ANÁLISIS | Doom Patrol S01E01: Pilot

Si están al día con “Titans”, ya conocieron a los “héroes” menos probables del multiverso. No, nos referimos a Dick Grayson y compañía, sino a los habitantes de la mansión Caulder, también conocidos como la Patrulla Condenada. El cuarto capítulo de la serie superheroica que inauguró el DC Universe –plataforma on demand de la Distinguida Competencia– nos presentó al doctor Niles Caulder (el Jefe, para los amigos) y sus “criaturas”, un grupete de individuos que burlaron a la muerte pero, a la vista de muchos (ellos incluidos), se convirtieron en monstruos.

El episodio, dirigido por John Fawcett y escrito por Geoff Johns, funcionó tan bien que en seguida se ganó su propio spin off televisivo, ahora sí, completamente centrado en estos personajes creados por Arnold Drake, Bob Haney y Bruno Premiani en 1963. Glen Winter, quien hace poco tuvo a su cargo la dirección del capítulo 150 de “Arrow” (“Emerald Archer”), se pone tras las cámaras para filmar este piloto -como ya es su costumbre con muchas de las series del Arrowverse-, una historia introductoria que no deja de jugar con diferentes estilos visuales, sin ningún miedo a romper la cuarta pared.

No hay nada de monstruoso en estos protagonistas, pero tampoco hay seriedad a la vista. Eso no quita que el guión de Jeremy Carver –creador del show- este cargado de buen corazón y la emotividad de estos marginados aspirantes a superhéroes.

Todo arranca en Paraguay en 1948, cuando Eric Morden (Alan Tudyk) –nuestro querido narrador- es sometido a un extraño experimento llevado a cabo por algunos nazis (sí, siempre son nazis) que lograron escapar y refugiarse en Sudamérica, obvio. De ahí, el relato salta hasta 1988, para contarnos la historia de Clifford ‘Cliff’ Steele (Brendan Fraser y Riley Shanahan), piloto de NASCAR quien a pesar de tener una hermosa familia, lleva una vida bastante licenciosa. Para él, todo acaba de repente en medio de un accidente automovilístico, y cuando logra recobrar la consciencia descubre que su cerebro (lo único que le quedó intacto) ahora habita el cuerpo metálico de Robotman gracias a la intervención del doctor Caulder (acá reemplazado por Timothy Dalton).

Muy al estilo Robocop, Cliff empieza a recuperar algunos recuerdos mientras aprende a utilizar su nuevo y estrambótico cuerpo. En la mansión conoce a Rita Farr/Elasti-Woman (April Bowlby), una famosa y vanidosa actriz de la década del cincuenta que en 1955 quedó expuesta a gases tóxicos; y a Larry Trainor/Negative Man (Matt Bomer y Matthew Zuk), piloto del programa Mercury, que en 1961 sufrió un grave accidente al atravesar su camino con energía negativa. Desde entonces, ambos viven bajo los cuidados del Jefe, resguardos de un mundo que cree que ya no existen. Cliff debe aclimatarse a esta nueva realidad, una donde conserva su esencia, pero no puede sentir absolutamente nada, ni siquiera el dolor de la pérdida de sus seres queridos.

Los años pasan y Steele se resiste a abandonar su habitación y su auto compadecimiento. Todo cambia con una de las tantas visitas de Kay Challis/Crazy Jane (Diane Guerrero), una jovencita con 64 personalidades diferentes, cada una con su propio poder. La apatía de Jane parece tocar alguna fibra de Cliff y, en una de las tantas ausencias del doctor, lo convence para salir de paseo por la ciudad junto a los otros.

Cliff atravesó mejores tiempos

La excursión se convierte en caos, por supuesto, cuando estos Condenados no logran mantener a raya sus “habilidades”. La escapada no sólo provoca la ira de Caulder, sino que pone en alerta a un peligroso ente que llega hasta Covington (Ohio) para desatar su furia. Así arranca “Doom Patrol”, sin hacerse mucho eco de los “Titans”, sumando humor, un poco (bastante) de absurdo y un grupo de protagonistas con los que empatizamos de entrada porque detrás de tanta extravagancia y sci-fi, realizadores y actores les otorgan una humanidad muy palpable a sus circunstancias. Dalton nos entrega un científico menos “loco” y más paternal que Bruno Bichir, y siempre se celebra el come back de Fraser a cualquier pantalla.  

Winter aprovecha las diferentes “historias de origen” para pasearnos por distintos escenarios, épocas y hasta la ironía de clichés narrativos que, por suerte, ya están en desuso. Dentro de la mansión todo parece suspendido en el tiempo, contrastando constantemente con la vida del exterior, un recurso que, creemos, cobrará relevancia en los próximos episodios, a medida que la Patrulla Condenada vaya dejando la seguridad del hogar para convertirse en los defensores de la ciudad.      

A pesar de compartir universo televisivo, “Doom Patrol” demuestra que puede correrse de la oscuridad de “Titans” y contar una historia diferente desde otro lado, uno menos pretencioso y más extraño que se apoya en la ternura y las desventuras de sus personajes.