2019 nos tiene con el regreso de una buena cantidad de franquicias que han tenido su momento de oro allá por los noventas. Primero Resident Evil, después llegará Dead or Alive y más tarde Mortal Kombat pero la que nos ocupa hoy es Ace Combat. Aunque la última entrega numerada data de hace diez años, se trata de una de las sagas más prolíficas: desde su lanzamiento nos ha regalado unos diecisiete títulos que, con sus diferencias, siempre giran alrededor de tramas político – dramáticas con un fuerte sabor nipón.
Ace Combat 7: Skies Unknown cumple a rajatabla con este concepto. Nos pone en el centro del conflicto entre la Federación de Osea y el Reino de Erusea, el cual se dispara alrededor de una estructura conocida como el Elevador Espacial Internacional. Desde este lugar se construyen aviones no tripulados: en este título, el combate con aeronaves no tripuladas es una realidad muy peligrosa y serán nuestros principales enemigos. Asumimos el papel de Trigger: el típico piloto desconocido pero con una habilidad extrema, que después de cometer un error garrafal en una misión, es desestimado de su cargo y enviado a una prisión para criminales de guerra.
De ahí que nos unimos a un escuadrón -el Spare Squad– compuesto por forajidos que se encargan de cumplir misiones suicida. La historia nos muestra alguna que otra punta interesante, pero es una catarata de clichés y lugares comunes que realmente no vale la pena, incluso considerando las maravillosas escenas intermedias, que gozan de una calidad superlativa y que ofrecen planos muy agradables desde lo visual. La forma en la que se desenvuelve la narrativa de Ace Combat 7: Skies Unknown es a través de esas hermosas películas, y de los briefings y debriefings entre cada misión.
Un total de 20 actos nos esperan que, según nuestra habilidad, puede llegar a brindar no menos de 10 o 15 horas de diversión: porque todo lo que no nos da el relato, se nos compensa con la jugabilidad. La serie Ace Combat no es lo que podríamos definir como un arcade al estilo Afterburner, pero tampoco es un simulador de vuelo “hardcore”. Se nos ofrecen dos tipos de control: el fácil, que hace que todo se sienta más arcade, y el profesional, que nos da una sensación de pilotaje más cercana a la realidad.
Este punto es fundamental porque tripular las aeronaves del juego requiere un buen nivel de habilidad, en especial en aquellas misiones donde tenemos el tiempo justo y necesitamos maniobrar con velocidad y precisión. Tener dos tipos de control (y más importante, poder alternarlos durante todo momento) es una opción que se agradece, aunque está más que claro que la manera de jugarlo es con los controles realistas. En términos de control, Ace Combat 7 vuelve un poco a las raíces: es un juego de dogfights en donde somos nosotros contra el mundo. Ya no hay órdenes que asignarle a nuestros compañeros o “wingmans”, ni tampoco hay mecánicas especiales como el “Close Range Assault” a la hora de entablar un intercambio con enemigos.
Pegarnos a un MiG-29 enemigo para terminar de fijar un misil es algo que depende exclusivamente de nuestra habilidad con los flaps. Al principio puede frustrar, pero cuando le tomamos nos sentimos más gigantes que el mismísimo Maverick. Hay mucho de Top Gun: con toda la cháchara radial que se suma a la estupenda dirección sonora y a música que acentúa bien los momentos que necesitan ser remarcados.
El “Árbol de Aviones” está de regreso, lo que nos permite ir desbloqueando aviones con los MRP o Puntos de Resultado Militar que obtenemos al finalizar cada misión. Son muchísimas opciones las que se nos abren, puesto que cada aeronave tiene sus propias características y armamento específico.
Además de esto, podemos comprar partes para mejorar el rendimiento y también trastear con skins y calcos para darle un look único a cada avión dentro del hangar. Esto toma particular importancia según la misión que vayamos a encarar: si la tarea que se nos asigna es la de reventar instalaciones enemigas en tierra, necesitamos una aeronave y armamento acorde. Todo esto se puede asignar antes de salir a surcar los cielos, en el planeamiento táctico pre despegue. Ace Combat 7 tiene mucha variedad en las metas que nos plantea: misiones por puntos, por tiempo, enfrentamientos directos y hasta pequeños momentos de infiltración y jefes finales. La gran novedad en términos jugables la pone la climatología.
