Se me ocurren pocas series de Netflix que pudiesen dar lugar a un especial de San Valentín tan insólito y divertido como Big Mouth. Quienes vienen al día con la serie, sabrán que van a encontrar en My Furry Valentine, el nuevo episodio que además de ser un especial festivo es el primero de la tercera temporada, que todavía no tiene fecha de estreno. Con el humor escatológico más sensible y humano, Big Mouth tiene un enfoque de lo más empático para retratar la turbulenta etapa que significa la adolescencia y este capítulo no es la excepción.
My Furry Valentine es un episodio doble y dura unos 46 minutos que no se sienten largos para nada. De hecho, el metraje estirado le sienta bien a la serie, que por primera vez tiene la libertad de poder darles un lugar a todos los personajes en un mismo capítulo, incluso a los más secundarios.
El episodio nos hace un paseo por todos los clichés posibles del Día de los Enamorados: las cenas románticas, las noches de sexo y hasta la friendzone, cada uno de nuestros jovencitos vive el 14 de febrero a su manera. La serie siempre se toma todo con humor y tiene un ángulo crítico de fondo: al final, nos enseña que la festividad es solo un día más y que no tenemos que volvernos locos si no la celebramos como esperaría la sociedad de nosotros. De hecho, en Big Mouth, todos tienen un San Valentín de lo más atípico.
Aunque no es necesario mirar la segunda temporada para morirnos de la risa con este capítulo, los fans estarán contentos de saber que retoma la historia desde donde quedó. Nick (Nick Kroll) sigue luchando para despegarse de sus padres al punto tal que se rebela cuando se da cuenta que San Valentín no es una fecha para salir a cenar con ellos. Jay (Jason Mantzoukas) y todo el asunto del sexo con los objetos está más divertido que nunca, sobre todo porque el personaje ya empieza a bajar a tierra. Jessi (Jessi Klein) todavía lucha por aceptar que su madre es una lesbiana y Andrew (John Mulaney) da lugar a los mejores chistes con la mejor parodia a la masculinidad tóxica que vimos en mucho tiempo.
En la adolescencia las hormonas lo son todo y Big Mouth lo sabe y las convierte en personajes. Los monstruos hormonales de cada chico son la excusa perfecta para poner sobre la mesa temas como la masturbación, la primera menstruación, la homosexualidad y hasta el complejo de Edipo. My Furry Valentine sigue dándole protagonismo a todo eso.
El único punto flojo del capítulo es que termina demasiado abrupto. Como si fuese uno más, incrustado en una temporada. De hecho, es así, My Furry Valentine es el primer capítulo de la tercera temporada. Pero sin tener todos los demás capítulos disponibles, solo nos quedamos con un final abierto y ganas de ver más.
Big Mouth vuelve a hacernos reír a carcajadas y a demostrarnos que la adolescencia es una etapa tan revuelta que resulta ser diferente para cada quien.