ANÁLISIS: DIRTY JOHN

Los podcast siguen copando la TV con diversas adaptaciones. En este caso, la creación de Christopher Goffard llega a la pantalla de Bravo en forma de serie antológica true crime, como su homónimo podcasteril. Alexandra Cunningham es la responsable de este drama basado en hechos reales, y en la figura de John Meehan (Eric Bana), un tipo que de bueno solo tiene la sonrisa. O eso es lo que parece a simple vista.

Ahí está el mayor problema de “Approachable Dreams”, el primero de los ocho episodios de esta temporada. Más allá de que conozcamos o no la historia acontecida, el director Jeffrey Reiner hace poco y nada para mantener el suspenso de la trama.

Debra Newell (Connie Britton) es una empresaria y madre soltera de California siempre en busca del amor ideal. La señora ya lleva cuatro matrimonios, pero no pierde las esperanzas de enamorarse con cada nueva cita. Así, a través de un sitio on line, conoce a John, enfermero y anestesiólogo que pasó por el frente de batalla, y ahora lleva una vida bastante más simple que la de esta refinada diseñadora de interiores.

Lo de Debbie y John resulta en amor a primera vista, más allá de algunos malos entendidos en el primer encuentro. La que no ve con buenos ojos la rapidez de esta relación es Veronica Newell (Juno Temple), su hija mayor, una jovencita malcriada y vanidosa, aunque le saca la ficha desde el primer minuto. A Terra (Julia Garner), la hija menor, tampoco le va a caer tan simpático, pero en apenas un mes y pico de romance, esta parejita parece inseparable todo gracias al carisma del buen “doctor”.

Las (malas) intenciones de Meehan se ven a la legua porque estamos en el siglo XXI Y NADIE PUEDE SER TAN CONFIADO, SEÑORA. Las hijas de Debra, más avispadas, le advierten desde el comienzo, pero las ganas de creer en el amor de su madre, sumados a los encantos de John, la siegan casi desde la primera cita.

“Dirty John” intenta bucear en esto de las relaciones tóxicas, abusivas y manipuladoras, pero no disimula mucho delante de la cámara mientras nos hace creer que todo es color de rosa. Debra parece moverse por el mundo sin ninguna cautela y, aunque es una mujer talentosa e inteligente, prefiere darle la derecha a un tipo que conoció apenas unas semanas atrás, que a su propia familia.

Ojo, esto pasó de verdad, pero la ficción -incluso, diferenciándose del podcast- tiene muchas herramientas visuales y narrativas para contar y, acá, los realizadores desaprovechan la oportunidad de construir un suspenso más climático e interesante, antes de mostrando todas sus cartas.     

Lo de Britton y Bana está bien, correcto, aunque ninguna de sus interpretaciones es memorable. Peor es la constante sobreactuación de Temple, que a pesar de escupir verdades, sólo queremos darle un cachetazo cada vez que abre la boca. También esperamos ver un poquito más de Jean Smart, tan desaprovechada en esta primera entrega.

“Dirty John” está más cerca de un drama cualunque que del true crime que nos vende Goffard desde sus episodios. Claro que este es un primer vistazo y hay mucho para desarrollar, pero volvemos al viejo y querido problema de la cantidad, y que un nuevo show nos debería atrapar desde el comienzo para acceder a dedicarle el escaso tiempo que nos queda entre serie y serie.

“Approachable Dreams” no surte tanto efecto como debería, aunque queda flotando la intriga de qué trama este (buen) hombre. No vale ir a googlear la historia, pero entendemos que de romántica tiene muy poco.   

PUNTAJE: 6.0