ANÁLISIS | Black Mirror: Bandersnatch

No creo que sea casualidad que la primera pieza de ficción interactiva que sacude Netflix sea un episodio de Black Mirror. Uno de los temas favoritos de la serie de Charlie Brooker es el experimento social y con Bandersnatch subieron al escalón de la metaficción para poder usarnos de conejillo de indias a nosotros, los televidentes. El episodio es un “elige tu propia aventura” sobre un desarrollador de videojuegos que programa un juego de “elige tu propia aventura”. La autoreflexión y las coincidencias entre ficción y realidad son una constante en este capítulo que gana más por su forma que por su sustancia.

Bandersnatch es una película interactiva. Los espectadores elegimos el curso de la historia de Stefan (Fionn Whitehead), el joven diseñador de videojuegos que está trabajando en un videojuego de ficción interactiva llamado también Bandersnatch. Usamos el control remoto y vamos eligiendo siempre de entre dos opciones. O al menos al principio, porque después la cuestión se complejiza.

Lo que se complejiza es la red metaficcional. No quiero caer en spoilers. Cuando digo que Bandersnatch vale más la pena por su forma que por su sustancia, es porque si fuese una película tradicional, no estaríamos hablando de ella. La historia es sencillísima y hasta tonta. Las sorpresas llegan cuando descubrimos que los televidentes somos parte también de ella y no solo por estar eligiendo con el control remoto.

La interactividad se vuelve parte de la historia y terminamos estando ante el capítulo más meta de todo Black Mirror. Cuando pensamos en ficción interactiva, es imposible no pensar en los videojuegos. De hecho, Bandersnatch como película es muy consciente de ello. Pero me atrevo a decir, como amante de los videojuegos narrativos (walking simulators, las aventuras de Telltale y los juegos de David Cage), que casi ningún videojuego consiguió hacer un uso tan inteligente de lo que significa elegir para quien experimenta la ficción. La estructura de Bandersnatch va un poquito más allá del clásico “elige tu propia aventura”. Si tengo que comparar su narrativa con la de algun videojuego, pienso en Her Story o en la trilogía Zero Escape. Comparar Bandersnatch  con Detroit: Become Human sería ser muy reduccionista.

 

Es que Charlie Brooker, nuevamente, revierte un concepto. Nos hace pensar que esto es un “elige tu propia aventura”, pero de fondo hay algo más. Me encantaría hablar más en claro de esto, pero no quiero caer en spoilers. Mientras menos conozcan de la estructura de Bandersnatch, mejor la van a pasar con el control en la mano.

Como es usual en Black Mirror, la historia de Bandersnatch adapta a la modernidad muchos de los tropos propios de grandes de la ciencia ficción, como Philip K. Dick (quien habló mucho de realidades paralelas) y George Orwell (cuando toca temas como el control, el libre albedrío). En relación a esto, viene el reproche más grande que quiero hacerle al guion. Los diálogos son demasiado explicativos y hasta suenan trillados. La conversación entre Stefan y Colin (Will Poulter) en el balcón está llena de habladurías sobre temas orwellianos que no necesitábamos que nos expliquen. El espectador promedio de Black Mirror es inteligente. La ciencia ficción funciona mejor cuando sugiere y nos deja atar los cabos por nuestra cuenta. Lo explícito rompe la magia.