ANÁLISIS | Bugsnax, un poco de locura para despedir el 2020

Bugsnax es una aventura muy especial que derrocha felicidad y locura en cada diálogo pero que también se permite tener sus momentos de reflexión mientras cazamos una mezcla entre comida e insectos.

El mundo de Bugsnax es uno muy particular donde sus principales habitantes llamados Grampuses, han descubierto la existencia de unos snacks con propiedades únicas. Los denominados ‘bugsnax’ (que para cierta parte de los Grampuses son un mito) son básicamente lo que sucedería si cruzamos a una araña y un cono de papa fritas, dando como resultado una ‘ Fryder‘. En la isla Snack Tooth vamos a encontrar otros especímenes fabulosos como la ‘pineantula‘, que es la mezcla entre una ananá y una tarántula; incluso en los distintos biomas de esta isla nos vamos a cruzar con ‘ribblepede‘ que es lo que sucede si combinamos a un ciempiés con unas deliciosas ribs. La enorme cantidad de criaturas que vamos a ver en Bugsnax nos va a dar tanta hambre como risa; cada vez que ingresamos a una nueva zona en la isla vamos a tener a un gran repertorio de bugsnax por descubrir, todos con sus particularidades, su gracia, creatividad, personalidad y, sobre todo, forma de atrapar.

Bugsnax – Launch Trailer | PS4, PS5

Porque nuestra misión será, en gran parte, la de atrapar a estas geniales y ridículas criaturas. ¿Cómo es que llegamos a eso? Bueno, a través de una serie de hechos fortuitos en los que nuestro personaje, un periodista que debe salvar su trabajo, termina viajando a la isla Snack Tooth para comprobar si el mito de la existencia de los bugsnax es real y además averiguar qué sucedió con Lizbert, una famosa aventurera experta en estos bichos. Al llegar a la isla somos atacados por una criatura gigante en forma de pizza voladora y quedamos varados en un lugar donde no conocemos a nadie. Con la ayuda de Filbo y varios otros integrantes de la comunidad, vamos a ir encontrando las respuestas que tanto buscamos y aprendiendo sobre la naturaleza de los bugsnax y cómo atraparlos.

Básicamente el juego desde muy temprano nos muestra sus cartas y qué tipo de experiencia quiere ser. En parte es una aventura gráfica, un juego de puzzles, una experiencia narrativa en primera persona y hasta tiene tintes de títulos como Pokémon Snap. El loop de jugabilidad se sostiene en hablar con los distintos habitantes de la isla y que nos den misiones para completar, las cuales en su enorme mayoría consiste en atrapar bugsnax. Para poder tener en nuestro poder a estos bichitos, vamos a tener que sacar nuestra cámara, analizarlos, observar cuáles son sus características y ejecutar ese plan. En un principio es tan sencillo como observar su movimiento, poner una trampa y escondernos. Poco a poco el juego se irá haciendo cada vez más complejo y atrapar cada bugsnack requiere más y más pasos. A veces tendremos que atraerlos a ciertos lugares lanzando distintas salsas, condimentos o productos; otras veces vamos a tener que hacer que otras criaturas los golpeen o afecten su estado, incluso puede suceder que tendremos que modificar su forma como en el caso de Poptick (una garrapata con cruza de pochoclo) a la cual vamos a tener que prender fuego para que muestre su versión apropiada.

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Un aspecto en el que Bugsnax es muy inteligente es en que si bien hay una forma medianamente establecida de atrapar a estas criaturas, el juego se permite tener una cierta flexibilidad para lograr ese objetivo. Hay veces que vamos a sentir que estamos casi que rompiendo el juego o haciendo algo que en teoría no corresponde, pero la realidad es que simplemente estamos utilizando todos los sistemas a nuestra disposición y siendo creativos con ellos. Cuando empecemos a tener más herramientas la experimentación también va a incrementar y se vuelve muy divertido descifrar cómo es el puzzle que me va a permitir atrapar un Grapeskeeto (un mosquito con forma de uva).

Estas criaturas son capturadas principalmente para ser comidas por los habitantes de la isla Snack Tooth, quienes al ingerirlos van cambiando la apariencia de distintas partes de su cuerpo. Qué extremidad exactamente va a cambiar y qué bicho les vamos a ofrecer depende enteramente de nosotros (o de aquello que pida la quest), algo que se vuelve uno de los tantos aspectos encantadores del juego en el que podemos ir haciendo nuestra propia versión de los distintos NPCs que encontramos en la isla.

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Estos habitantes merecen un párrafo aparte. Todos tienen personalidades, historias, formas de hablar y relaciones super ricas, interesantes y hasta misteriosas. Ir conociendo cómo se relacionan entre sí, cuál es su pasado, qué los trajo a la isla y qué saben sobre el paradero de Lizbert es otro de los grandes atractivos del juego. Desde un adorable pero medio incómodo Filbo, pasando por el gruñón granjero Wampus o incluso un personaje como Gramble que no quiere comer a los bugsnax sino criarlos como mascotas, todos tienen algo interesante para ofrecer y las distintas entrevistas que vamos a hacer con ellos están llenas de información valiosa. Todo esto está por supuesto acompañado por unas actuaciones de voz excelentes, con interpretaciones y con un guión alineado con las mejores películas o series de animación. Bugsnax termina siendo un juego con mucho corazón, en el que con un estilo artístico extravagante y con un fuerte énfasis en el humor, también se permite tener momentos de reflexión hablando sobre lo complejo de las relaciones humanas, la salud mental, el maltrato animal, las teorías conspirativas y mucho más.

Lamentablemente las limitaciones técnicas de la versión de PS4 (plataforma en la que se realizó este análisis) son uno de los pocos puntos flojos que encontré en mi experiencia con Bugsnax. Incluso con un arte adorable, alocado y colorido, el pobre y desparejo rendimiento impide apreciar esa búsqueda artística. Los colores y los escenarios tienen una muy pobre iluminación y eso provoca que ningún momento sea una explosión visual. Las distintas locaciones de la isla tampoco se alejan de los biomas más típicos (playa, zona nevada, desierto, etc) y si bien cada uno trae consigo distintos bugsnax (incluso cambian según la hora del día o las condiciones climáticas) tampoco son lugares de los que no me quiero ir. El encanto del juego viene más de sus criaturas, de sus personajes y de sus mecánicas que desde sus entornos. Quizás la versión de PS5 solucione no sólo problemas de rendimiento sino también lo convierta en un juego un poco más atractivo, pero ciertos aspectos no van a cambiar por más capacidad gráfica que haya en tal o cual plataforma.

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Lo que sí funciona en cuanto a la presentación es su excelente banda de sonido y la atención a los muchos detalles sonoros que los desarrolladores pusieron en el juego. Las canciones son absolutamente pegadizas, cada criatura repite su nombre como si fuera un pokemon (generando un efecto muy cómico), para cada situación hay un efecto sonoro encantador y bien logrado que ayudan a la experiencia general. Porque eso termina siendo Bugsnax, un juego que nos quiere hacer sentir bien, que busca ser lo más ameno posible sin dejar de entretenernos y hacernos pensar. Con misterio, humor, corazón, ingenio y creatividad, la gente de Young Horses nos da uno de los títulos más especiales de esta etapa final del año y una adición excelente para el catálogo de PS Plus para aquellas personas que tengan una PS5.

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BUGSNAX

12/11/2020 (PS4, PS5, PC)
8.0