabezas, tomando (como bien dice Rita) el control de su propia narrativa, más allá de haber dejado toda una vida detrás.
Esta aceptación todavía está en proceso para varios de ellos cuando la verdad los golpea de frente: sus tragedias, y por ende sus destinos, fueron manipulados por la misma persona que aseguró haberlos salvado. El último punto de la lista vengativa de Eric Morden es obligar a Niles Caulder a confesar su accionar y, de alguna manera, terminar de minar la confianza y el cariño que los condenados tienen hacia su mentor y figura paterna. Así, “Ezekiel Patrol” nos va paseando entre pasado y presente para mostrarnos los pormenores de este plan mayor del doctor que tiene como meta alcanzar la inmortalidad. ¿Con qué motivo? Acá todavía hay más secretos por descubrir de los que, aparentemente, Mr. Nobody no está del todo al tanto.
Ni Jane, ni el resto de los habitantes de la mansión tienen tiempo para pedir explicaciones o tomar represalias antes de que Morden los mande de vuelta a sus vidas cotidianas. Seis meses después, cada uno sigue su propio camino, tratando de acomodar sus existencias lejos del ala protectora de Caulder. Rita y Larry ahora comparten su propio departamento. Ella intenta dar clases de actuación a estudiantes irrespetuosos de secundaria, mientras el ex piloto busca darle la mayor libertad a su ente negativo sin morir en el proceso. Por su lado, Jane intenta escapar de su dolor con una cura que podría borrar todas sus personalidades para bien o para mal; Cliff se dedica a cuidarla a la distancia, y Victor vuelve a sus tareas superheroicas que podrían ganarle puntitos para sumarse definitivamente a la Liga de la Justicia.
Desde los recuerdos de Caulder nos enteramos de su trabajo paralelo en el Departamento de la Normalidad, desde donde orquestó los accidentes de Farr y Trainor con el único fin de utilizarlos como conejillos de India. Lo mismo ocurrió en su momento con Steele y Jane, pero para esta altura la consciencia del doctor ya está plagada de culpas, muchas de ellas por los daños colaterales que causó en su búsqueda de la vida eterna. Una búsqueda que no tiene nada de egoísmo, ya que el científico sólo intenta seguir viviendo para poder cuidar y proteger a su pequeña hija: una metahumana superpoderosa y conflictiva.
No conforme con haber alcanzado su meta revanchista, Mr. Nobody cree poder seguir torturando a Caulder si lo despoja de todos aquellos a los que ama. Su nuevo objetivo es Slava, la mujer primitiva de la que se enamoró en su juventud y a la que tuvo que ocultar de los ojos curiosos del Departamento de la Normalidad. Sabiendo que las respuestas que busca las tiene Danny the Street, Morden consigue dos peculiares aliados para secuestrar la famosa calle: Ezekiel, la cucaracha más que lista para el apocalipsis, y Admiral Whiskers, la ratita que embarulló los circuitos de Cliff.
Así, muchos de los cabos sueltos que nos venía dejando la serie, empiezan a anudarse y todo confluye una vez más en este extraño escenario. Cuando Ernest Franklin/The Beard Hunter partió de la mansión en busca del Jefe, los pelos de su barba lo llevaron derechito hacia Danny y el verdadero secreto de Caulder: su hija Dorothy Spinner. Lamentablemente, Ernest termina cediendo ante las “torturas” de Morden y así los villanos lograr secuestrar la calle. Por suerte, Flex Mentallo puede rescatar a sus habitantes a tiempo, trasladándolos a otra dimensión, pero Danny y Dorothy siguen en peligro, lo que obliga a Niles a volver a pedirle ayuda a su equipo.
De vuelta en la mansión, Rita, Jane, Larry, Vic y Cliff deben decidir si ayudan al Jefe o no. Danny y la pequeña Spinner son su mejor incentivo para atravesar una pintura (¿?) y enfrentarse al caos que se lleva a cabo en la inmediaciones de Danny, ahora atacada por una cucaracha y una rata gigantescas que dejaron fuera de sus planes de destrucción al mismísimo Mr. Nobody.
Si algo aprendieron estos condenados a lo largo de quince capítulos plagados de aventuras, peleas y convivencia forzosa, es a trabajar en equipo e idear los planes más absurdos, aunque eficientes a su manera. Acá la idea es convencer a Morden de que siga con su narración, guiando a sus gigantes secuaces a la destrucción del mundo. Para evitar caer junto con ellos, la patrulla debe dejar que Ezekiel los devore porque todos sabemos que las cucarachas son resistentes a todo, incluso a las explosiones nucleares de Larry. A salvo en la barriga del insecto, la Doom Patrol vuelve a salvar el día, acabando con los villanos, al menos por el momento.
“Ezekiel Patrol” nos deja un final ‘feliz’ y muchas posibilidades para este peculiar grupete superheroico. No sabemos si los protagonistas van a poder superar la traición del Jefe y volver a convivir en la Mansión bajo sus términos, pero el triunfo de esta misión es un buen punto de partida para iniciar las conversaciones de paz. Claro que todavía hay asuntos por resolver dentro de la cabecita de Jane -tal vez, el personaje más desbalanceado del conjunto-, y de las de sus compañeros, aunque los elementos para un gran equipo justiciero ya están presentes… porque al fin y al cabo, nadie es perfecto.
La primera temporada de “Doom Patrol” nos deja una gran historia y, sobre todo, un gran conjunto de personajes con mucho potencial. El humor y el absurdo funcionan para estos héroes particulares, pero sobre todo la insistencia en su humanidad. Detrás de los poderes, los experimentos locos y la rarezas, un villano que juega con la narrativa y rompe la cuarta pared, y sus calles con consciencia propia, la creación de Jeremy Carver logra conmovernos porque toca las fibras más comunes y propias de los seres humanos. Las mismas que nos permiten conectarnos y empatizar con estos condenados que, en el fondo, buscan redención y aceptación, de la misma forma que cualquiera de nosotros. Ahí reside el secreto de una de las mejores series comiqueras de la actualidad.