Las nubes pueden ser usadas para despistar al enemigo y sus misiles -siempre cuidando no congelar los flaps en el proceso- aunque también habrá instancias nocturnas, con lluvia y tormentas eléctricas que pueden dejarnos sin control en el avión por instantes. Tormentas de arena y más: cada misión propone algo distinto. El gran problema es cómo están situados los checkpoints, que también están de regreso: están puestos de forma despareja, por lo que no es raro que en ocasiones perdamos treinta o cuarenta minutos de progreso, ya sea por un error de cálculos o simplemente porque nuestros compañeros deciden tornarse inútiles en la batalla.
No son muchas misiones las que pueden llegar a frustrar, pero cuando caemos en esos baches es imposible no pensar en estrellar el control o apagar la consola para hacer otra cosa. Así y todo, siempre volvemos por más. Ace Combat 7 es entretenido y posee una estructura atípica para los tiempos que corren, lo cual le da una frescura que pocos juegos tienen. Técnicamente es precioso: evidentemente en PC es donde está el punto más fuerte desde lo estético. Eso sí: si poseen sticks especiales para simuladores en PC, sepan que de momento hay problemas con el soporte. Bandai Namco está trabajando en esto para resolver el inconveniente -de hecho, ni siquiera el propio HOTAS funciona bien- pero al momento de publicar esta nota, el juego ya tiene reviews negativas en Steam por este tema, más un enorme thread en Reddit dedicado.
El resto de las versiones es pareja, pero la versión de PlayStation 4 gana en contenido porque incluye un modo VR exclusivo, compuesto por una mini trama alternativa de tres misiones. Funciona a 60 cuadros por segundo clavados y marea bastante, no porque tiene problemas para moverse, sino porque la inmersión y sensación de velocidad es tal que no es raro terminar con un nudo estomacal. Así y todo, es una experiencia digna de vivenciar, de yapa si poseen ya el casco propietario de Sony. En todas sus ediciones, Ace Combat 7 posee un modo multiplayer.
Es tal vez el más acotado de todos: posee un modo tipo Team Deathmatch para ocho jugadores y un Battle Royale con la misma cantidad de participantes. Competir contra pilotos humanos cambia drásticamente la perspectiva con la que uno se acostumbra a encarar las batallas, invitándonos a ver el juego desde otra perspectiva. Podemos traer todo lo que desbloqueamos en el juego principal al modo multijugador, lo cual es un gran incentivo para juntar puntos como un poseso y desbloquear todo lo que el Árbol de Aviones nos ofrece. Sin embargo, hay una trampa: en vistas de hacerlo justo, se normalizan todas estadísticas de cada avión. Una movida relativamente lógica, que desde mi punto de vista le quita un poco la gracia a matarse desbloqueando todo: las máquinas aéreas pasan a tener más que nada un valor estético, en lugar de una verdadera importancia desde lo táctico.
Está claro que este puede no ser un juego para cualquiera, pero lo cierto es que cumple con casi todo lo que se propone. La historia tiene sus momentos y los combates siempre resultan divertidos. Los modelos hiper detallados de las aeronaves sobrevolando escenarios donde la escala se respeta a la perfección resultan totalmente inmersivos, más allá de ciertos momentos inverosímiles con el potencial de romper el hechizo.
Donde gana Ace Combat 7 es con el pad en la mano: aunque muchos vean en la quita de funciones populares un gesto de simplificación, estamos ante la entrega más pura y esencial desde lo jugable. Tal es así que ahí reside el verdadero motor de la experiencia: tiene el empuje para llevar adelante una trama que a veces se pone demasiado intensa y más importante aún, es lo que nos ayuda a sobreponernos a los baches frustrantes, a causa de los checkpoints mal implementados. Y eso siempre es digno de destacar.