Los integrantes de la Mansión Caulder no están ni cerca de rescatar al querido Jefe, mucho menos de averiguar su paradero. La única pista que tienen por el momento -tras perder la oportunidad de rastrearlo con la ayuda del Beard Hunter (cazador de barbas), Ernest Franklin-, es el dato que les proporcionó Danny the Street sobre un supuesto “Héroe de la Playa”, también conocido como Flex Mentallo, figura que adorna una vieja publicidad de cereales.
Los condenados parecen estar demasiado inmersos en sus propios problemas como para seguir este nuevo rastro, pero Jane todavía anda necesitando respuestas de su mentor, así que convoca a una reunión de equipo que, obviamente, no obtiene la asistencia deseada. Victor todavía está tratando de entender de dónde viene su mal funcionamiento y sigue indagando sobre su red, ahora supuestamente desconectada de su cuerpo. A Cyborg todavía lo atormenta la pintura apocalíptica de su compañera, una imagen que no sabe si podría volverse realidad. Lo cierto es que la “maquina” está tomando el control sobre el aspecto humano, convirtiendo a Stone en un ser cada vez más poderoso, aunque a simple vista no logre detectarlo.
El miedo de perder el control sobre su propio cuerpo parece ser más grande que el de la intervención de papá Silas en sus circuitos, pero Vic no tiene mucho tiempo de meditar sus opciones a futuro ya que se deja convencer por Jane para ir en busca de Dolores, esposa de Mentallo y único indicio potable en toda esta maraña de extrañas circunstancias. Ya vamos a volver sobre este punto, pero primero tenemos que bucear en los mejores momentos de “Frances Patrol”, un episodio de esos que se concentran en la humanidad de los protagonistas, acá tratando de darle un cierre a ciertos momentos de su vida para poder seguir adelante.
Hablamos de esos aspectos que los marcaron, que los definen y que les impiden convertirse en los héroes que el doctor Caulder (¡y el mundo!) anda necesitando, en vez de este grupete de losers que todavía no sabe jugar en equipo, ni dejar de autocompadecerse. Rita supo dar ese gran paso tras cruzarse con la Doom Patrol original. Ahora le llegó el turno a Larry, que desde hace rato viene tratando de entender las verdaderas intenciones de su espíritu negativo, un ente que intenta ayudarlo a despegarse de sus propios prejuicios, ignorar lo que pueda pensar la gente, y aceptarse tal cual es, con todos sus defectos y virtudes.
De ahí esos extraños ¿sueños? ¿visiones? ¿fantasías? que comparte con su viejo amor John Bowers, encuentros románticos y sinceros (aunque nunca se hayan concretado en la realidad), que suelen interrumpirse cada vez que a Trainor lo paralizan las circunstancias. Tras el accidente, el ex piloto perdió a su familia -o mejor dicho, la dejó ir- y decidió darle la espalda a su compañero, al que nunca le reveló sus más profundos sentimientos. Con el tiempo, John siguió adelante y vivió una vida plena, pero sus últimos días se acercan y esta es la señal que Larry necesita para dar ese último salto.
Imposible no empatizar con los miedos y las disyuntivas del personaje de Matt Bomer, tan perdido (y asustado) en una época que no trataba para nada bien a la comunidad LGTB+. Trainor siempre se preocupó por mantener las apariencias (ante sus oficiales, su esposa, la sociedad) enterrando sus propias emociones, un choque personal que finalmente se libera al reencontrarse con un mayorcito Bowers (Tom Fitzpatrick), ya al borde de la muerte. Un conjunto de escenas cargadas de ternura y franqueza por parte de los dos hombres que, ahora sí, están listos para partir o dar vuelta la página.
Larry no es el único que pone sus cuentas en orden durante este capítulo dirigido por Wayne Yip, realizador británico asiduo de “Doctor Who” y otras series nerdas que tanto amamos. Tras enterarse de la muerte de Bump Weathers a manos (o mandíbulas) de un famoso caimán conocido por el nombre de Frances, Cliff decide viajar a Florida para consolar a su hija Clara durante el funeral.
Bump supo ser parte del equipo de Steele en sus épocas de piloto de carreras, además de tener un amorío con su esposa, pero también se comprometió a hacerse cargo de la nena tras el accidente de sus padres, un hecho que Cliff debe asimilar por más que quiera odiar a su ex compañero hasta la médula. Su idea es enfrentar a Clara y decirle finalmente la verdad, además de apoyarla en este triste momento, pero decide cambiar de parecer al ver lo mucho que se encariñó con su padre adoptivo. En cambio, resuelve adentrarse en los pantanos en busca de la bestia y recuperar un reloj de oro que solía ser de él, tanto como de Weathers.
Más allá de que Rita lo empuja a hablar con su hija, este es un paso que Robotman no está preparado para dar, justamente, porque Bump hizo un gran trabajo “ocupando” su lugar. El miedo a las comparaciones y el rechazo paralizan al hombre metálico, demostrando que detrás de su fuerza y sus circuitos, hay mucho más corazón que el que quiere admitir por momentos. No sabemos si algún día va a tener el coraje de presentarse ante la chica, pero al menos se va con el consuelo de que no tuvo una vida miserable.
“Frances Patrol” tiene momentos desprolijos narrativamente hablando, pero la sensibilidad de sus escenas y la humanidad de sus personajes vuelven a ganar la pulseada. Al final, nos deja varias puertas abiertas con la posible introducción de Flex Mentallo, y una emboscada por parte de Darren Jones y el Departamento de la Rarezas (The Bureau of Oddities), que tras perder de vista a Danny the Street, decide secuestrar a Cyborg y llevárselo a la “Granja de Hormigas”, quien sabe con qué propósitos macabros. Tal vez, un desvió más en esta historia, u otra vuelta de tuerca para acercarnos a Caulder, Mr. Nobody y la creación oficial de esta nueva Patrulla Condenada.