ANÁLISIS | Doom Patrol S01E010: Hair Patrol (Spoilers)

No hay ni un día de paz en la Mansión Caulder. Ni siquiera para aquellos que no “bajaron” a las profundidades de la cabecita de Jane. “Hair Patrol” retoma ese mismo instante del capítulo anterior, pero se concentra en el resto de los personajes. Mientras Jane, Cliff y Larry permanecen fuera de servicio lidiando con la misión de rescatar a la chica de las garras de su propio subconsciente y un sinfín de personalidades, Rita y Vic deben enfrentarse a un nuevo problema: Ernest Franklin (Tommy Snider), también conocido (¿?) como The Beard Hunter.   

Las creaciones más extrañas de Grant Morrison y Vince Giarrano siguen diciendo presente en la versión televisiva de “Doom Patrol”, esta vez, como excusa para adentrarnos un poquito más en el pasado del Jefe, tan misterioso como desconocido para sus criaturas que no cesan en su búsqueda tras caer en las manos de Mr. Nobody. Franklin es un personaje bastante desagradable con una habilidad más que articular: poder rastrear a cualquier individuo (y conectar con él) con el sólo hecho de consumir su bello facial. Así de asqueroso como suena, pero muy útil para el Departamento de la Normalidad (Bureau of Normalcy), que recluta sus servicios para encontrar al escurridizo Niles. ¡Bienvenidos al club, muchachos!

Y así la historia nos traslada al año 1913, al Norte de los territorios de Yukón (Canadá), donde Caulder y su compañero Alistair (Max Martini) llevan a cabo una investigación para el Departamento de la Rarezas (The Bureau of Oddities), en busca de una extraña criatura que ronda por el lugar. Durante la noche de vigilia, Alistair es atacado por una manada de lobos, y dándolo por muerto, Niles huye del campamento rompiéndose una pierna en el proceso. Tras un breve encuentro con el monstruo, el Jefe es rescatado por una mujer velluda y primitiva llamada Slava que cura sus heridas y le da refugio en su guarida.

Una situación peluda

Niles cree ser un prisionero que pronto encontrará su final como otros tantos exploradores, pero poco a poco va descubriendo las intenciones de su “carcelera”, la antigua y extraordinaria cultura a la que pertenece, y su conexión con la bestia Oyewah, que parece darle poderes inmortales. La animosidad pronto se convierte en amistad, y la amistad termina en romance, no sólo por Slava, sino por esta nueva y pacifica vida alejado de la civilización.

Pero la tranquilidad dura apenas unos años, ya que Caulder vuelve a cruzar caminos con Alistair, quien reaparece en los bosques, ahora, con una nueva tarea. El mundo está en guerra (la Primera Guerra Mundial) y el afán por la exploración y el conocimiento ya no es una prioridad para el buró, ahora renombrado como Departamento de la Normalidad, cuya misión es erradicar a todas estas extrañas criaturas, incluyendo a la querida Slava. Ante la disyuntiva, Niles debe elegir y tomar una decisión tajante para proteger a su amada a toda costa. Lo que queda es asesinar a su compañero y regresar para servir al departamento, negando la existencia de la chica y Oyewah.

Este no es un recuerdo así nomás, es parte de la tortura que sufre el Jefe a manos de Eric Morden en el presente, obligándolo a revivir estos duros momentos y, de paso, a revelar la verdadera locación de Slava a cambio de salvar a su equipo. Claro, ahora se entiende porque Niles Caulder no envejeció tanto, aunque no se justifica todos esos secretos que sigue acumulando.

El héroe menos pensado

De vuelta en la mansión, The Beard Hunter logra infiltrarse sin ser notado y echa mano de los pelitos de Caulder (no vamos a describir el momento porque nos vuelven a dar arcadas) con toda la intención de cumplir las órdenes del buró. Pronto es sorprendido por Vic y Rita, pero logra escapar después de vencer a Cyborg, que ya no logra lidiar con sus propios problemas de mal funcionamiento. El paso de Franklin termina siendo azaroso y un poco torpe para la trama (aunque tiene sus momentos), y cuando cree haber encontrado a su objetivo -en realidad es un señuelo-, encuentra su final en las garras de Oyewah.

“Hair Patrol” aporta nuevos datos al currículum de Caulder con la intención de que podamos seguir descifrando a este misterioso personaje, pero lo hace de forma un tanto desprolija, en comparación a otros grandes episodios de esta temporada. Igual, mantiene su bizarres al tope, pero poco hace por nuestros queridos condenados que no tienen un verdadero lugarcito para lucirse al momento de enfrentar a Ernest. Sí, la idea es poner un poco en duda las lealtades de Stone, sospechas ligadas a esa apocalíptica pintura de Jane, pero todavía nos está faltando información sobre quién está detrás de estas fallas técnicas del cyborg.      

En resumen, y a pesar de los altibajos, “Doom Patrol” se sigue manteniendo firme con sus ideas y la premisa de poner a sus personajes por delante de todo. Esta vez le tocó al turno al ambiguo Caulder, con referencia a la cueva del wampa en Hoth, incluida.