Análisis | Bloodroots es un Hotline Miami con sabor a Western

Después de la explosión indie de la década pasada, los juegos independientes cada vez más comenzaron a mostrar sin pudor sus influencias. Hoy en día la cantidad de roguelikes o metroidvanias que hay es prácticamente incontable, pero existen otras joyas indies que fueron inspiraciones menos comunes para estos equipos chicos. En este caso en particular, Bloodroots es un juego con claros parecidos a Hotline Miami, pero con diferencias que, para bien y para mal, lo hacen un juego diferente.

Desarrollado por el estudio Paper Cult, la idea de Bloodroots es fácil de explicar: un Hotline Miami pero con una capa de verticalidad. Sin embargo, la premisa de la historia difiere bastante de aquel clásico indie. En Bloodroots, encarnamos a Mister Wolf, un bandido del lejano oeste líder de la pandilla Bestias Sangrientas. Luego de descubrir un ataque del que él no participó a una ciudad llena de gente inocente, Mister Wolf es traicionado por su pandilla, con su nuevo líder Mister Black Wolf. Este cabecilla que lo reemplazó procede entonces a asesinar a Wolf.

Como no tendríamos videojuego si la historia terminase ahí, por algún extraño motivo Mister Wolf sobrevivió a ser despedazado con un hacha, y ahora que tiene una segunda oportunidad en su vida se dedica a vengarse de quienes lo traicionaron. Wolf no es un protagonista interesante; la totalidad de su diálogo se limita a preguntar dónde está Black Wolf a tal punto que podría ser reemplazado por un protagonista silencioso. Son los ex miembros de las Bestias Sangrientas los que dan a conocer la historia de la banda y ayudan a, muy lentamente, armar el rompecabezas de cómo surgió esta rebelión contra Wolf.

Más allá de eso, la historia en sí es bastante predecible. Al no tener mucho lugar para desarrollar a Wolf como personaje, Bloodroots se encaja muy cómodamente en una historia de venganza que se vuelve totalmente predecible en el momento en que entendés qué estilo de narrativa está intentando usar. Algunos de los misterios más grandes del juego quedan sin explicar, y el final posiblemente se sienta muy poco satisfactorio para algunos. Así y todo, es una historia corta y fácil de seguir, y realmente no es el atractivo principal del juego.

Todo buen juego necesita un grupo de villanos.

El pilar central de Bloodroots es la jugabilidad. Al igual que Hotline Miami, los niveles están divididos en áreas donde el objetivo es matar a todos los enemigos. Tenemos un altísimo número de armas a nuestra disposición y cada encuentro se siente como un “puzzle de combate”, donde podemos llegar a la solución de varias maneras. Las armas son en su mayoría diferentes en propiedades: algunas se usan solo cuerpo a cuerpo, otras pueden lanzarse, ciertas armas ofrecen opciones de movilidad extra y algunas ni siquiera matan, sino que aturden. La variedad es clave para el disfrute del juego, y casi todos los encuentros pueden resolverse de la manera que uno guste.

Lo que realmente diferencia Bloodroots de Hotline Miami es su verticalidad. No solamente tenemos un botón para saltar, sino que varios de los niveles tienen varios “pisos”, ya sea al contar con edificios desde cuyos techos nos pueden disparar, o simplemente elevaciones naturales del ambiente. Este aspecto añade una capa más de estrategia al juego ya que los enemigos, a diferencia de Wolf, no pueden saltar. Una diferencia de elevación puede significar una increíble ventaja en un juego donde un solo golpe significa la muerte tanto para Wolf como para los enemigos.

Algunas armas son necesarias para las secciones de plataformas.

Sin embargo, esta verticalidad también termina trayendo consigo algunos de los puntos más bajos del juego. Por alguna razón, Bloodroots cuenta con algunas secciones de plataformas, ya sea donde simplemente tenemos que avanzar o incluso donde tenemos que matar enemigos en estas secciones. La perspectiva no es ni completamente horizontal ni vertical, sino que inclinada, y no ayuda en absoluto a este tipo de segmentos ya que a veces es muy difícil juzgar la profundidad. Morir por una mala estrategia en un combate no es problema, pero morir por simplemente no poder discernir de qué manera estamos saltando es altamente frustrante. Por suerte, esas secciones son las pocas.

Lo que también resta en Bloodroots son algunas secciones de combate que se presentan más seguido en la segunda mitad del juego. En sus mejores momentos, el juego te ofrece una total libertad para encarar cualquier enfrentamiento. Por el contrario, en estos encuentros Bloodroots requiere estrategias específicas con armas puntuales. El juego aporta las herramientas necesarias, pero la ejecución queda en vos. Un mínimo error y es volver a reintentar toda la sección. Es particularmente molesto cuando en niveles avanzados el juego introduce pisos resbaladizos o viento, que hacen que los combates requieran una precisión de movimiento que a los controles de Bloodroots les cuesta ofrecer.

Los niveles de hielo son de los puntos más bajos del juego.

Por suerte, Bloodroots es un placer a la vista de principio a fin. El juego tiene un estilo y una personalidad muy marcada, que a veces recuerda a dibujos animados como Samurai Jack. El soundtrack acompaña muy bien todos los combates, y te inyecta con la adrenalina necesaria sin dejar de lado ese sabor a Western. Lo que sí, al menos en Playstation 4 Pro, el juego tiene algunos problemas de framerate. Durante la mayor parte del juego, Bloodroots corre a 60 frames por segundo, pero en niveles donde hay muchos enemigos en pantalla, elementos como fuego constante, o incluso al usar armas como una Minigun, el framerate tiene unos bajones muy notables que pueden llegar a afectar el combate.

Bloodroots es un juego que, en su totalidad, es muy entretenido. La influencia de Hotline Miami se siente y le calza muy bien a este estilo artístico. Sin embargo, después de empezar con todas las energías, el juego va perdiendo combustible a medida que avanza. La historia se vuelve predecible, los niveles introducen mecánicas frustrantes, y hasta el rendimiento técnico sufre con más frecuencia. Así y todo, es una experiencia corta y que vale la pena, con la posibilidad de rejugar niveles simplemente para mejorar nuestro puntaje. Este juego no terminará siendo el peso pesado que supo ser Hotline Miami, pero con sus defectos y todo, Bloodroots le hace justicia a su influencia.

BLOODROOTS

28/02/2020 (PS4, SWITCH, PC)
7.0

Jugué Bloodroots en Playstation 4 Pro durante aproximadamente 7 horas. Por supuesto, el largo del juego va a depender de qué tan bueno sea uno; quien muera menos seguido puede completar el juego en menos tiempo. El código fue provisto por la distribuidora.