ANÁLISIS: CHIPs: Patrulla Motorizada (CHIPS, Dax Shepard, 2017)

Shepard dirige, escribe y coprotagoniza ‘CHIPs: Patrulla Motorizada’ (CHIPS, 2017), esta comedia de acción que, en pleno siglo XXI, se esfuerza demasiado por hacer chistes en base a culos, tetas y penes. Comedia, entre muchas comillas, ya que falla bastante en eso de hacernos reír y, al final, termina dando un poco de vergüenza ajena.

Sepan disculpar tanta literalidad, pero cuesta disfrutar algo tan básico y mal hecho. La historia de Shepard está recargada de estereotipos y, aunque supongamos que lo hace a propósito, ésto tampoco funciona ya que se queda a mitad de camino. ‘CHIPs’ no es lo suficientemente bizarra y extrema para ser una parodia de sí misma, entonces termina convertida en una mala comedia policial que no atrae ni desde sus temas, ni desde sus personajes mal llevados.

Michael Peña es un agente del FBI que, bajo el pseudónimo de Frank Poncherello, debe infiltrarse en la patrulla motorizada de California para desbaratar una banda de policías corruptos dedicados al robo de camiones blindados. Su nuevo compañero es Jon Baker (Shepard), un novato ex motociclista que se convierte en agente para reconquistar a su esposa. La dupla, despareja por dónde se la mire, se meterá en todo tipo de problemas para desenmascarar a los culpables, mientras liman sus asperezas y aprenden a trabajar en equipo.

Nada nuevo para un género que nos ha dado grandes historias, justamente, cuando sale de sus lugares comunes. No es el caso de ‘CHIPs’ que desatiende por completo la trama criminal y se concentra en los chistes subidos de tono, acrobacias al estilo de los X-Games y muchas escenas sin sentido.

Cuesta entender que Vincent D’Onofrio se preste para estas cosas, pero no es el único. El elenco está lleno de caras conocidas (Adam Brody, Maya Rudolph, Jane Kaczmarek), aunque ninguna logra hacer un aporte que nos arranque una sonrisa.

‘CHIPs’ es una película que atrasa y que sigue arrastrando estereotipos del peor cine de los ochenta y, ya sea de forma irónica o no, acá no se puede notar la diferencia. No atrae desde sus actuaciones (lo de Peña como ‘adicto al sexo’ molesta en todo sentido), ni sus escenas de acción, ni sus villanos que sólo apuntan a un tipo de público descerebrado y de risa muy, pero muy fácil; sin ofender a nadie, claro está.


Cuesta encontrar algo positivo de una película cuya tercera imagen son unos senos femeninos. Un ‘recuso’ que se repite a lo largo de toda la historia, a pesar de que estamos en presencia de una ‘buddy cop’ movie basada en una de las series más clásicas (y naive) de los años setenta y principios de los ochenta. Creo que, a esta altura, prefiero una de Adam Sandler. 

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