La bruja de umbra vuelve a Nintendo Switch mejor que nunca y cumpliendo todas las promesas que un regreso así podía darnos.
Por Nicolás Rábago
Bayonetta es una saga que no tuvo suerte. Una obra de aquellas a las cuales se conoce como “de nicho”, con un público tan personal como fiel que sigue a la franquicia desde sus albores y hace tiempo viene esperando este nuevo título anunciado hace ya 5 años. Al primer Bayonetta no le fue del todo bien en ventas y fue Nintendo quien decidió apostar para hacer una secuela. Aquella secuela corrió con la mala suerte de salir en Nintendo Wii U, una de las plataformas con mayores problemas comerciales de la década pasada.
Sin embargo, y ante estas adversidades, el exclusivo de Nintendo con menos esencia de Nintendo en el universo, logró tener una tercera entrega confirmada que se hizo esperar como nunca y cumplió más que siempre. Bayonetta 3 es sin duda la evolución de sus predecesores pero también es una experiencia que se vale por sí misma trayendonos innovación, trabajo fino y sorpresas en una consola que inevitablemente cada vez más se queda estancada en su hardware y limita las posibilidades de traer aire nuevo a su molino.
Vamos a adentrarnos en uno de los puntos más importantes para esta ocasión: la narrativa. Pieza fundamental de todos los Bayonetta y uno de los puntos por los cuales, posiblemente, mucha gente no se haya sentido a gusto en las anteriores entregas. Bayonetta es un juego narrativo. Hay momentos en los cuales quizás tengas que pasar muchos minutos de cinemática para sólo jugar unos momentos y volver a otra cinemática. Mucha gente espera otro tipo de intercambio narrativo en un género de videojuegos como el hack and slash que se basa fuertemente en el dinamismo
Sin embargo, en esta saga las cinemáticas son fundamentales y en esta ocasión se potencian mucho más. Todo tiene un increíble aire de epicidad, desde el primer momento parecemos estar en la puerta de un cierre magnífico, incluso si no jugaste las otras aventuras y arrancas de cero. Este halo de conclusión épica se genera en gran parte por las cinemáticas y cómo confluyen en la parte jugable, generando hype por los ojos para que disfrutes cada segundo que le toquen a tus manos. Gran punto a favor para la dirección artística.
En esta oportunidad nos toca enfrentarnos a los homúnculos, armas biológicas creadas por el hombre en algún punto del multiverso y manipuladas por Singularity, un ente que amenaza con destruir cada uno de los universos que lo componen. Una historia que a muchos jugadores les resultará polémica y seguramente a más de uno no le termine de cerrar. En mi caso particular, disfruté de principio a fin. La única contra es lo estructurado que es el desarrollo narrativo: al pasar las primeras 3 o 4 horas te das cuenta que hay una estructura a seguir hasta el final del mismo y, por momentos, puede resultar repetitiva, más que nada en el medio del recorrido cuando estamos en pleno desarrollo de la trama.
De la mano con el aspecto narrativo viene el desarrollo de personajes, un gran punto a favor de la experiencia. El viaje de Bayonetta no sólo está bien construido, sino que está rodeado de personajes clásicos de los anteriores y de la aparición de Viola, un nuevo personaje que acompañará a la bruja de umbra para añadir variedad y puntos de vista al camino. Todos tienen su espacio, sin perjudicar la figura de la protagonista, para complementar y abrir el gameplay a nuevas posibilidades.
Estas nuevas posibilidades se traducen en convertir a Bayonetta 3 en la sensación más dinámica posible. No sólo es encontrarnos ante el perfeccionamiento de un camino realizado a lo largo de los años, sino también de uno de los mayores exponentes del género y la consagración de este título como uno de los más relevantes para los amantes de los juegos de acción y de los hack and slash.
Hay miles de combos a realizar y diversas formas de jugar: podemos optar por apostar al duelo a distancia o podemos jugar íntegramente cuerpo a cuerpo. Vamos a tener diferentes armas que potencien estos estilos y cada una va a requerir una destreza diferente. Los capítulos vuelven a estar separados en versículos y la mayoría de ellos traen nuevos enemigos a enfrentar. Sumado a esto, tenemos una mecánica de invocación de demonios que nos abre la puerta a un montón más de posibilidades en el combate, teniendo que elegir exactamente cuando queremos gastar nuestra barra de invocación y analizar los pros y contras de utilizarla en un momento u otro.
Estos demonios, de diferentes formas y habilidades, impactan también en otros aspectos de la jugabilidad: columpiarnos transformados en araña como si fuéramos Spider-Man o utilizar un tren para destruir varios objetivos al mismo tiempo y poder completar un puzle. Todo suma al dinamismo que requiere esta obra y que siempre caracterizó a Platinum.
A su vez, la jugabilidad cambia completamente cuando utilizamos a un personaje que no es Bayonetta: Viola no pelea de la misma forma, Jeanne nos propone secuencias en 2D y las batallas de Kaiju utilizando a Gomorrah son el mejor juego de Godzilla jamás creado. Repito: todo está diseñado y encaja perfectamente para que te encuentres continuamente en un escenario completamente épico.
Las zonas de exploración se sienten mucho más completas que antes y hay más variedad de misiones secundarias, siendo bastante difícil completar cada capítulo en una sola pasada y dandole un plus de rejugabilidad. También se complementa un poco con los logros que tiene ingame, sumándole varias horas a una experiencia que, de base, oscila entre las 10 y las 15 horas.
El apartado gráfico acompaña la calidad de la jugabilidad, otorgánonos un espectáculo visual destacado para la Nintendo Switch. Así como en otras propuestas ambiciosas tales como Xenoblade Chronicles 3, sí se nota que la consola cada vez se está quedando más atrás impidiendo que los assets carguen lo rápido que necesitan y generando un problema de rendimiento que se ve cada vez más seguido en la consola y que es difícil adjudicar al juego. Otro gran acierto es lo inteligente que están posicionados los tiempos de carga, escondidos detrás de presentaciones de personajes o cinemáticas, dando la sensación de que estamos ante un plano continuo cuando se pasa de cinemática a gameplay.
El sonido, por su parte, mantiene un estándar similar a las entregas anteriores, incluso el excelente trabajo de voces. En esta ocasión, y con mucha polémica de por medio, Bayonetta es interpretada por Jennifer Hale quien logra darle un color muy parecido al de Helena Taylor, actriz de voz original de Bayonetta que no aceptó el trabajo al no sentir reconocido su trabajo por la cantidad de dinero que le ofrecieron en esta entrega. Un gusto agridulce para el jugador que, más allá de los debates, posicionó en la agenda de la crítica profesional las condiciones de trabajo que hay en la industria del voice acting y seguro quedará también en la memoria cuando hablemos de esta obra.
Creo que Bayonetta 3 es el mimo que merecía esta franquicia. La redención de una saga que nació bajo el legado de títulos como God of War y Devil May Cry pero que rápidamente se hizo de un nombre propio. El reconocimiento de entrar por la puerta grande después de tantos pasos en falso y la consagración de una franquicia que no sólo hace bien su trabajo, sino que lo hace de una manera auténtica que nos permite disfrutar de esas experiencias que solo se encuentran bajo su esencia. Ojalá haya mucho más de esto si se mantiene el nivel, porque da gusto encontrarse con una obra que tiene tanto amor por sí misma.
Bayonetta 3 | 8.5/10 (Nintendo Switch)